En el mundo en el que vivimos, tener un barco es interpretado como un factor diferencial del lujo. Tener la posibilidad de surcar los mares a bordo de una lujosa embarcación no está al alcance de cualquiera, pero sí de los royals. Desde hace décadas hemos visto cómo los representantes de las principales casas reales han utilizado este transporte tanto para sus viajes oficiales como para los privados. Sin embargo, esto ha sido objeto de polémica en ocasiones ya que están sufragados por el Estado, algo que algunos sectores de la sociedad no han visto con buenos ojos.

Una de las primeras en dejarse fotografiar a borde de uno fue la reina Isabel. El Britannia fue el yate de Estado o de representación perteneciente a la Corona británica y que tras ser dado de baja tras 43 años de servicio, fue destinado en 1997 por orden de la reina Isabel II como barco museo en Edimburgo. Antes de eso dejó bonitas imágenes a bordo del mismo, como esta junto a su marido, el difunto Felipe de Edimburgo.
En lo que a España se refiere también hay una historia que contar sobre los yates y se escribe bajo el título de Fortuna, que es el nombre con el que se conoce a los que ha disfrutado el rey Juan Carlos I, un gran aficionado a este tipo de transporte. En total dispuso de cuatro y con alguno llegó a competir en los Juegos Olímpicos de 1972. Antes se había ido de luna de miel en el Eros, un barco con gran historia. Finalmente, en 2013 decidió renunciar a su uso. Para ello, solicitó al presidente del Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri, la desafectación del yate como bien de este organismo, que es quien el propietario de los barcos reales. Es reseñable recordar que su construcción costó unos 18 millones de euros, pero fue traspasado a Baleària en 2014, bajo el nombre de Foners y por menos del 10%: 2,2 millones.
A continuación, hacemos un repaso por algunos de los yates más conocidos de los royals. ¿Por cuál te gustaría navegar?
La luna de miel de Sofía y Juan Carlos
En la mitología griega, Eros el Dios del amor y del deseo. Más en la actualidad fue el nombre con el se bautizó a la embarcación, amarrada cerca del Pireo, que sirvió como método de transporte para que don Juan Carlos y doña Sofía se embarcasen en su luna de miel, tras su boda celebrada en Atenas el 14 de mayo de 1962. Fue la constructora Brooks Motor Craft la que dio forma a este barco, creado en 1939 y renovado en 2010, con capacidad para albergar a 8 pasajeros.

Reino Unido-Britannia - Leander G
La Familia Real inglesa ha sido durante su historia muy proclive al uso de este tipo de barcos. Hasta un total de 83 han tenido desde la restauración del rey Carlos II en 1660, quien solo él disponía de 23. El Britannia -en la foto- es uno de los más conocidos, pero se desmanteló en 1997. Otro de los más famosos fue el Leander G, usado habitualmente por los príncipes de Gales, Carlos y Camilla. Tiene 10 suites para dar cobijo a 22 invitados atendidos por 23 tripulantes.
Entre sus comodidades destacan: salón, comedor, con instalaciones de jacuzzi, fitness, plataforma de baño, así como una sala de buceo y helipuerto. Actualmente se encuentra amarrado en el puerto de Edimburgo únicamente como atractivo turístico, pero en 2011 lo cerraron para celebrar la fiesta previa a la boda real de Mike Tindall y Zara Phillips.

Pacha III- Grimaldi
La Familia Real monegasca ha navegado en las últimas décadas a bordo del Pacha III, cuyo nombre no es ninguna casualidad ya que nace de la idea de Carolina de unir la primera letra del nombre de cada uno de sus hijos. Este barco de vela cuenta con una decoración al más puro estilo años 30 en sus 36 metros de eslora y más de 80 años de historia.

El yate de Carolina de Mónaco
El Pacha III fue comprado por Stefano Casiraghi y por la hermana del príncipe Alberto poco antes de que tuviera lugar el inesperado accidente náutico que acabaría con la vida del empresario en un abrir y cerrar de ojos. Carolina se quedó viuda con tan solo 33 años, aunque rodeada del cariño de sus seres queridos pudo salir adelante, especialmente de sus tres hijos: Charlote, Andrea y Pierre Casiraghi. Todos ellos disfrutan de jornadas marítimas a bordo de este yate.

Dannebrog-Dinamarca
Los daneses homenajean a su país con este barco propiedad de la reina Margarita pero que utiliza toda la familia para desplazarse por el Mediterráneo o el Caribe. Se construyó en 1931 y goza de una capacidad de hasta 14 pasajeros con 52 tripulantes.

Fortuna- Juan Carlos I de España
Quizá el yate más mítico del rey emérito. Bajo el nombre de Fortuna se engloban todos los barcos que ha tenido la Familia Real Española. El último que utilizó fue en 2012 y anteriormente disfrutó de otros 3. El primero fue de clase Dragón –un tipo de embarcación de vela– y lo utilizó para participar en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. Los yates de Juan Carlos, un gran aficionado a la navegación, siempre han estado acompañados de polémicas, como que llenar su depósito costaba 25.000 euros. Y es que no hay que olvidar que el propietario real era Patrimonio Nacional, la institución pública que gestiona inmuebles de alto valor.

Norge- Familia Real Noruega
Los noruegos surcan las templadas aguas mediterráneas buscando buen tiempo a bordo de esta embarcación construida en 1931. Tiene 85 metros de eslora. Lo suele utilizar Harald de Noruega, quien en 2017, lo empleó para acudir a la boda de su sobrina, Helena Cristina Sommerlath. En 2019 participó en las regatas junto a Felipe VI y amarró su yate en Portopí.

Wajer 55- Guillermo y Máxima de Holanda
Quizá los royals más novedosos en utilizar un yate fueron Guillermo y Máxima de Holanda, quienes en 2020 se gastaron dos millones de euros en uno para surcar los mares de Grecia, pero les salió caro ya que fueron muy criticados por viajar de este modo en plena pandemia. Su nombre, Wajer 55.

Polaris- Familia Real Sueca
Carlos Gustavo de Suecia lo tiene claro. No quiere frío y en verano busca el calor del Mediterráneo. Y qué mejor manera de disfrutar de él que a bordo del Polaris.
