El 22 de agosto de 1954 partía del puerto de Venecia un enorme yate con el nombre de Agamenón. Todo comenzó cuando Eugenides quiso agradecer a la Reina Federica de Grecia con un broche de brillantes por haber sido la madrina de su barco. Sin embargo, esta no aceptó y le pidió a cambio que le cediera el Agamenón para organizar un exclusivo viaje con un doble objetivo: por un lado, para promocionar su país como enclave turístico y, por otro, para que los jóvenes de la realeza pudieran intimar en un lugar distinto y romántico.
Entre los 110 pasajeros que viajaban a bordo se encontraban ni más ni menos que Juan Carlos y Sofía -por aquel entonces una adolescente de 15 años-. Todos los pasajeros eran miembros de la realeza europea, desde la princesa Irene -que superaba los 80 años-, hasta el príncipe Jorge -de tan solo 13 años-. El viaje duró 13 días y pudieron visitar Mykonos, Corfú, Santorini, Creta, Rodas, Salónica y el monte Olimpo.
Aunque se celebraron bailes a golpe de vals, los jóvenes Juan Carlos y Sofía no se fijaron el uno en el otro y, por lo tanto, Juan Carlos no la sacó a bailar. Por aquel entonces tenían muy pocas cosas en común. Juanito (nombre con el que se le conocía entonces) era un chico extrovertido, muy bromista e incluso 'gamberro'. En cambio, ella era tímida y reservada. Pero la anécdota del viaje llegó cuando Sofía le confesó que estaba recibiendo clases de judo, a lo que Juanito respondió, entre risas, que le iba a servir de poco como princesa. “Dame la mano”, le pidió Sofía y acto seguido le hizo una llave que le tumbó en el suelo.

El 3 de septiembre el crucero terminó desembarcando en Nápoles y los ahora reyes eméritos se despidieron amistosamente. No sería hasta 1961, durante la boda de lady Katherine Worsley y el príncipe Eduardo de Windsor, cuando su historia de amor se fraguó. “Fue entonces cuando empezamos a sentir el tirón del atractivo”, confesó a Urbano la reina Sofía. Y desde aquel momento hasta hoy, los reyes eméritos nos han dejado infinidades de fotografías románticas y mil secretos de amor por contar.