Todo el mundo puede atravesar una mala racha. Una ruptura de pareja, un divorcio, la pérdida de un trabajo... A veces, de golpe, parece que todos los problemas se amontonan y que el camino tan solo tiene obstáculos. En estos casos, es habitual sentirse irritada, irascible, enfadada y siempre alerta a cualquier desajuste. Como hemos comentado, si se trata de un periodo concreto, no hay que alarmarse en exceso (pese a que consultar a un profesional certificado nunca está de más), pero cuando este sentimiento es persistente en el tiempo, hay que atajarlo de raíz.
El miedo, la ansiedad, la ira, la tristeza, el rechazo y la vergüenza son emociones que pueden condicionarnos la existencia. Aunque sean consideradas "emociones negativas" son tan naturales como la vida misma, pero es importante concederles la importancia necesaria. Sobre todo, si notamos que siempre estamos enfadadas y que no sabemos darle respuesta a la siguiente pregunta: ¿Por qué no soy feliz si lo tengo todo?
Nos sentamos con Patricia de la Fuente Cid, psicóloga especializada en Mindfulness y Compasión para trabajar el agotamiento, el estrés y la ansiedad, para hablar sobre la ira crónica, una forma persistente y prolongada de enojo que va más allá de las reacciones emocionales ocasionales que todas experimentamas. El asceta, meditador, ermitaño y maestro espiritual Buda Gautama dijo una vez que "aferrarse a la ira es como agarrar un carbón caliente con la intención de lanzárselo a alguien; tú eres el que te quemas", alertando de que la ira golpea, en especial, a la persona que la sufre.
La ira crónica, una emoción que nos impide remar a favor de la felicidad
¿Cuáles son las causas más comunes de la ira crónica en las personas y cómo pueden identificarse?
"La ira es una respuesta adaptativa ante situaciones que podemos percibir como injustas, sin embargo cuando se cronifica, es decir, se presenta de una forma habitual y ante cualquier situación, la base o caldo de cultivo que la alimenta es una insatisfacción interna", destaca la psicóloga. "Las causas para que esto se desarrolle pueden ser variadas, desde un estrés prolongado en el tiempo que no somos capaces de gestionar, a factores como haber sufrido experiencias traumáticas que no se han trabajado y su sombra se expresa desde esa ira, patrones aprendidos (vivir con personas que muestran ira habitualmente aumenta la posibilidad de que nosotros también reaccionemos desde la ira, aunque para ello tiene que haber un compendio de factores)", añade en su explicación.
Desde su especialidad en Mindfulness, la experta remarca "la importancia de la conexión cuerpo-mente, ya que ignorar las señales que nos da el cuerpo ante ciertas emociones puede ocasionar que estas se vayan acumulando hasta explotar en forma de ira. A veces, esto también está relacionado con un apego inseguro en la infancia, algo que se puede trabajar desde la Terapia de Compasión Basada en Estilos de Apego", un enfoque terapéutico que combina principios de la Terapia Focalizada en la Compasión (CFT) y la teoría del apego para abordar problemas emocionales relacionados con la regulación afectiva, las relaciones interpersonales y el autojuicio.
"Esa ira permanente nos puede llevar también a no sentirnos bien con nosotros mismos y distanciarnos de los demás"
¿Cómo afecta la ira prolongada a nuestra salud mental y emocional, y qué consecuencias puede tener a largo plazo?
Las consecuencias de la ira prolongada son más fuertes de lo que podemos pensar. "La cronificación de la ira puede tener un impacto realmente importante en nuestra salud mental y emocional. Cuando la emoción de ira toma las riendas hay una hiperactivación del sistema nervioso que nos provoca agotamiento y en los polos más marcados ansiedad", señala Patricia. "Esa ira permanente nos puede llevar también a no sentirnos bien con nosotros mismos y distanciarnos de los demás. Esa soledad y tristeza por la desconexión con los otros puede provocar que se empiece a gestar una depresión, además de perjudicar nuestras relaciones sociales y familiares". Más allá de la soledad y la tristeza, "el bienestar emocional se ve resentido apareciendo una visión negativa de nosotros mismos y sentimientos de culpa. Tanto para esa culpa como para esa vergüenza de inadecuación, la autocompasión ha demostrado grandes beneficios".

