Si tu respuesta es sí, ¡enhorabuena! Si tu respuesta es no, seguramente estés acomodado/a en una práctica monótona sin realizar asanas y transiciones nuevas, tu práctica no te reta, ni tampoco la realizas de forma asidua y consciente. Es normal sentir dolor si te esfuerzas en llevar tu práctica un poquito más lejos. Aunque no consiste en ser el mejor sobre la esterilla y tratar de superarte cada día, tendrás que superar tus límites físicos y mentales para avanzar en la misma algunos días sí y otros días no. La clave está en asociar placer al dolor.

A menudo me preguntan: “¿Alguna vez sientes dolor al hacer una postura? Se te ve tan cómoda, parece que no tengas huesos.”
Sí, pienso que es la única forma de avanzar. Cuando inicié mi práctica de Ashtanga Yoga en Mayo del 2017 no podía ponerme en Loto (piernas cruzadas). Diría que tardé más de un año y medio, no recuerdo el tiempo exacto, en recuperar la flexión completa de mi rodilla derecha sin dolor y a día de hoy sigo haciendo modificaciones en alguna postura para evitar la luxación. Al principio, se me cansaban los brazos al realizar el Chaturanga sin apoyar las rodillas en el suelo y me costaba flexionar el tronco hacia delante en Uttanasana sin dolor en los isquiotibiales en los primeros saludos al sol.
También tenía poca flexibilidad en los hombros y teniendo en cuenta que la práctica no era la única actividad diaria que realizaba, había días que llegaba agotada al final de la práctica y hacer los puentes me costaba mucho.
Ardor en los cuádriceps, dificultad para respirar y estirar los brazos... son sensaciones que yo también he sentido al profundizar en ellos; incluso pasé por una lumbalgia de más de tres meses. En mis extremidades inferiores también tenía y sigo teniendo algunas limitaciones.
Por ejemplo, mi flexión de cadera izquierda con pierna estirada estaba más rígida que la derecha puesto que en gimnasia rítmica trabajábamos mucho más el lado bueno y cuando realizaba posturas que requieren flexión de caderas como Prasarita Padhottanasana o Supta Padangusthasana sentía dolor en el isquiotibial de la pierna izquierda. ¡Y ya ni te cuento para lograr poner la pierna detrás de la cabeza en Eka Pada Sirsasana y Dwi Pada Sirsasana!
Además, en Prasarita Padhottanasana sufría dolor en los pies al trabajar abrir talones hacia fuera y aunque mis tobillos a día de hoy están más flexibles todavía les falta ganar rango de movilidad para lograr posturas como Pasasana o Catching con mayor facilidad.

Te recomiendo que utilices la práctica como un ritual sanador, más que como una práctica física en sí. La práctica del yoga tiene un poder de sanación física y mental increíble, nos invita a encontrar el equilibrio, a escucharnos y sentirnos para bajar el ritmo o meter más intensidad, a acoger situaciones incómodas, a abrazar los obstáculos, a amarnos y amar.
A medida que aumentan tu constancia y tu entrega en la práctica, vas ganando fuerza y flexibilidad. Sobre la esterilla tus patrones de pensamiento negativos se transforman por otros positivos y los sentimientos de bienestar, aceptación y equilibrio se trasladan a la vida, fuera de la práctica.
Una lesión o un problema de salud suelen ser los motivos principales por los que la mayoría de los practicantes se acercan al yoga. Antes de comenzar mi camino en Ashtanga Yoga me lesionaba muchísimo y desde entonces únicamente he tenido contracturas y dolores leves consecuentes de una práctica física tan retadora. Con esto quiero animarte a introducir la práctica en tu rutina diaria, porque no necesitas ser flexible y fuerte para empezar y con sólo 15 minutos diarios vas a sentir cómo poco a poco tu cuerpo se expande. Comienza introduciendo una práctica de 15 minutos 2 o 3 días por semana, ¡únete a mi club Fityoga hoy mismo!