Córdoba es uno de los destinos más visitados tanto de Andalucía como de toda España. Con más de dos millones de visitantes el pasado 2023, sus calles, su cultura, su gastronomía y su patrimonio cultural hacen de ella una ciudad que apetece disfrutar siempre que se pueda. Y que sin duda entraría sin dudar en cualquier ranking de ciudades de España que hay que visitar al menos una vez en la vida.
Con el río Guadalquivir dividiendo Córdoba con un imponente Puente Romano para cruzarlo de orilla a orilla, uno de los edificios de interés más importantes de la ciudad es sin duda la Mezquita de Córdoba. Reconocida a día de hoy como el "Conjunto Monumental Mezquita-Catedral de Córdoba", la primera construcción árabe de este espacio fue en el S.VIII, con la Mezquita Aljama fundacional de Abderramán I.

Con sus casi veinte siglos de historia, podríamos hablar durante años del pasado de la Mezquita de Córdoba y aún así quedarnos cortas. Pero hoy vamos a dejar a un lado su historia más conocida y centrarnos en una curiosidad que pocos conocen. Y es que pese a que sabemos que la Mezquita es impresionante por sus construcciones, colores y formas, también es realmente interesante todo lo que esconde a sus pies.
El secreto mejor guardado de la Mezquita de Córdoba
Porque todas, en mayor o menor medida, conocemos la historia árabe tras la Mezquita de Córdoba aunque sea por el nombre, pero son pocas las que saben que a los pies de la misma se esconde nada más y nada menos que una Básilica visigoda.

Según explican los propios historiadores de la Mezquita de Córdoba, "en el subsuelo del Conjunto Monumental Mezquita-Catedral de Córdoba se encuentran los restos arqueológicos de la Basílica visigoda de San Vicente", construida a mediados del S.VI y aunque prácticamente inexistente a día de hoy, aún son visible en algunos restos en la zona expositiva de San Vicente.
Un descubrimiento relativamente reciente, porque de esta Basílica de San Vicente se supo por primera vez en 1931, cuando el por aquel entonces director general de Bellas Artes, Manuel Gómez-Moreno, encomendó unas excavaciones en la zona al auxiliar de arquitecto Félix Hernández Giménez.
