La sexualidad es una función indispensable en la vida de una persona, y el uso de juguetes puede formar parte de ella. Durante las relaciones sexuales se segrega dopamina, se siente satisfacción y se busca repetir ese acto en el futuro. Se generan pensamientos alrededor de la idea del juguete. Es más, pongamos que ha sido extremadamente placentero el orgasmo que has sentido con unos vibradores conejito, y ese ratito de juegos comienza a coger cada vez más espacio en tu vida.
Cualquier acción, objeto o sustancia que produzca placer, es decir, que genere entre otras moléculas, la segregación de dopamina en el cerebro, es susceptible de convertirse en una adicción. Incluso comportamientos que son saludables, como llevar una alimentación consciente o practicar deporte, pueden convertirse en un problema en un momento dado.

El tipo de adicciones más conocidas son a sustancias: como el alcohol, cocaína, tabaco, etc. Pero existe otro tipo de adicciones; las comportamentales. En esta variante, la dependencia no se produce en relación a un consumo de sustancia, se produce una adicción a un comportamiento: como al juego, al deporte, al sexo o al pensamiento rumiativo.
¿Podríamos entonces hablar de una adicción al juguete?
"En cualquier adicción, la diferencia entre el uso y el abuso recae en el grado de malestar personal y contextual que provoque. Si se experimenta una pérdida de control, dependencia, síndrome de abstinencia, perdida de interés por el resto de actividades gratificantes, entre otras" determina Lucía Jiménez y destaca que "En el bienestar de una persona intervienen muchos factores; la familia, el trabajo, las relaciones sociales, el sexo, la comida, los hobbies, el ejercicio físico… Cuanto mayor equilibrio exista entre estos, mayor será la satisfacción personal. Para entender una adicción, es necesario mirar al contexto de la persona, y preguntarse ¿hasta qué punto esta persona obtiene placer de otras fuentes? También hay factores de vulnerabilidad personales, más relacionados con rasgos de personalidad como la impulsividad, el grado de tolerancia a la frustración o la búsqueda de sensaciones. Así como el estado de ánimo o la autoestima, y aspectos neurobiológicos".
¿Cómo evitar caer en una adicción?
Las experta aclara que "los juguetes eróticos están diseñados para el placer, por lo que la segregación de dopamina en el cerebro será alta si la facilidad para sentir orgasmos y otro tipo de estimulaciones, también lo es. Pero como dice Enrique Echeburúa en su artículo “Adicciones sin drogas” (1999) “muchos llevamos a cabo conductas que pueden producir adicción, pero solo unos pocos la van a padecer”. Los juguetes sexuales no son adictivos en sí mismos, son una fuente más de placer, un placer muy personal y muy diverso que tiene infinitas manifestaciones, que por
extrañas o dispersas que parezcan, pueden seguir formando parte de la normalidad" y sentencia: "la mejor manera de evitar una adicción a los juguetes sexuales, y a cualquier otra cosa, es mantener un estilo de vida equilibrado, atendiendo con mimo a todas las fuentes de placer, alegría y excitación que tengamos y conociendo las maneras en las que lidiamos con los sufrimientos inherentes a la vida, para que el alivio no se convierta en enfermedad".
¿Cuál es la mejor manera de usar los juguetes sexuales?
Para Lucía Jiménez la mejor manera de usar los juguetes sexuales es "entendiendo el background social del que venimos, donde la sexualidad se ha visto censurada y cualquier comportamiento fuera del tradicionalismo heterosexual con fines reproductivos ha sido rechazado, perseguido o castigado. Es normal que aparezcan dudas sobre si tener orgasmos con facilidad, o masturbar zonas de tu cuerpo que hasta ahora no te habías atrevido está “mal”. Venimos de ahí. La conducta sexual es aprendida, esto quiere decir que puedes enseñar a tu cuerpo a sentir placer a través de ciertas prácticas, objetos o tendencias".
Asimismo, la especialista subraya: "Que una persona quiera mantener relaciones con mucha frecuencia, tenga sexo con distintas personas o con una gran cantidad de ellas, incluso, que frecuentes clubes de intercambio de parejas y se masturbe con un vibrador anal casi a diario, no la convierte en adicta al sexo. Los individuos tienen derecho a explorar su propia sexualidad para descubrir cuál es la expresión de su normalidad. Tenemos que prestar especial atención a cuando toda la sexualidad se concentra en un solo aspecto. Cuando nos enfocamos en una única manera de gratificación y fuente de placer. En el uso del juguete para reducir el erotismo al orgasmo inminente, porque corremos el riesgo de perdernos la amplitud y los matices del sexo. Y sí, de caer en una adicción si el resto de piezas del puzle encajan".
Por su parte Mónica Chang, directora global de marketing de iroha , apunta que "hay pocos indicios que indiquen que nos podamos volvernos adictos a un juguete sexual ya que es muy poco probable sufrir el síndrome de abstinencia que suele asociarse a cualquier tipo de adicción. Si definimos la adicción como un comportamiento compulsivo difícil de controlar a pesar de sus consecuencias negativas, no existiría la relación entre los juguetes eróticos y las adiciones".
De este modo, "el uso de juguetes sexuales, como cualquier otra actividad sexual, puede volverse problemático si interfiere en la vida diaria, en la relación o en el bienestar general de la persona y/o pareja. Podríamos contemplar la dependencia de tu juguete favorito si necesitas de sus vibraciones para alcanzar el orgasmo. En este caso debemos volver a probar usando un ajuste más bajo o utilizar una opción de juguete sin vibración. Aun así, desde iroha insistimos en que siguiendo las instrucciones es muy poco probable que se pueda sufrir cualquier tipo de daño".