No, no es cierto que los perros y los gatos sean enemigos naturales, ni tampoco lo es la idea de que los perros siempre van a atacar o perseguir a los gatos, como nos cuentan desde TerranovaCNC, expertos en el cuidado de nuestras mascotas.
Sí es verdad que los instintos básicos de ambos impulsan al perro a perseguir y al gato a huir, pero debemos tener en cuenta que son animales domésticos, así que no necesitan luchar para satisfacer sus necesidades básicas. De esta forma, los perros y gatos que viven en hogares no tienen la necesidad de luchar para alimentarse y, además, están totalmente socializados.
Lo que sí es cierto es que –sobre todo si son adultos– tendrás que ayudar a tu perro y a tu gato para que aprenda a vivir con el otro. Ten en cuenta que tienen caracteres muy diferentes y necesitarán adaptarse a la convivencia. No te preocupes, será solo al principio, luego pueden llegar a ser incluso muy buenos amigos.
Aunque no sea necesario que convivan desde cachorros para vivir en armonía, juntarlos desde pequeños será la manera más fácil. Cuando son pequeños, tienden a considerarse hermanos de camada. Además, si se acostumbran a convivir desde cachorros, nunca se verán como a una especie “extraña” ni “diferente”. Aun así, a pesar de que cueste un poco más de tiempo y paciencia (también influye el carácter de ambos), siempre pueden acostumbrarse a vivir el uno con el otro y puede nacer una bonita amistad entre ellos.
Te damos algunos consejos para que la adaptación del uno al otro cuando son adultos sea más fácil y puedas disfrutar de tenerlos a los dos bajo el mismo techo.
En primer lugar, preséntalos

La presentación es la parte más importante para fomentar una buena convivencia y propiciar el comienzo de una buena relación entre ellos. Es importante que antes del primer cara a cara, se hayan conocido mediante el olor. Mantenlos en lugares distintos de la casa para que vayan acostumbrándose al olor del otro. Puedes colocar una manta en cada una de sus camas y tras unos días intercambiarlas. Al principio se olisquearán por debajo de las puertas y al final quizás ignoren la presencia del otro animal.
Cuando decidas que es el momento de que se conozcan cara a cara, deberás crear un ambiente agradable para los dos. Para ello, ambos deben estar tranquilos, habiendo paseado, jugado y comido suficiente.
Es recomendable mantener al perro sujeto y preparar una zona de seguridad para el gato en la habitación donde se vaya a llevar a cabo la “presentación oficial”. Si decides usar la correa, no la ates en corto sino todo lo contrario. Mantenla bien agarrada por si decide abalanzarse sobre el gato, pero déjale suficiente cuerda como para que no se sienta controlado ni en tensión, ya que debe relacionar al gato como algo positivo.
Si el gato se muestra desconfiado y no quiere acercarse demasiado, no le fuerces. Deja que lo inspeccione y juegue a distancia y poco a poco ya se irá acercando y la relación fluirá. Un recurso muy eficaz que puedes utilizar es rociarte las manos con Feliway spray, que reduce el estrés de los gatos, y frotar las patas y el cuerpo del perro, que para él es totalmente inocuo y sobre el gato tendrá un efecto tranquilizador extraordinario.

Si tu perro suele reaccionar con agresividad frente a las novedades, cuida al máximo la presentación. Ten en cuenta que una primera mala reacción puede marcar la futura relación entre ambos. Debemos preparar encuentros lo suficientemente cortos como para que no surjan roces, y repetirlos diariamente para que se acostumbren el uno al otro. Si desde pequeños están acostumbrados a ver a miembros de otras especies, todo será más fácil. Es importante conocer tanto al perro como al gato, sus experiencias previas, sus reacciones ante las novedades y adaptarnos a su ritmo.
Si el comportamiento de ambos es correcto, deja que interactúen, felicítalos y prémialos. Si, por el contrario, su comportamiento es agresivo, di no con firmeza y déjalos en habitaciones separadas sin quitarles la correa. Posteriormente, repite el proceso.
Respeta las necesidades de cada uno
Ten en cuenta el carácter de cada especie, sus necesidades y prioridades. Mientras que los perros son más sociables, obedientes y en general se adaptan mejor a los cambios, los gatos son más celosos de su territorio, solitarios y curiosos. Eso sí, los perros tenderán más a ser el líder de la “manada”.

A partir de las necesidades de cada uno, deberemos preparar el territorio para la convivencia, disponiendo espacios independientes para que cada uno pueda dormir y comer con tranquilidad. A los gatos no les gusta demasiado compartir, así que deberemos respetar su sentido de la propiedad sobre los territorios y los objetos.
En este caso, podemos colocar las cosas del gato – el cajón de arena, su cama y sus comederos – fuera del alcance del perro. Además, está bien que disponga de espacios en alto donde poder descansar o esconderse en caso de que surgiese un conflicto.
La comida, en áreas separadas
Por lo menos, al principio, colócales la comida en lugares separados. A la hora de comer, algunos animales – sobre todo los perros – se vuelven agresivos tratando de defender su comida. Ubica el plato de tu gato en un lugar alto, donde pueda comer tranquilamente y sin estrés. Es importante que no les permitas comerse la comida del otro, ya que esto podría provocar disputas entre ellos.
Probablemente, con el tiempo, cuando ya se hayan adaptado, se respeten y se lleven bien, y no tendrás que darles de comer en lugares separados.
¡Juguetes para todos!
Es importante que tanto el uno como el otro tengan sus propios juguetes para distraerse y, sobre todo, para canalizar sus instintos de caza (especialmente el gato).
Los celos y el deseo de tener un juguete puede empeorar la relación entre ambos. Además, en el caso del gato, con el uso de juguetes podrás evitar sus conductas depredadoras ya que exteriorizarán su naturaleza de forma inofensiva. Por su parte, el perro encontrará en el juguete un objeto que le pertenece y le hará sentirse más cómodo y seguro.
Sobre todo, ten siempre presente que somos nosotros, los propietarios, quienes mediante una actitud correcta y responsable facilitaremos la convivencia. Es cuestión de tiempo, paciencia y mucho amor para todos. Con esto y siguiendo los consejos que te hemos dado, conseguirás que tus peludos se hagan amigos, conviviendo en armonía y haciéndote disfrutar de maravillosos momentos.