¿Existen técnicas efectivas para reconocer y gestionar esta emoción en el momento en que se experimenta?
En este sentido, la profesional subraya que sí existen técnicas avaladas que podemos poner en práctica. "Lo primero sería tomar consciencia de la ira cuando aparece, cuánto antes la detectemos mejor. Una forma es, como he comentado anteriormente, entrenar la conciencia corporal para poder identificarla. Aunque parece algo sencillo no lo es, porque se puede confundir con otras emociones. Una vez ubicada en el cuerpo, podemos trabajar directamente desde las sensaciones físicas para poder suavizarla", relata la psicológa.
"El aprender a detectar los pródromos o señales previas a que aparezca nos va a ayudar mucho en su manejo temprano, evitando de ese modo que se pueda disparar y sea algo inmanejable. Después también hay un trabajo muy interesante para saber que hay debajo de esa ira, porque muchas veces es la expresión de otras emociones, como pueden ser el miedo o la inseguridad", agrega en su discurso. A lo que suma que "aprender los patrones que normalmente siguen a un ataque de ira también nos puede ayudar mucho, saliendo de la situación a tiempo. Desde la autocompasión trabajamos buscando que necesidad no está atendida o que me está diciendo esa emoción".

¿De qué manera las creencias o pensamientos negativos pueden alimentar la ira y cómo podemos cambiar esa mentalidad?
Alejarse de los pensamientos negativos es difícil, pero no imposible. "Hay que darse cuenta como ante una misma situación las personas podemos reaccionar de formas muy diferentes. La mayoría de las veces el problema no está en la realidad, sino en la interpretación que hacemos de ella", relata de la Fuente. "El aprender a observar nuestros pensamientos, tomar consciencia de ellos, nos ayuda a tomar distancia y en lugar de reaccionar poder actuar".
"Siempre aconsejo a mis pacientes y alumnos practicar la gratitud"
Algo que podemos hacer es "cuestionar nuestras propias creencias, ¿tengo evidencias objetivas de qué esto sea cómo yo lo percibo? ¿Quizás se deba a qué no está cumpliendo con mis expectativas previas? Frente a la ira propia y ajena la compasión de nuevo nos tiende la mano. Observar realmente qué está pasando, ver más allá de lo que aparece en primer momento, dar un paso atrás y no juzgar al otro o a nosotros mismos duramente, es el primer paso para romper el círculo de la ira". Para contrarrestar esos pensamientos negativos, que nuestra mente prefiere por defecto, "siempre aconsejo a mis pacientes y alumnos practicar la gratitud".

¿Cómo podemos empezar a despedirnos de la ira de manera gradual y saludable sin reprimirla completamente?
En un clamo en defensa de las emociones, de la Fuente destaca que "aunque sean las que nos parecen negativas, siempre tienen su función por eso no debemos reprimirlas". Eso sí, señala que "el problema es cuando se generalizan o cronifican porque ya no cumplen esa función y nos hacen daño. Por eso es importante abrazar tu ira, dejarle espacio, saber que es una emoción humana y es normal sentirla. Es importante aprender a dejar de identificarse con las emociones, en este caso la ira, porque nuestras emociones son una expresión, no somos nosotros". De este modo, es importante "identificar cuando tenemos ira" y en vez de decir "soy una persona iracunda", cambiar ese pensamiento por "ahora estoy sintiendo ira". En sus últimas palabras, la psicóloga aprovecha la oportunidad para "recomendar incluir hábitos saludables, un paseo en la naturaleza, el ejercicio físico o una charla con amigos se pueden convertir en nuestros aliados en el manejo de la ira".
Siempre que hablamos sobre salud mental, nos gusta enviar el mismo mensaje. Si notamos que alguna emoción o sentimiento no está ajustada del todo, el paso a seguir es contactar con un experto en la materia para que pueda elaborar un estudio personalizado de nuestro caso. Al final, lo más importante es la salud, mental y física.