Uno de los perfumistas más famosos de la historia se pasó el juego hace más de 100 años al lanzar una fragancia que daría nombre a toda una familia olfativa

Chypre del perfumista François Coty marcó un antes y un después al tratarse de la primera fragancia oficial de una familia olfativa icónica.
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Imagen de un perfumista del siglo XX - Zinet Media

En 1917, el mundo olfativo dio un giro de 180 grados para siempre. Entonces, nació un perfume que no solo marcó época, sino que definió una nueva forma de entender la creación perfumista: Chypre de François Coty. Aunque ya existían preparaciones con el nombre de "agua de Chipre", fue esta composición la que consolidó el nacimiento oficial de una nueva familia olfativa, estructurada, compleja y moderna. Como un punto de inflexión en la historia de la perfumería, Chypre se alzó como una declaración de intenciones por parte de un perfumista cuyo nombre sigue latiendo en nuestros días. El arte de encapsular una isla, de construir arquitectura emocional con aceites, resinas y flores, Coty hizo historia por un sinfín de motivos de peso. Desde aquel instante, el perfume dejó de ser una delicia sensorial (con ciertos poderes curativos) para convertirse en narrativa, carácter y estilo.

François Coty, historia de un perfumista pionero

François Coty era más que un perfumista, un visionario con alma de alquimista y vocación de emperador. A menudo llamado “el Napoleón de la perfumería”, revolucionó el arte olfativo desde sus primeros pasos. Nacido como Joseph-Marie-François Spoturno en Córcega, aprendió el arte en la legendaria casa Chiris, y lo llevó más allá: La Rose Jacqueminot, L’Origan, Ambre Antique o Jasmin de Corse, cada creación una sinfonía de notas inolvidable, cada frasco, un poema embotellado que marcaría un antes y un después. Eso sí, Chypre fu el golpe maestro, el manifiesto definitivo de su genialidad. El perfume condensaba historia, técnica, modernidad y una visión comercial inédita: frascos diseñados por René Lalique, gamas completas de productos derivados, una marca global antes de que existiera el concepto. Coty convirtió el perfume en una industria, y a él mismo, en leyenda. De hecho, a día de hoy es considerada la primera fragancia tratada como un objeto de marketing.

Las bases de Chypre de Coty

Adentrarse en Chypre de Coty es como caminar por un bosque mediterráneo tras la lluvia. La primera bocanada es cítrica, brillante, chispeante: la bergamota abre la escena con su frescura aristocrática, distinta de cualquier otro cítrico. Tras unos minutos, la fragancia se acomoda lentamente, como si se retirara un velo de seda, revelando un corazón floral de rosa y jazmín en su versión más carnal y aterciopelada. Para nada es dulzón o complaciente, Chypre fascina sin ser demasiado potente. Su evolución es como una novela bien estructurada: de la luz al misterio, del frescor al crepúsculo.

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Frasco de Chypre de François Coty, uno de los perfumistas más relevantes de la historia

Lo que convierte a Chypre en un hito no es sólo su belleza, sino su estructura inédita para la época. Por primera vez, se integraron con pleno conocimiento elementos naturales y sintéticos para dar vida a una forma nueva: salida, corazón y fondo conectados por un hilo invisible, que empieza con luz y termina en sombra. Una fórmula que sigue vigente en la actualidad, ya que los ingredientes más frescos y chispeantes tienen menor fijación, mientras que los intensos se adhieren con mayor potencia. El fondo, precisamente, es la gran firma de esta composición. Ahí está el alma resbaladiza y terrosa del musgo de roble, el aliento ahumado del ládano, el dulzor oscuro del pachuli. El resultado es un acorde seco, un tanto sombrío, elegante. A partir de entonces, toda fragancia con ese esquema se integraría dentro de la familia chypre.

De la isla de Chipre a lo más alto de la perfumería

El nombre "chypre" venía de lejos, pero hasta Coty no tenía un cuerpo definido a la perfección. En el siglo XVIII, Eaux de Chypre eran lociones frescas, más cosméticas que perfumísticas. Se usaban para limpiar, refrescar, dar tono a la piel. Su aroma ligero, a veces floral, contenía ládano recogido de los campos mediante la lana de las cabras y era más un eco de la isla de Chipre que una evocación construida. En cambio Coty, educado en la alquimia del absoluto, en la potencia de los solventes, en la química refinada de Grasse, dio forma oficial al sueño de una isla legendaria. Añadió la intriga, dibujó el esqueleto. Sin lugar a dudas, lo que antes era una sugerencia un tanto etérea se volvió arquitectura sólida. De este modo dio vida a un perfume y una familia olfativa: los chypre.

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Frasco de Chypre de François Coty, uno de los perfumistas más relevantes de la historia

Desde aquel entonces, la fórmula chypre se ha multiplicado, transformado y consolidado en una industria cada día más saturada y competitiva. Del original de Coty surgieron otras ramas como los chypres florales o verdes, todos ellos manteniendo el ADN de la obra originaria de François. La bergamota como umbral, el corazón floral, la base terrosa y animal. Durante décadas, el musgo de roble fue el rey universal, hasta que las regulaciones lo pusieron en jaque. Aun así, el espíritu chypre sigue latiendo fuerte gracias a ingredientes naturales aprobados por las instituciones y opciones sintéticas de gran calidad. Fragancias como Chanel 31 Rue Cambon o Mugler Chyprissime demuestran que ese modelo de profundidad y contraste tan vivo como en 1917.

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