Dormir es, quizá, una de las actividades más placenteras para el ser humano, además de una necesidad vital. Las diferencias de género también influyen en el sueño, ya que hombres y mujeres son diferentes a la hora de meterse en la cama y afrontar la noche. Según un estudio del Instituto de Investigaciones del Sueño, en líneas generales, la mujer duerme más horas que el hombre, con un sueño más profundo pero discontinuo, por eso, la sensación de cansancio suele ser bastante frecuente durante las primeras horas del día. Las hormonas femeninas tienen una gran responsabilidad en las alteraciones del sueño de las mujeres y las diferentes fases del ciclo menstrual condicionan la calidad de nuestras horas de descanso. Podemos hablar de dos fases bien diferenciadas: la folicular, que va desde el fin de la menstruación hasta el inicio de la ovulación, y la lútea, que abarca desde la ovulación hasta la menstruación. Es en esta segunda etapa en la que el sueño se ve más alterado, ya que el cuerpo segrega progesterona, hormona que afecta a los centros cerebrales de regulación de sueño y, además, provoca un aumento de la temperatura corporal, tanto por el día como por la noche. Seguro que a todas nos resultan familiares síntomas como la hinchazón, el dolor de mamas, las cefaleas, etc. Son características propias del llamado síndrome premenstrual, pero, además, los días previos a la regla también se produce un descenso de la duración de la fase REM del sueño, que es aquella en la que soñamos y nuestro cerebro está más activo. El duermevela, las pesadillas y el cansancio son muy habituales durante esos días. Durante la menstruación, el cóctel hormonal femenino tampoco se queda a un lado observando cómo dormimos: la pérdida de sangre hace que disminuyan nuestros niveles de hierro y nos hace más propensas a padecer el “síndrome de las piernas inquietas”, que dificulta bastante el sueño. Si quieres mejorar la calidad de tu descanso, te contamos algunos ejercicios que puedes hacer para dormir mejor.
Duermevela y hormonas de mujer
Dormir es, quizá, una de las actividades más placenteras para el ser humano, además de una necesidad vital.
