Los apodos de parejas son una mirilla en la intimidad ajena. Descubren, revelan y chivan. Desvelan a los oídos ajenos algunos de los entresijos de la vida más privada de quienes nos rodean. Los “gordito”, “cari” o “bebé” que revolotean alrededor de una pareja de enamorados son retazos de dinámicas personales expuestas. Pero ¿cuáles son en España los apodos de pareja más comunes?
Al margen de las anécdotas personales que acaban transformadas en motes y sobrenombres, hombres y mujeres tienden, al menos en el castellano, a extraer apodos de cinco campos diferentes: el nombre propio, el cuerpo humano, la repostería, los animales y la naturaleza. Novias y novios acaban refiriéndose el uno al otro como Cris, Juanito, Felipón, Martiña o Luisito. Acaban llamándose corazoncito, orejitas o barriguita. Terminan por llamarse, para el generalizado bochorno ajeno, ratoncín o luna mía. Los prefijos diminutivos, con sus icos, itos, iñas e itas, se propagan por nombres propios y comunes. El cariño se expresa, aquí, en su versión más minúscula.
Pero, según un estudio publicado por la Universidad de Ohio, el efecto es mayor de lo, a primera vista, sospechado. De acuerdo con las conclusiones extraídas por sus autoras, las profesoras Pearson y Bruess, quienes se refieren a su pareja por un sobrenombre demuestra con ella mayor complicidad y compenetración que quienes solo emplean para llamarla su nombre de pila. Y el efecto tiene correspondencia. El apelado también siente los efectos del mote. En él, el apodo le hace sentir especial, señalado. Reblandece las tensiones y engrasa la relación. Las parejas que los emplean, apuntó la investigación, parecen ser más felices que las que prescinden de ellos.
Uno de los más frecuentes entre tortolitos es “bebé”. La indefensión de los niños pequeños sitúa a quien lo emplea en una posición de protección. El instinto protector se escurre entre las letras de este apodo. En los animales de formas redondeadas, como los osos, los conejos y los gatos, algunos enamorados encuentran también fuente de inspiración para elaborar sus apodos de pareja más cariñosos. En esta galería, recogemos y ordenamos los motes más comunes para parejas.
Diminutivos
Convertir cualquier palabra en diminutivo es muy habitual en los apodos de pareja. “Pequeñito”, “cosita” o “chiquitita" son algunos ejemplos.

Partes del cuerpo
Sí, recurrimos a ellas. “Mofletitos”, “ojazos”, “hoyuelos”, “rizitos de oro”, “mi barbitas”…Y ya si entramos en el terreno de la anatomía más íntima y sexual, los hay para todos los gustos.

Repostería
“Caramelito”, “bomboncito”, “pastelito de chocolate”, “bolita de coco”… Existe todo un repertorio dulce para los más empalagosos.

Animales
Quizá, de primeras, te cueste imaginar un apodo animal para la pareja, pero si te decimos eso de “ratón”, “gatita”, “leona”, “pajarito”, “tigre” o "cocodrilo" seguramente te suene más. Cuidado, no todos los animales son convertibles en apodos de pareja, porque llamar a alguien buitre, elefante o alimaña no es muy deseable.

Naturaleza
“Mi sol”, “mi luna”, “mi luz”, “mi estrella”… la naturaleza es un mundo muy recurrente para las parejas más profundas.
