Son tantas las veces que vamos por la vida culpando y responsabilizando a los demás de nuestras desgracias e incluso, en ocasiones, también de todos nuestros aciertos.
Son tantas las veces que elegimos dejar de mirarnos como responsables, artífices y creadores de nuestra vida, para ceder "ese poder" inherente a cada persona, entregándolo a los demás, ya fuera a nuestros padres por haber estado presentes o ausentes, o por habernos dado de tal o cual educación, a nuestro pasado, a nuestras parejas o ex parejas, al clima, pandemia, a los gobernantes, etc.
Si bien es cierto que hay personas o situaciones que hieren, generan mucho dolor y no somos responsables de muchas de esas heridas, lo cierto también es que, en la edad adulta, somos los responsables de sanar esas heridas. Incluso heridas que arrastramos desde nuestra infancia. Somos los únicos que podremos sanar, si no lo hacemos, nadie puede hacerlo por nosotros.

En este contexto, la gran mayoría de las veces pasamos tiempo señalando aquel acontecimiento como causante de nuestra infelicidad, y al mirarlo con tanta insistencia, tanta dedicación, nos perdemos de mirarnos a nosotros, y no podemos darnos cuenta de todo lo que podemos hacer para sanar, y no sólo sanar, sino también ser resilientes, es decir hacernos más fuertes más sabios. La resiliencia es la capacidad para sobrellevar con entereza las adversidades que presenta la vida y a su vez poder desarrollar comportamientos positivos a partir de las mismas.

Al llevar adelante una actitud resiliente, lo que hacemos es recuperar nuestro poder personal. Un poder personal que significa que, conscientemente, elegimos no quedarnos regodeándonos en las heridas del pasado, un poder personal que nos invita a evaluar qué hacemos con nuestra vida hoy, si seguimos mirando hacia atrás para lamentarnos, culpabilizar, estancarnos y no perdonar, o miramos nuestro presente para desarrollar la creatividad y así transformar el dolor en fortaleza, construyendo un nuevo futuro.

Empoderarnos significa eso, recuperar el poder personal que nos constituye. Significa volver a encender la luz del corazón, significa pararnos sobre nuestra propia fuerza. Siempre respetando nuestros tiempos, respetando los tiempos del cuerpo, en otras palabras sin sobre exigirnos. El empoderamiento significa elegir confiar en nosotros y ponernos en marcha para desarrollar recursos internos.
En un escenario como este , no se considera la "dinámica víctima-victimario" porque reconocemos que cada persona hace lo que puede, lo que sabe hacer y si bien no podemos controlar a los demás, podemos no validar comportamientos, asimismo somos dueños de nosotros mismos y al ser conscientes de nuestro valor, podremos elegir con mayor libertad.

Entonces se trata de darnos cuenta de nuestro valor, se trata de sostener las riendas de nuestra vida y dejar de esperar que los demás hagan algo para nuestra felicidad, somos nosotros los creadores de la misma. Paso a paso, poco a poco,
Con una mirada amable hacia nosotros mismos, todo empieza con un sentido: "me lo merezco". Os animo a empezar justo ahora! Que sea un hermoso y feliz proceso.