Conseguirás eliminar las células muertas y la primera capa de la piel, así conseguirás sacar los pelitos que se hayan quedado atrapados debajo. Lo mejor para una correcta exfoliación de tus piernas es comenzar por los tobillos e ir masajeando hacia arriba con un producto específico mientras realizas movimientos circulares.
2. Dúchate antes de usar la cuchilla
Eliminarás los residuos depositados en la piel e hidrataraás el vello, por lo que será más fácil deslizar luego la cuchilla y eliminarlo.
3. Usa siempre un gel o espuma
¡Nunca utilices la cuchilla solo con agua! Utilizar un producto específico te ayudará a deslizarla mejor eliminando el vello más eficazmente. Además, aportarán un extra de cuidados a tu piel.
4. No uses jabón
Algunas mujeres utilizan el gel de ducha como espuma cuando se rasuran con la cuchilla. Es un error, ya que algunos de estos productos tienden a resecar la piel. ¡Mejor optar por un producto indicado para ello!
5. Elige una buena maquinilla
No uses cualquiera que veas, debes fijarte en su forma, las cuchillas que contiene y, sobre todo, en si tiene una banda de gel hidratante que facilite el deslizamiento por la piel y evite que termines con pequeños cortes o la piel irritada.
6. No presiones al deslizar la cuchilla
Aféitate en la dirección que más cómoda te sea, pero ejerce la mínima presión posible sobre la piel cuando pases la cuchilla. No olvides volver a aplicar producto (espuma o gel) cuando lo consideres necesario, sobre todo en áreas más sensibles como el bikini.
7. Deja las zonas complicadas para el final
La parte de atrás de la pierna, las rodillas o los tobillos (las zonas en las que el hueso se nota más) son más difíciles de afeitas, por lo que es mejor prestarles un poco más de atención al final.
8. Limpia bien tu piel después
Enjuaga las zonas con agua para eliminar cualquier resto de producto y seca tus piernas de firma ligera, sin frotar ni apretar la piel para evitar irritaciones.
9. Aplica siempre aceite hidratante
Una vez hayas acabado de pasarte la cuchilla, finaliza aplicando unas gotas de aceite natural hidratante (asegúrate de que no contenga perfume o sintéticos en su fórmula) para calmar la piel y dejarla suave y perfecta.