Este año está siendo muy peculiar y nos ha dado tiempo de sobra para hacer el cambio de armario casi sin mayores complicaciones. Sin embargo, en muchas otras ocasiones no ha sido así, y al final hemos terminado guardando la ropa de invierno, rápido, mal y sin prestar mucha atención a los consejos que vamos a explicar a continuación.
Un almacenamiento de ropa inadecuado puede significar que, a la vuelta de unos meses, tengas que reponer prendas que ya tenías, por obra y gracia del trabajo incansable de las siempre inoportunas polillas, o que te cueste la misma vida quitarle un olor extraño a una prenda de abrigo.
Para evitar tener que hacer doble trabajo en el siguiente cambio de armario o, lo que es peor, descubrir que tenemos que invertir parte de nuestro presupuesto en volver a comprar algunas prendas que se han estropeado, hemos reunido una serie de consejos que cumplen la máxima 'no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy' y que nos ayudarán en esta tarea para resolverla de forma fácil, efectiva y con poco esfuerzo.
Lo primero que debes hacer es seleccionar al estilo de Marie Kondo. No tiene sentido almacenar prendas que sabemos que no vamos a volver a usar, y es más práctico hacerlo en el momento en que tenemos fresco en la memoria cómo ha sido nuestro estilo y cuáles son las prendas que más hemos utilizado durante la temporada que estamos despidiendo. Dona, vende o regala aquello que no te vayas a poner más.

La ropa debe guardarse limpia. Por dos motivos: si las prendas tienen olores o manchas no deseadas, un tiempo a cubierto no hará otra cosa sino fijarlas más, y quizá cuando las quieras volver a recuperar ya no habrá solución. El segundo motivo es que las polillas se sienten más atraídas por las manchas de comida y sudor que por el tejido mismo. Nuestro consejo es que laves - o envíes a la tintorería en el caso de los abrigos - todo antes de guardar, excepto aquello de lo que estés segura de no haber utilizado desde la última vez que lo lavaste.
Si sigues estos consejos significará que todo lo que guardes te encanta y lo usas un montón, además de estar en perfecto estado de revista.
Las pautas para decidir si doblar o colgar deberían ser las mismas que durante el tiempo que tienes estas prendas a mano. Dobla todo lo que pueda perder su forma original al colgarlo y cuelga todo lo que se vaya a arrugar demasiado si lo doblas. Si no es posible, dóblalo lo mejor que puedas.
El obstáculo principal que hay que resolver es averiguar cómo podemos mantener la ropa lo más protegida posible, teniendo en cuenta nuestras limitaciones de espacio y las necesidades especiales de cada prenda.
Para solventarlo podemos acudir a las bolsas de almacenaje que se sellan al vacío y a las cajas de plástico con tapadera. Ambas opciones son las más seguras contra las plagas y están diseñadas para ocupar el menor espacio posible.

Independientemente de si las prendas están dobladas, colgadas o en cajas de plástico, asegúrate de abrochar todos los botones y subir todas las cremalleras para evitar que las prendas pierdan su forma original o que se enganchen entre sí.
En el caso de los jerseys más delicados, lo mejor es recurrir a las cajas de almacenaje. Los que tengan un tejido más fuerte deben ocupar la parte inferior para evitar que los más finitos se 'aplasten' y se creen arrugas innecesarias.
Utiliza elementos disuasorios de plagas como bolsitas de lavanda o bolas de cedro para evitar disgustos. Así te asegurarás también que todo huela a limpio y fresco cuando vuelvas a recuperar estas prendas.
La ropa necesita las mismas condiciones de almacenamiento mientras se está usando y cuando no. Es decir, lo más recomendables es un lugar fresco, seco, oscuro y con una temperatura controlada, alejada de posibles humedades. Por tanto, la mejor opción es mantenerla en casa. Si no hay espacio disponible, una buena solución es almacenarla en cajas de plástico debajo de la cama.