En ocasiones, el equipo de First dates no acierta al emparejar a los diferentes solteros que acuden a ellos en busca del amor, como pasó en la velada entre Paola y Enrique.
La toledana estudiante de Filología Hispánica comentó en su presentación que "me considero una persona curiosa, me gusta aprender de todo".
Carlos Sobera le anunció a su cita, que se llamaba Enrique, un joven que llegó muy cargado al restaurante de Cuatro con una flauta travesera y unas partituras:"Toco tres instrumentos, la flauta, la trompeta y la trompa", explicó.
El madrileño, pese a sus 23 años, admitió que "soy un señor mayor en un cuerpo de joven, mis amigos me llaman El Barroco. Vengo buscando una chica cariñosa y divertida a la que le guste la música y el arte".
El joven le entregó un regalo a su cita y explicó que era "el corazón de First dates hecho por mí en una impresora digital con un mensajito secreto detrás".
Al recibirlo, Paola sintió que no le gustaba nada: "La tarjeta me parece excesiva, sin conocerlo lo veo como muy enamoradizo y eso no me llama la atención".
La cita no fue demasiado bien, ya que la química entre ambos era inexistente. A la toledana no le interesaban lo más mínimo, ni los planes de montaña, ni el mundo del arte, ni la música, las tres pasiones del madrileño.
"Cuando me dijeron que era músico esperaba que fuera rockero y tocara la guitarra, no la flauta travesera", reconoció Paola, visiblemente decepcionada.
Durante la velada abordaron el tema de las parejas que habían tenido en su vida: "He tenido solo una pareja anterior, pero nunca he tenido relaciones sexuales. Soy virgen", reconoció el estudiante.
Paola no dio crédito a lo que había escuchado: "Estoy flipando. Yo soy muy activa y no quiero tener que enseñar a nadie", se quejó al equipo del programa.
Al final, la toledana no quiso tener una segunda cita con Enrique: "No he sentido química, le veo como a un amigo". Él coincidió con ella y cada uno se marchó por su lado.
