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Megan Markle y el Princípe Harry, un amor de película

Una historia de amor salpicada por un rosario de polémicas pero que puso, finalmente, el broche de oro el 19 de mayo de 2018 cuando se dieron el ‘sí quiero’

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El romance de Meghan Markle y el Príncipe Harry ha sido complicado desde el primer momento. Ella, una actriz de éxito; él, nieto de la Reina Isabel II y miembro de la Familia Real británica. Una historia de amor que perfectamente podría formar parte del guion de cualquier película romántica de Hollywood y que cumple su segundo aniversario de boda. Todo comenzó en 2016 tras conocerse a través de una cita a ciegas concertada por un amigo de Harry, quien reconoció haberse quedado prendado de la actriz al verla actuar en la serie Suits. Una primera toma de contacto de la que rápidamente proliferaron los rumores de su romance. Apenas un mes después de conocerse, la pareja viajó a Botsuana en la que sería su primera escapada romántica y posteriormente, escenario en el que el Príncipe Harry le pediría matrimonio a Meghan. Finalmente, fue en noviembre cuando la Casa Real británica emitió un comunicado confirmando la relación. Desde entonces, la actriz ha sido víctima de una gran tormenta mediática. Ambos se han mostrado siempre celosos de su intimidad, limitando sus apariciones públicas a las estrictamente necesarias pero incluso el hecho de estar rodeados por polémica, no ha sido impedimento alguno para continuar con su relación. Han sido numerosas las muestras de amor y cariño que la pareja se han profesado el uno al otro, donde sobre todo destacan las miradas cómplices llenas de significado que desde un comienzo vaticinaban una relación fuerte que se consolidó dos años después, cuando se dieron el ‘sí quiero’ en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, y con el nacimiento de su primer hijo, Archie. Desde entonces, y hasta ahora, no hay decisión, comportamiento o actuación del matrimonio que no se analice con lupa, una situación que terminó crispando a los que fuesen los Duques de Sussex pero que también ha repercutido en su relación con el resto de miembros de la Casa Real. Un tira y afloja entre las normas impuestas por la realeza y su corazón. Sin embargo, los gestos de amor y las miradas cómplices entre la pareja siempre se han llevado el protagonismo en cada uno de sus viajes o apariciones públicas. Siempre con las manos entrelazadas, totalmente ajenos a las multitudes y con gestos poco comunes para alguien de su título, la naturalidad ha sido una constante en un matrimonio que parece haber decidido escribir su propio protocolo desde que decidiesen abandonar sus títulos y deberes con la Familia Real británica para rehacer su vida en Los Ángeles.

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