En un artículo publicado por The Cut, planteaban la cuestión de cómo redescubrir la identidad después de perder el trabajo. El autor explica que su esposa, Lydia, fue despedida por su empleador y que, desde entonces, atraviesa una fase de cuestionamiento total, sin saber muy bien qué hacer con su tiempo.
Más allá de la pérdida de ingresos y de la falta de una ocupación que sufre desde que no trabaja, el cambio de estatus social parece haber resquebrajado su identidad. ¿Quién es ella ahora sin su trabajo? Para mucha gente es como si hubiera perdido algo, es como si hubiera perdido parte de su identidad.
Para entender mejor esta situación, hablé con Mélissa Pangny, psicóloga laboral, que nos lo explica con conocimiento de causa y con ejemplos, lo que sufren muchas personas en esta situación.

CADA PROFESIÓN TIENE SUS PROPIAS REPRESENTACIONES SOCIALES
“Cuando una persona habla de su trabajo, asociamos a ella cualidades y valores"
Mélissa Pangny, psicóloga ocupacional de la región de París, nos habla del peso de la etiqueta profesional y la representación social. “Cuando una persona habla de su trabajo, asociamos a ella cualidades y valores. Así, los bomberos son valientes, los periodistas son curiosos, las enfermeras son empáticas... Y estos calificativos derivan de la sociedad, pero también de los medios de comunicación o de personas que conocemos”, explica.
El trabajo nos identifica, pero ¿elegimos nuestro camino profesional porque los valores proyectados se corresponden con nosotros o, por el contrario, acabamos adoptando las cualidades intrínsecas de nuestro trabajo? En otras palabras, ¿nos identificamos con una profesión o nuestra identidad cambia debido a la profesión que ejercemos? Para Mélissa Pangny, obviamente, depende de cada persona. “Si la cuestión de los valores fuera tan importante en la elección inicial de una profesión, no creo que hubiera tantas personas reinventándose profesionalmente. Por otro lado, es cierto que algunas personas no se reconocen en su trabajo y que esta disparidad puede generar malestar".
Así, la identidad definida por el trabajo tiene que ver, en parte, con la correspondencia de la profesión ejercida con los valores personales. "Esto es sobre todo cierto con las profesiones apasionadas, como maestro de escuela, médico, etc.", agrega nuestra experta. Una idea compartida por Gwendoline: "Sinceramente creo que no tendría esta carencia si hubiera elegido otra profesión. Pero no me veo haciendo otra cosa por el momento, porque la mía es una verdadera vocación".
CUANDO LA PÉRDIDA DEL TRABAJO RIMA CON LA PÉRDIDA DEL RUMBO
Esto es lo que le sucedió a Jeanne, de 31 años, responsable de comunicación en París. “Había decidido dejar un puesto bastante seguro, pero no muy satisfactorio, y probar suerte en una empresa más pequeña y más moderna. En ningún momento me imaginé que este nuevo trabajo se convertiría en una pesadilla... Ni siquiera pude completar mi período de prueba. De repente, me encontré sin trabajo, a pesar de que trabajaba sin parar desde que tenía 18 años”, recuerda.
Rápidamente, Jeanne empezó a sentir que estaba perdiendo el rumbo, que sus días se estancaban y sus proyectos también. “Ni siquiera quería salir porque, en realidad, no tenía nada que decir”, recuerda.
"Tenemos la impresión de que ya no pertenecemos al mismo mundo que los demás"
“La pérdida de un trabajo es una pérdida repentina de referentes. Nos preguntamos qué vamos a hacer a continuación, tenemos la impresión de que ya no pertenecemos al mismo mundo que los demás”, analiza Mélissa Pangny, que agrega que, en términos de representa ciones sociales, la condición de desempleado está llena de clichés (pereza, vida fuera de la rutina, etc.). Y cuanto más largo es el período de inactividad, más aparecen estos clichés en la imagen que tenemos de nosotros mismos".
REPENSAR LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO PARA ENCONTRARTE A TI MISMO
¿No sería la clave repensar el lugar del trabajo en nuestras vidas, para poder construir nuestra identidad sin que la defina por completo? Poco a poco, aprendiendo a conocernos de otra manera, que no sea por los valores sociales, por las representaciones sociales y por los juicios inducidos por nuestra actividad profesional. Tal vez, de manera regular, comencemos a preguntarnos a nosotros mismos y a los demás "¿qué te gusta hacer para ganarte la vida?" en lugar de "¿a qué te dedicas?".