¿Sueñas con contribuir aunque sea un poquito al papel de la mujer en la ciencia? El Instituto Smithsonian cumple tu deseo. Con el objetivo de recordar y dar visibilidad a las mujeres en el ámbito de la biología o la física entre otros, ha lanzado una iniciativa para que cualquier persona pueda transcribir los escritos de mujeres que hicieron historia en la ciencia. Textos pero también fórmulas o dibujos que aún no han sido transcritos y traducidos y cuyo valor es, evidentemente, inmenso.
¿En qué consiste? Tan solo se trata de acceder a la página del Instituto en la que todo el material está escaneado. Si te ves con capacidad, tiempo, ganas y nivel de inglés suficientes, puedes presentarte voluntaria para realizar la transcripción. No se requiere ningún criterio o requisito previo, eres libre de realizar la aportación que consideres. Cada texto cuenta con un cursor que indica en tiempo real qué porcentaje del texto ya está traducido. Que sean una páginas o capítulos completos, tu traducción será revisada por una segunda persona que decidirá si es correcta. Si le da el visto bueno, el Instituto realiza una última supervisión y lo da por definitivamente transcrito. Tu texto pasará a formar parte de los archivos y podrá ser consultado por todo el mundo. Las recomendaciones son sencillas: no hace falta buscar formulaciones o traducciones muy rebuscadas, tampoco es necesario dar mil vueltas al texto y fijarse en el formato en esta primera etapa. El Instituto se compromete a revisar todo lo que podría faltar por lo que el valor de la transcripción se tiene que centrar principalmente en las palabras.

El Instituto recalca que estas transcripciones son de especial importancia para los ámbitos de la investigación, educación y cultura. Además de permitir a un mayor número de personas acceder a este tipo de informaciones, rinde homenaje a las mujeres que demostraron que sí, podían encarnar el cambio. Entre los textos más recientes encontramos por ejemplo la contribución de la astrónoma Henrietta Swan Leavitt al proyecto Phaedra para la Universidad de Harvard. La científica, que participó al proyecto que consistía en analizar las placas de vidrio en las que se tomaban las fotografías, demostró la importancia del brillo de las cefeidas.