Ayer aterriza en Netflix Ni una más, una adaptación de la novela homónima de Miguel Sáez Carral, que protagonizan la madrileña Nicole Wallace -famosa por su trabajo en SKAM y Parot- y la pamplonesa Clara Galle (A través de mi ventana). Con solo 22 años, estas jóvenes promesas de la interpretación han convertido una novela en una de las mejores series de los últimos meses
Ni una más es de esas ficciones que te engancha desde el primer capítulo gracias a un guion muy bien estructurado y a la suerte de contar con actores como Iván Massagué,Eloy Azorín, Gabriel Guevara, Sara Rivero y Ruth Díaz, encargados de aportar la dosis justa y necesaria de drama para que la serie no se haga pesada y sigas pinchando en 'siguiente capítulo' hasta que llegues al octavo orgullosa de haber invertido 4 horas de tu vida en algo que merece la pena.
La serie, creada por José Manuel Lorenzo (El inmortal) y Miguel Sáez Carral, de la que ambos son productores ejecutivos, está escrita por el propio Miguel Sáez Carral (autor de la novela) en colaboración con Isa Sánchez y ha sido dirigida por Eduard Cortés, David Ulloa y Marta Font.
Ni una más cuenta la historia de Alma, una adolescente rebelde, feminista y valiente de 17 años que, en plena recta final de segundo de Bachillerato, no tiene ni idea de qué hacer con su vida. Una realidad a la que muchas jóvenes se enfrentan cada año, pasando por una EVAU que determinará sus futuros sin saber ellas lo que de verdad esperan del futuro.

Alma tiene una familia típica formada por unos padres preocupados por su falta de interés en los estudios y un hermano pequeño que vive ajeno a esta polémica. En el primer episodio somos testigos de los problemas típicos de la adolescencia, a los que todas, en mayor o menos medida nos enfrentamos en el pasado: fiestas, alcohol, drogas, peleas familiares, relaciones tóxicas, etc. Pero un día, todo cambia. Alma cuelga una pancarta en la entrada del instituto con la frase "Cuidado, ahí dentro se esconde un violador" y todo el colegio se le echa encima tachándola de "loca".
Las relaciones tóxicas en la adolescencia
Alma comparte su vida con sus dos grandes pilares, su amiga Nata (Aïcha Villaverde) -la chica "popular" del instituto gracias a su relación con el capitán del equipo de fútbol- y Greta (Clara Galle), una joven que explora su sexualidad sin tapujos ni miedos y que apoya a Alma en todas sus decisiones sin revelar nunca que siente mucho más por ella que una bonita amistad.

De hecho, Alma está loquita por de David (José Pastor), el hermano mayor de Greta y aunque esta siente "envidia" de su hermano por ser capaz de cautivar a la chica de sus sueños, no duda en animarla a lanzarse a la piscina con el chico porque al fin y al cabo, solo se vive una vez.
Mientras Greta y Alma se quieren de una forma muy especial y tan sana que bien merece la pena que acaben juntas, Nata vive un tormento con su novio Alberto (Gabriel Guevara), quien la utiliza a su antojo sin importarle sus deseos y necesidades. Para Alberto, Nata es "un polv* más, un calentón, una zorr* que se deja hacer de todo". Sin embargo, Nata solo espera que Alberto cambie y se convierta en un príncipe azul que la lleve a celebrar San Valentín a lomos de un caballo blanco. Algo que, como era de esperar, nunca pasa.
La relación de Nata y Alberto le resultará familiar al 90% de mujeres que, como yo, han vivido al menos una historia de "amor" tóxico y humillante que por un lado nos ha hecho llorar mares de lágrimas y por otro nos ha hecho entender, a base de muchas caídas, que ahí no es. Los celos adolescentes, el priorizar a tu pareja por encima de tu propio bienestar aun sabiendo que lo que hace está mal...

