Altea, siempre ha sido retiro obligado de artistas y celebridades. Ya por los años 60, eran muchos los artistas, como Marisol o el pintor Benjamín Palencia, quienes deambulaban por su casco antiguo, declarado de 'Bien de Interés Cultural'.
De alma hippiesca y bohemia, en lo alto de la bahía entre Calpe y Benidorm, por lo que se pueden ver unos paisajes únicos, ideales para una sesión de fotos y en los que la calma y la inspiración puede aparecer en cualquier calle laberíntica de este pueblo marinero.
El placer de perderse en sus calles sin salida, de gran pendiente, pero tranquilos por que todas llegan al centro. Aquí es justo donde aparecen las tiendas en las que encontrar auténticos tesoros 'handmade', abiertas siempre en las noches de verano tanto para turistas como residentes. Sin olvidar los bajos de casi todos los edificios con acceso al mar y llenos de terrazas, bares o clubs donde desconectar.
Las playas o las odias o las amas. Nada de arena, te encontrarás con esos quijarros blancos que son para muchos una gran pesadilla para los pies. Unas buenas cangrejeras, ayudarán a que tu día de sol sea un poco más placentero. Eso sí, playas con poca gente, sin masificar, en las que poder disfrutar de esa soledad en el mar.
En Altea se concentra una gran cantidad de hoteles 'boutique' y su rica gastronomía la hace el destino ideal para pasar unas vacaciones tranquilas y con la máxima comodidad. El Templo de la carne está en 'Restaurante Ca Joan', donde descubrir el sabor carnívoro que destrozará tu cerebro.
Sin olvidar el paseo de 'El Carrer del Mar' que baja hasta el puerto y la lonja, donde se subastan los pescados de cada día. Este pescado fresco que será degustado unas horas más tarde por los comensales en cada uno de los restaurantes del municipio.