Callejeros ha vuelto por la puerta grande. El programa más famoso de Cuatro estrenó nueva temporada con el reportaje Vecinos molestos, una de sus especialidades.
Nacho Medina, emblemático reportero del programa, junto a Fanny Boehm, Adolfo Zarandieta y Silvia Ruiz salieron a la calle cámara al hombro para mostrar la realidad en directo y dar voz a los protagonistas.
Después de hablar con Neli, una avecina agresiva y racista, Nacho se trasladó hasta una casa abandonada en Madrid valorada en 500.000 euros. Sus dueños, Manolo y Carmen aseguran que tuvieron que mudarse a la playa debido a los ruidos y olores insoportables que llegaban desde el local de abajo, un restaurante libanés.

Manolo asegura que ha perdido su casa después de estar pagando durante 30 años, después de que instalaran una cocina libanesa: «Vivimos en el primero y el bar está justo debajo de nosotros. Montaron una campana extractora que nos ha hecho la vida imposible. Es un ruido constante desde las 12 de la mañana hasta las 12 de la noche, las paredes vibran».
El protagonista de esta historia explica que el límite en España está en 30 decibelios y el restaurante supera lo 38. «Bajamos a hablar con los propietarios, dijeron que iban a solucionar el problema en noviembre de 2022, pero seguimos igual».
Hasta aquí todo correcto. Los típicos dueños de un restaurante que se niegan a negociar con los vecinos para hacerles la convivencia más pacífica. El problema llega cuando Manolo se confiesa y afirma que llegó a sopesar la idea de asesinar a sus molestos vecinos.
«Ha habido más de una ocasión en la que pensamos romper el suelo de nuestra casa, derribar el suelo con una maza y que todo ese suelo se cayera encima suyo. Pensamos en cometer un delito, en matarlos, porque la situación te vuelve loco, pierdes el control», decía Manolo, orgulloso de no haber cometido el crimen.

No contento con revelar su plan maestro para cargarse a los dueños del restaurante libanés, Manolo añadió una nueva perla que dejó a Nacho Medina con la boca abierta. «Yo he reaccionado violentamente y he destrozado el coche de un hombre que nos impedía salir. Todo por el estrés acumulado. De hecho, en un momento dado, un propietario de un camión de reparto bloqueó nuestro coche y no nos dejaba salir, estuve a punto de destrozarle, mi mujer me paró porque pensaba que podía matar al conductor. No fui capaz de explicarle porque estaba poseído por Satanás», decía Manolo con una extraña sonrisa de oreja a oreja.
Y aquí no acaba la cosa. El matrimonio afirma que va cada 20 días al médico, tras ser diagnosticados con estrés agudo por los ruidos: «Estamos de baja médica por lesiones mentales». En este momento, Nacho tira de ironía y les dice con más cara que espalda que «el que esté viendo esto puede decir 'vaya tela', les dan la baja y se van a vivir a la playa, podíais haber ido a Toledo o a Cuenca».
Manolo se justifica asegurando que se han marchado al lugar donde pasaron su infancia porque, según él, «no porque haya palmeras estamos de vacaciones, el médico nos dijo 'alejaros del problema'».

La parte más divertida de la entrevista llega cuando Manolo saca su móvil y muestra un vídeo realizado a las once de la noche en su vivienda. Se supone que en el vídeo debe escucharse el insoportable ruido de la campana extractora, pero por más que intentamos escuchar, solo se aprecia un ligero zumbido con el que sinceramente, se dormiría hasta Edward Cullen (Robert Pattinson) y es un vampiro, nunca duerme.

Tras despedirse de los protagonistas de esta historia, Nacho pone rumbo a Madrid para hablar con el propietario del restaurante que, curiosamente, asegura que todos los problemas están resueltos.
Con toda la información en la mano y la suave melodía de una campana extractora que se escucha menos que mi móvil en silencio, Nacho sube al pisazo valorado en 500.000 euros para comprobar si el tema del ruido está solucionado. Y milagro, Nacho no escucha nada, ningún tipo de ruido.

Cuando llama por teléfono al propietario de la casa y se lo comunica, éste le dice que «con esta historia llevan doce meses» y cuelga, convencido de que su baja por lesión mental y su escapadita a la playa de un año está totalmente justificada.