Las tardes de partido viendo a tu churri jugar mientras se te congelan los dedos de los pies en pleno febrero, solo porque él quiere verte ahí. Las noches fingiendo que te interesa observar cómo juega a la play con sus amigos mientras tú miras el móvil sin parar esperando que una buena amiga te saque de allí... Pero nunca te sacan, porque en el fondo estás donde quieres estar. Por muy triste y desgraciada que te sientas.
Alberto no tiene jamás en cuenta los sueños de su chica, convirtiéndola a menudo en un simple "juguete sexual", llegando al punto de prestársela a sus colegas para que se den una alegría. Nata, capaz de cualquier cosa por ganarse el favor de su amado, hará lo imposible por complacerle hasta que se da cuenta de que en el camino por hacerle feliz a él, se ha perdido a ella.
Todo lo contrario a lo que ocurre con Alma y Greta, dos amigas que conectaron en Infantil y que no han vuelto a separarse. Se cuidan, se apoyan, se entienden y como dirían Rosalía y Tokischa... También se besan, porque las amigas que se besan son la mejor compañía.
Veo la serie por la trama
— La guiri reportera🍒 (@La_guiri_Rusli) May 31, 2024
La trama #niunamás pic.twitter.com/lHzreQeMsN
Adivinar el culpable
La vida de Alma cambia para siempre cuando, una noche, tras recibir una cobra por parte de David y probar una droga directamente de la lengua de su amiga Greta, se marcha a casa de alguien que le arruina la vida. Alma, casi inconsciente e incapaz de hablar sufre una violación que le convierte en una adolescente solitaria y depresiva.
Solo Greta adivinará desde el principio que su amiga ha sido víctima de una violación. Y solo Greta pondrá el mundo patas arriba por descubrir quién se ha atrevido a hacerle eso a su más fiel compañera. La vergüenza, el asco y la tristeza se apoderan de Alma, quien es incapaz de hablar con nadie el infierno por el que pasó la noche en la que se escapó de casa para ir a una fiesta de "mayores".

Cuando Alma por fin se da cuenta de que ella "no se lo ha buscado", que ni su vestido, ni su estado, ni su forma de bailar importan en este oscuro capítulo de su vida, las ganas de hacer justicia aparecen como un rayo de luz, especialmente cuando se entera que Berta (Teresa de Mera), otra de sus amigas de la infancia, ha pasado por este calvario de una forma mucho más brutal, tanto que le ha llevado a intentar suicidarse en tres ocasiones.
Ojalá nunca tuviéramos que decir #NiUnaMás. Todos los episodios ya están disponibles. pic.twitter.com/mptIC1lM9y
— Netflix España (@NetflixES) May 31, 2024
La serie se convierte así en una lucha encarnizada por sacar a relucir a los culpables, mientras todo el instituto se posiciona en contra de Alma porque, al fin y al cabo, "nunca tuvo bien amueblada la azotea".
Aprender a decir que no
Ni una más aborda temas tan controvertidos como las agresiones sexuales, las drogas y el consentimiento en una edad en la que hacemos cosas que odiamos solo por aparentar, por encajar, por no ser la oveja negra en una sociedad en la que los niños empiezan a consumir pornografía antes de los diez años. Los chicos tratan como actrices porno a sus compañeras, mientras ellas aceptan todo tipo de humillaciones para agradar a sus parejas.
Por eso es tan importante, como madre de dos niños que mañana se enfrentarán a un mundo voraz, educarles en el respeto y la resiliencia, enseñarles desde pequeños que todos somos iguales, que "no siempre es no" y que aunque al principio sea sí, puedes decir después que "no" sin importar lo que piense el de al lado.
8 capítulos de 40 minutos son suficientes para que nuestros hijos se den cuenta del daño que pueden hacer y hacerse si no aprenden a convivir como seres humanos racionales y no como gorilas en celo. La ficción en ocasiones se torna cómica y divertida gracias a la increíble interpretación de Clara Galle, quien, con solo 22 años es capaz de enamorarte a través de la pantalla, que no de la ventana.
Que dolor tan grande ver plasmado el sufrimiento de muchas, agradezco tener la suerte de no ser una más, hermosa serie que espero con el corazón que ayude a más de una mujer a contar y a más de una familia a saber cómo actuar 💜 #niunamas
— cam🦋 (@camizogbe) May 31, 2024
La serie también es reivindicativa, poniendo en valor las manifestaciones feministas del 8M, la unión de las mujeres de todo el mundo por hacer del mundo un lugar mejor y la lucha incansable por rebajar las cifras de agresiones sexuales. En definitiva, una obra maestra de Netflix que nos deja un sabor agridulce tan necesario como el saber decir "no" cuando nos obligan a un "sí".