Este sábado saltaban todas las alarmas. Albert Solá, conocido por asegurar ser el hijo del rey Juan Carlos, fallecía en un bar de La Bisbal del Ampurdán (Gerona), tal y como revelaron medios locales. El hombre perdía la vida de manera repentina a los 66 años de edad. Sin embargo, aunque se desconocen las causas de la muerte, todo apunta a que podría tratarse de una muerte súbita. Ocurrió a las 22:00 horas, cuando Solá llegó al local, acompañado de un amigo, según informaba El País.

Una trabajadora del local en el que sucedieron los hechos comentaba al citado medio que, al terminar su jornada laboral como camarero, todas las noches Solá frecuentaba el bar. “Pidió una copa de vino, la cogió y cuando iba para la mesa donde estaba su compañero, se desplomó”, explicaba la mujer. Su acompañante, intentó reanimarle mientras llegaban al lugar los servicios sanitarios, pero sin éxito. Finalmente, los médicos solo pudieron confirmar su muerte.
Albert Solá se dio a conocer cuando aseguró que era el hijo de don Juan Carlos, lo que le situaría en la línea de sucesión al trono. Su historia tuvo un gran alcance mediático, tanto que atravesó las fronteras hasta que el New York Times se hizo eco de la noticia. Su versión de los hechos narra que en durante su infancia quedó huérfano, motivo por el que se crió con una humilde familia en una isla del Mediterráneo. Al parecer, en su entorno comenzó a rumorearse que su padre era el actual rey emérito. Posteriormente, un agente secreto le ofreció su ayuda para reunir las pistas necesarias y así poder conocer sus orígenes y saber si esas habladurías estaban en lo cierto o no.

En el año 2015, el Tribunal Supremo no aceptó a trámite su demanda, al considerar que ocultaba datos y que no presentaba una prueba de ADN. Sin embargo, siempre ha habido dos pistas que han estado presentes en la crónica social de nuestro país. Una de ellas, una prueba genética que se tomó con Ingrid Sartiau, una mujer belga, quien también aseguraba ser hija de don Juan Carlos. Dicha prueba biológica fue llevada al laboratorio, donde el resultado expresó que era muy probable que Solá y Sartiau fueran hermanos. También, en la partida de nacimiento del fallecido, que detalla que nació en 1956 (dato que supondría que sería el hijo del Emérito y, por consiguiente, el hombre que podría haberse convertido en el Rey de España), y su nombre original, Alberto Fernando Augusto Bach Ramón.
“Yo el hijo del Rey”, era la frase más pronunciaba por Albert Solá. La cosa no quedó ahí y el difunto hombre quiso poner este entramado en manos de la justicia, aunque sus esfuerzos fueron en vano. En 2019 publicó una autobiografía titulada El monarca de La Bisbal. El ejemplar cuenta con un total de 182 páginas en las que Albert cuenta su vida en primera persona, en las últimas 26 presenta una serie de documentos que no han estado exentos de polémica. Entre ellos, una partida de adopción firmado por un familiar de Franco. La madre de Solá fue enviada a Suiza porque el niño necesitaba cuidados especiales según le indicaron. En 1956 alguien, según Albert, "enviaba 900 pesetas al mes para mi manutención". Posteriormente, cuando cumplió siete años, fue adoptado por Salvador Solá y Antonia Jiménez, una pareja de agricultores.
Cuando se cumpla la primera semana tras la muerte de Albert Solá, se emitirá el capítulo que grabó junto a Carlota Corredera en ¿Quién es mi padre?, tal y como confirmaba hace unos días Socialité. El programa emitirá las que serán sus últimas declaraciones antes de fallecer el pasado 8 de octubre. En estas últimas palabras de Solá, contará los motivos que le llevaron a pensar que era el hijo de don Juan Carlos, hecho que de ser cierto le hubiera posicionado como heredero al trono español, rol que en la actualidad ocupa el rey Felipe VI. Dada la sensibilidad que puede despertar este asunto, la Familia Real española no se ha pronunciado nunca al respecto, ya que la discreción es una de las fórmulas que siempre han llevado a cabo desde tiempos pasados.