¿Conoces la típica historia de las actrices y modelos que van a un cásting a sus amigas y terminan siendo ellas las elegidas? Pues algo así es lo que le sucedió a Patricia y a Nando, que un día se animaron a hacer el favor a unos amigos y acompañarles a una cena de solteros para ver si estos encontraban pareja. Entonces no lo sabían, pero de esa noche surgiría una bonita historia de amor. "Al principio yo no estaba muy convencida de querer conocer a nadie, pero Nando es la persona más persistente que conozco y tras casi dos meses sin tirar la toalla, tuvimos nuestra primera cita", cuenta Patricia. Y menos mal que aceptó, porque sino ahora mismo no serían capaces de emocionarnos con su relato. Y es que a pesar de que el clásico de 'chica conoce a chico' suele acabar en el altar, el suyo no era uno cualquiera, ya que varios años atrás eran sus abuelos los que pasaban por la vicaría en esa misma iglesia.

Aunque ella recuerda "estar como un flan antes de la cita", todo fue de maravilla y "desde ese día todo siguió muy rodado". Un claro ejemplo de que 'lo que bien empieza, bien acaba'. Por eso, no es de extrañar que tres años después de aquel fortuito encuentro, se dieran el 'sí quiero' en una boda de invierno celebrada en Madrid. ¿La iglesia escogida? La Basílica de la Concepción de Nuestra Señora, en la calle de Goya. Un icónico templo católico de estilo neogótico al que en 2014 le fue concedido el rango de basílica menor por el Papa Francisco I. Un lugar doblemente especial, porque además de lo imponente del edificio, los abuelos paternos de Patricia también se casaron allí.
Cinco tejidos para un único vestido
Elegir el vestido de novia no es nada fácil, por lo que es más que necesario que los profesionales elegidos entiendan lo que quieres y te ayuden con los pequeños detalles en cada momento para que este día tan especial te sientas cómoda y a la vez perfecta. Así lo hicieron desde el equipo de Lucía de Miguel, la diseñadora a la que confió su maravilloso traje compuesto por una mezcla de cinco tejidos diferentes. La falda de la pieza, lejos de las telas lisas clásicas, tenía un bordado de flecos cortos que combinaba a la perfección con las mangas que, "aunque les dieron un poco de dolor de cabeza", tras varias pruebas terminaron encajando gracias a una muselina. ¿El resultado? Un precioso vestido de novia que dejaba los hombros al aire gracias a un escote Bardot, que se completó con una bonita capa de terciopelo con la que hacer frente a las bajas temperaturas.

"Yo no tenía muy claro cómo quería mi vestido de novia, pero sí que sabía tanto lo que no quería como lo que sí: mi vestido tenía que tener una gran cola de terciopelo. El trato en el proceso de todo el equipo fue increíble, Lucía me pillaba en todo y conseguía hasta lo imposible. Supo definir muy bien mi estilo: sencillo, pero no aburrido", afirma Patricia. Algo que no ponemos en duda al ver el maravilloso diseño de falda con cuerpo plisado.
Pero si hay algo que no puede faltar y que cobra gran protagonismo en un look nupcial, son los zapatos de la novia. Aunque lo más habitual es elegirlos una vez se tiene una idea de cómo va a ser el vestido, Patricia lo hizo al revés y se decantó por unos de terciopelo y detalle de nudo de Mint&Rose: "Los tenía fichados desde hacía muchísimo y siempre decía que me casaría con ellos. En cuanto me prometí, sin saber cómo sería el vestido, fui a comprarlos. Son súpersencillos, pero son totalmente mi estilo y no pudieron ser más cómodos", añade.


Su familia, presentes en su estilismo
El look nupcial de una novia está lleno de tradiciones, desde el algo prestado hasta el detalle azul. Sin embargo, Patricia quiso ir más allá y aunque cumplió con todas ellas, quiso tener a su familia presente en su atuendo. Por ello, nada mejor que escoger los pendientes de su abuela materna, el velo con el que se casó su hermana y las joyas regaladas por Nando marcaron un look de lo más especial. Todo, sin olvidar sus orígenes: "la medalla que me regaló mi abuela paterna por mi comunión era la que adornaba el ramo. Mi familia es mejicana y me hizo mucha ilusión que la Virgen de Guadalupe nos acompañara de alguna manera en un día tan bonito", cuenta Patricia.

Una vez pasados los nervios y la emoción de la ceremonia, tocaba celebrarlo por todo lo alto junto a sus invitados. Patricia y Nando eligiron la Finca El Chaparral, situada a tan sólo diez minutos del centro de Madrid. Una antigua residencia de principios del siglo XIX que guarda una magia especial gracias a los centenarios árboles que la rodean. "Es una finca que a mí siempre me había encantado y celebrarlo ahí fue un gran acierto", concluye. Y no nos cabe duda, pues no solo la experiencia les avala, sino también la imagen de felicidad del ya matrimonio.
