Carys Douglas, nacida en Ridgewood (Nueva Jersey, Estados Unidos), vivió una infancia marcada por la opulencia y la privacidad en las paradisíacas Bermudas, donde sus padres, Catherine Zeta-Jones y Michael Douglas, poseen una espectacular villa de 700 metros cuadrados con vistas al océano.

Este refugio insular fue clave para resguardar la intimidad de Carys y su hermano mayor, Dylan (23), de los implacables paparazzi. Unos niños privilegiados que crecieron entre algodones, rodeados por el lujo y tuvieron acceso a la mejor educación.

Sin embargo, el traslado a Manhattan a la temprana edad de seis años no fue tan bien recibido por la joven heredera, quien extrañaba la naturaleza salvaje y se encontraba bajo el constante escrutinio mediático.
A pesar de haber nacido en la cúspide de la fama como parte de la icónica saga Douglas, Carys no siempre se sintió cómoda con su legado.

Aunque su madre, Catherine, siempre le ha recordado el privilegio de su entorno, animándola a valorar la vida extraordinaria que lleva, Carys se enfrenta a la incertidumbre sobre su futuro profesional después de graduarse con honores en el Bachillerato Internacional.

A pesar de sus habilidades para la actuación, el canto y la música, aún no ha decidido si seguirá los pasos de sus ilustres progenitores en la industria del entretenimiento.
En una entrevista reciente junto a Catherine, Carys expresó su frustración por el hecho de que no se perciba el esfuerzo que pone en todo cuanto hace, denunciando la percepción que tiene el público de que todo le es regalado debido a su linaje.

Aunque consideró estudiar medicina en una prestigiosa universidad de la Ivy League, su verdadera pasión parece estar en el mundo de la moda y el glamour, donde acompaña a su madre a eventos de renombre mundial, desde los desfiles de Dolce & Gabbana en el Metropolitan Opera hasta las presentaciones de Karl Lagerfeld en París.