Perfumes para noches de otoño después de los 60: la nota que dota de elegancia y madurez a cualquier perfume

Estos perfumes presumen de un baile de notas amargas, tostadas, terrosas y con ligeros toques achocolatados.
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Los perfumes no entienden de edad, pero es innegable que hay familias olfativas o ciertas notas que evocan distintas etapas de la vida. Mientras los acordes dulces, como la vainilla más golosa o las notas de caramelo, suelen asociarse con una juventud vibrante y algo desenfadada, las esencias más intensas y especiadas evocan madurez, sofisticación y elegancia. En especial cuando hablamos de la estación otoñal, con sus noches frescas y su atmósfera más introspectiva, la piel pide fragancias que duren, que tengan carácter y que se fundan con el ambiente. Y ahí es donde entra en juego uno de los ingredientes más magnéticos de la perfumería actual: el café.

De hecho, el café se ha convertido en el rey indiscutible de las fragancias nocturnas para los meses más fríos. Su carácter oscuro, tostado y envolvente funciona como un guiño a la elegancia que llega con los años, pero también como un homenaje al poder de los sentidos. Las amantes de la perfumería saben bien que un acorde de café transforma un perfume ligero en una creación con profundidad, con un halo misterioso.

El café, una nota madura, oscura y tostada

Pocos ingredientes transmiten tanto como el café en perfumería. Este acorde no solo evoca la calidez de una taza recién servida, también añade una dimensión rica y compleja que resulta irresistible en fragancias otoñales. Su aroma, tostado y balsámico, ofrece esa sensación de intimidad que encaja a la perfección con las noches largas, con cenas sofisticadas y con momentos en los que el estilo no se mide solo en lo que se lleva puesto, sino también en lo que se proyecta.

En realidad, hablar de café es hablar de madurez olfativa. No es un olor ingenuo ni efervescente; se trata de un matiz profundo, ligeramente amargo, con reminiscencias de madera y tierra húmeda. Los perfumes amaderados (y duraderos) con los que perderás el sentido de lo rico que huelen encuentran en el café un aliado insuperable.

Dos perfumes en los que el café brilla en su máximo esplendor

Arábica de Fueguia 1833

El primer ejemplo imprescindible para cualquier amante de los aromas intensos es Arábica de Fueguia 1833. Este perfume nicho que encapsula esta agradable fragancia se articula en torno al café como nota tónica, pero lo rodea de un conjunto de matices que lo convierten en un viaje sensorial. En su estructura encontramos la nuez como nota dominante y el tabaco del monte como contrapunto subdominante, lo que aporta un carácter robusto y complejo.

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Arábica de Fueguia 1833

La melodía olfativa se compone de café, nuez, avellana, tabaco, oud, cistus y olíbano. Todo ello se traduce en sensaciones cítricas y terrosas, con un fondo de tabaco fresco, granos de café y tierra húmeda que sorprende por su riqueza. Su precio, 450 euros, lo coloca en la categoría de lujo, un detalle que lo convierte en una joya reservada para verdaderas entendidas en la materia.

U.M.B.R.E. de Adi Ale Van

Otra propuesta fascinante para esta temporada es U.M.B.R.E. de Adi Ale Van, una creación del perfumista Jimmy Bodin. Desde la salida, las notas animales y la davana aportan un aire exótico y provocador, que poco a poco va dejando paso a un corazón profundo donde el café, el benjuí y el cipriol marcan la pauta. Esa fusión genera un contraste adictivo: dulzor resinoso y especiado en diálogo con la crudeza tostada del café.

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U.M.B.R.E. de Adi Ale Van

En el fondo, la mirra y el tabaco se encargan de redondear la fragancia con un carácter místico y solemne. Es un perfume cálido, amaderado y con toques de café, que refleja perfectamente lo que significa la madurez olfativa. Con un precio de 250 euros en Daring, se convierte en una alternativa más accesible que no renuncia a la intensidad ni a la elegancia.

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