En los episodios precedentes de Amar es para siempre, fuimos testigos de la detención de Lola, tras la acusación de agresión formulada por Elena en su contra. Además, presenciamos el trágico fallecimiento de Daniel en los brazos de Silvia, así como la aceptación por parte de Pelayo de la ayuda brindada por Marisa en el bar.
En el capítulo que nos concierne, el juicio contra Lola sigue su curso inexorable. Con firme determinación, Elena despliega todos los recursos a su alcance para apartar a Lola de la vida de Malena. Al mismo tiempo, Román se afana en vano por persuadir a Malena de la inocencia de Lola, aunque logra, al menos, evitar que esta última tenga que comparecer como testigo.
Por otra parte, la súbita aparición de una bailarina en el King's despierta las suspicacias de Sofía, desencadenando el desastre en la actuación de Rafa. Entre tanto, el interés de Benigna por el retorno de Peñalara se acrecienta. Y como si fuera poco, Silvia descubre que Daniel le ha legado una cuantiosa fortuna en herencia, aunque vacila en aceptarla, sintiéndose incómoda ante la perspectiva de tan considerable riqueza.
Finalmente, tras el desafortunado incidente que arruina su actuación, Rafa toma la decisión de renunciar a su empleo en el King's. En otro lugar, Elena engaña a Alicia respecto a las irregularidades en la adopción de Malena, aunque confiesa la verdad a Crespo. Además, Lola ruega a sus padres que no asistan al juicio, evitando así que la vean enfrentando el banquillo de los acusados.
Día de juicio: el primer día del proceso contra Lola. Se suceden una serie de argumentos iniciales y el testimonio de Claudia, cuya relevancia podría resultar determinante para la eventual declaración de inocencia de Lola en todos los cargos que se le imputan. Los Gómez se encuentran sumidos en una profunda inquietud por el destino de su hija, un temor que comparte Román, quien teme ver a su amada tras las rejas.
Entre tanto, Silvia se halla sumida en un mar de dudas, indecisa respecto a qué hacer con el testamento de Daniel. Por su parte, Benigna descubre que Peñalara ya no baila en solitario. Mientras tanto, Marisa se ve envuelta en otro altercado con un cliente: Rafa. Pelayo comienza a cuestionar la sabiduría de haber aceptado la ayuda de su pareja en el bar, especialmente ahora que las tensiones se encuentran en su punto álgido.
