Salma Bennani, 18 años después de su boda con Mohamed VI

La vida de Lalla Salma está llena de claroscuros propios de una monarquía opaca como la de Marruecos
Lalla Salma de Marruecos

Este sábado, 21 de marzo, se cumplen 18 años dela boda entre Mohamed VI, rey de Marruecos, con una joven plebeya llamada Salma Bennani, huérfana de madre, criada bajo la batuta de su abuela, Fátima, en la ciudad de Fez. Su enlace fue toda una revolución, no solo en su país, sino en todo el mundo árabe, por muchos ingredientes que van mucho más allá de la condición de la joven.

El hecho de que la elegida fuera una plebeya fue motivo de debate en el reino alauí. La corte y los monárquicos más puristas no entendieron que el joven rey no se decantara por una mujer de familia tradicional, de clase dirigente e influyente del país. Una mujer preparada para el mundo laboral occidental, pero no para ocupar el trono junto a un rey. Y es que ahí también residió la novedad. Mohamed VI le otorgó a su esposa una agenda y un estatus que ninguna otra consorte en Marruecos había ostentado. Salma dejó de ser una de las mujeres del rey -hasta Hassan II, los reyes del país disfrutaron de un harem- para ser la Princesa Lalla Salma de Marruecos, con título y tratamiento de alteza real.

Salma vivió 10 años de esplendor. En 2003 dio a luz a su primer hijo y heredero al trono, Moulay Hassan, y en el 2007, nació la segunda hija del matrimonio, Lalla Khadija, a la cual está muy unida. Hasta 2012 fue el vivo rostro de la modernización del país, de las reformas impuestas bajo el mando de su marido. Con una agenda propia, Lalla Salma inauguró hospitales, escuelas, ONG´S e incluso llegó a representar a su marido en el extranjero en bodas, actos institucionales e incluso en toma de posesiones de presidentes. Su estilo, siempre respetando las tradiciones de su país, fue alabado por las principales cabeceras de moda del mundo. Todo parecía ir a las mil maravillas, hasta que la prensa se empezó a hacer eco de los problemas que venía atravesando el matrimonio y de la jaula de oro en la que vivía la princesa.

Enemiga número uno de la corte

La corte alauí nunca entendió la elección de su rey. Aunque en Marruecos los monarcas son vistos y tratados como dioses, representantes vivos de Alá en la tierra, muchos fueron los que torcieron el gesto con la entrada de la plebeya en el Palacio de Rabat. Tampoco las hermanas del rey la acogieron bien. Desde el comienzo de su matrimonio, Salma tuvo que navegar en aguas hostiles. Era el enemigo número uno de una corte cada vez menos influyente, muy contraria a que se adoptaran medidas occidentales en el país.

La familia real de Marruecos - Gtres

Del 2012 al 2017, el matrimonio fue sobreviviendo a duras penas. Eso no impidió que la princesa estuviera recluida. Muchas fueron las veces en las que alternó con las reinas de España, Sofía y Letizia, las de Jordania, Noor y Rania, así como el resto de casas reinantes de Europa. Fue su último canto del cisne. En el 2018, los marroquíes se despertaron con una foto de toda la familia real en París, en una habitación de hospital, haciendo comapañíao a un Mohamed VI optimista, pero enfermo. Estaban todos: hijos, hermanas… todos menos Salma.

Aquello fue interpretado como un divorcio consumado o en ciernes. A partir de entonces, la que fuera joven plebeya con poder en palacio desapareció de la vida pública y se quedó sin agenda. En el 2019, tras casi dos años de ostracismo, Salma volvió a reaparecer visitando un mercadillo junto a su hija, Lalla Khadija. El año terminaría con un comunicado del rey y la princesa desmintiendo que entre ellos hubiera cualquier problema con la custodia de sus hijos, algo muy extraño teniendo en cuenta que el divorcio nunca fue confirmado. Sin embargo, quedan en el aire todas las preguntas por responder: donde vive la princesa, que tipo de vida lleva y que futuro le espera como ex mujer de rey que sigue haciendo de la opacidad su estilo de vida.

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