El pasado sábado 28 de septiembre se celebraron varias bodas relevantes al mismo tiempo. Al mismo tiempo que Ana Cristina Portillo y Santiago Camacho se daban el "sí, quiero" en Jerez de la Frontera, Teodora de Grecia y Matthew Kumar pasaban por el altar en Atenas. A las 18:00 de la tarde, la novia llegaba a la Catedral de la Anunciación de Santa María, donde se casaron los reyes Constantino y Ana María de Grecia en 1964, ante la expectación de cientos de invitados y curiosos. Tras conocerse en Los Ángeles hace ocho años, la pareja daba el paso más importante de sus vidas.

Del brazo del príncipe Pablo, la novia aparecía en escena con un vestido de ensueño firmado por Celia Kritharioti, una diseñadora griega de gran reputación. Los bordados florales con pedrería y el elegante cuello Bardot lograron que Teodora de Grecia confirmara su posición como princesa. Como era de esperar, la boda estuvo repleta de caras conocidas, como las de Sassa de Osma, Ekatherina de Hannover, Christian de Hannover o Gustav Sayn Wittgenstein y Carina Axxelson.

Parte de la Casa Real Española viajó hasta la capital griega para disfrutar de este sonado enlace. Doña Sofía, la infanta Elena y la infanta Cristina posaron ante las cámaras con actitud cómplice junto a Juan, Miguel e Irene Urdangarin. Sin lugar a dudas, la hija primogénita del rey Juan Carlos I y la reina Sofía acertó de pleno con su estilismo y se convirtió en una de las invitadas más sofisticadas de la velada.

El look de invitada de la infanta estuvo protagonizado por un vestido camisero teñido de azul marino y blanco con lunares XL. El cinturón creaba una silueta esbelta, mientras que la falda con volumen sumaba formalidad al conjunto. De este modo, recordamos que los lunares son un estampado espectacular para cualquier ocasión, tanto de día como de noche.

Por otro lado, la reina Sofía escogió un elegante vestido de manga larga teñido de rojo con tintes rosados y la infanta Cristina prefería un diseño azul. Bajo nuestro punto de vista, la hija mayor supo cómo adoptar unos lunares en un estilismo formal sin patinar en el intento y sin dejar la comodidad a un lado, algo nada fácil cuando se trata de acertar en una boda.