En los episodios pasados de Amar es para siempre, Elena nos dejó boquiabiertos con su maldad de nivel experto. La viuda de Federico se autolesionó y le echó la culpa a Lola. Todo para que Malena le diese la espalda a la pobre Gómez. Ahora viene lo más complicado: el juicio. Solo puede haber una ganadora en esta cruenta batalla.
En el capítulo de hoy, Lola cambia de parecer y decide que sus padres la acompañen al juicio para darle su apoyo. Mientras tanto, Alicia se pone en modo malvada e intenta desprestigiar a Lola durante el interrogatorio a Román, metiendo la cuchara en la relación entre Lola y él. Por otro lado, Quintero se entera de que Silvia le ha alquilado un despacho y están listos para trabajar juntitos y felices.

Y hablando de líos amorosos, Crespo le suelta la bomba a Alicia de que él y Elena vuelven a estar juntos. ¡Pobre Alicia, no le gusta nada esta relación! Además, Sofía decide pasar de ser la coreógrafa de Rafaella Carrà y quedarse en la Plaza de los Frutos. Sí que le ha cogido cariño al barrio. Y Benigna también arma un lío con Peñalara frente a unos periodistas, y la cosa se pone tensa entre ellos.
Marcelino le da un toque de atención a Pelayo por el trato que Marisa da a los clientes, preocupado de que estén perdiendo clientela por culpa de ella. No quiere que el negocio se vaya a pique. Y Victoria está ahí para Malena, que está pasando por el peor momento de su vida por culpa del juicio de Lola. La que se avecina en el barrio.

Pelayo, metiendo la pata, culpa a Marisa por la falta de clientes y la ofende, mientras Quintero saca de quicio a Elena durante el interrogatorio y el juicio da un vuelco en favor de Lola. Silvia y Quintero empiezan una nueva etapa en su relación con el nuevo despacho. Por otro lado, Sofía se topa de nuevo con el colgante de Ester. Y los Gómez aparecen de sopetón para apoyar a Lola, mientras Alicia la pone contra las cuerdas.