Descifrando la ira: un psiquiatra nos habla de su lado positivo y transformador

Exploramos cómo esta intensa emoción, a menudo etiquetada como negativa, puede desentrañar facetas valiosas de nuestra identidad.
Sentimiento de ira

En el variado mosaico de nuestras emociones, la ira a menudo se considera negativa. Sin embargo, según el psiquiatra Benito Peral, esta intensa emoción no solo merece reconocimiento, sino que también puede desvelar aspectos valiosos de nuestra identidad. 

En este artículo, exploramos el enfoque único de la psiquiatra en torno a la ira, destacando cómo nuestras expresiones emocionales pueden arraigarse en la educación recibida y en la necesidad de encajar en normas sociales. 

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La educación emocional y silenciar la ira

Según el psiquiatra Benito Peral (Luz más luz y Siempre amanece): "A veces, la ira obedece, no tanto a falta de autoestima y confianza en uno mismo, sino a la educación recibida. ¿Cuántas veces nuestros padres nos han amonestado por decir algo que consideran inapropiado o fuera de lugar y que, sin embargo, para nosotros es una verdad como un puño?".

Cuando hemos sido educados desde pequeños en la tradición de no molestar ni destacar, de ser siempre correctos, lo reproducimos en las diferentes parcelas de nuestra vida sin ser conscientes, porque son actitudes aprendidas e interiorizadas. 

Si no revisamos nuestro propio relato, si no hacemos el ejercicio de preguntarnos a qué obedecen ciertas actitudes y si nos sentimos bien o mal con ellas, no terminaremos de crecer como adultos ni de despegarnos de esa historia que no es nuestra, sino la de nuestra familia de procedencia, y que todos hemos de abandonar en cierta medida (es decir, asumirla y dejarla atrás) para construir nuestra propia narrativa.

Mostrar la ira 

El psiquiatra lo tiene claro en lo que respecta a este tema: "Yo recomiendo mostrar el enfado. Enfadarse más a menudo, y siempre que se pueda con educación. Pero, ¡oye!, estamos furiosos y molestos, ¡no pasa absolutamente nada porque nuestros gestos y nuestro tono de voz lo evidencien! No seamos excesivamente viscerales pero tampoco hipócritas. Uno de los grandes gestos de complicidad con el otro es atrevernos a enfadarnos, mostrar nuestros lados más feos, esos tan inapropiados para nuestros padres...".

Nuestra ira puede enseñarnos mucho respecto a nosotros mismos. La confrontación con ella es ese trabajo, incómodo al inicio pero productivo si se persevera, que nos ayuda a comprendernos y que nos dota de herramientas para modificar esos patrones que nos dificultan conocer y mostrar nuestra propia identidad.

¿Qué hay detrás del enfado?

El enfado oculta sentimientos, emociones y pensamientos que no asumimos y que reprimimos o relegamos a la zona de sombra, que nos ocultamos a nosotros mismos de forma consciente e inconsciente porque obedecen a deseos que están muy alejados de la imagen que queremos dar y tener de nosotros.

Reprimirnos conlleva la represión de un caudal inmenso de nuestra propia energía y de nuestro potencial humano. Jung afirmaba: "El ser humano inconsciente, es decir, su sombra, no consiste solo en tendencias moralmente reprobables; también ostenta muchas cualidades positivas, con instintos normales, reacciones apropiadas e impulsos creativos". Enfadarse, y hacerlo bien, es parte de la confrontación con nuestra sombra, de su integración en nuestro yo. Es parte del paseo por la vida.

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  • Dolors Marco Jiménez
  • María López-Ibor Alcocer