Dolor que se repite. Mes a mes. Año tras año. Dolor que se esconde tras frases como “es que eres muy sensible”, “es solo la regla”, “se te pasará”. Pero no pasa. Y no es normal. Es endometriosis. Una enfermedad crónica que afecta a millones de mujeres y que, durante demasiado tiempo, ha sido invisibilizada. Detrás de cada diagnóstico tardío hay historias como la de Ariadna Sánchez, paciente del Hospital Quirónsalud Málaga. Tardó diez años en ponerle nombre a su sufrimiento.
“Me vino la regla muy joven. He vivido con dolores diarios. Pasé por muchos especialistas, ginecólogos, urgencias, siempre por el mismo dolor, por sangrados. No sabían lo que era. Después de una década, un especialista me diagnosticó endometriosis”, cuenta Ariadna. Recuerda lo que sintió al oírlo: “Fue un alivio. Por fin tenía un nombre. Sabía qué me pasaba. Pero también sentí miedo. Esa palabra está muy presente en mi vida. Vivo con miedo”. Testimonios como el suyo dejan claro que visibilizar la endometriosis es esencial para diagnosticar a tiempo y mejorar la vida de quienes la sufren.
¿Qué es la endometriosis?

“La endometriosis es la presencia de tejido endometrial (el que recubre el interior del útero) en una localización ectópica, fuera del útero”, explica el doctor Rodrigo Orozco, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Quirónsalud Málaga. “Ese tejido sigue respondiendo a las hormonas del ciclo menstrual, lo que provoca inflamación, dolor y, en muchos casos, problemas de fertilidad”, añade.
El doctor José Carlos Vilches, coordinador de la Unidad de Endometriosis y Dolor Pélvico del mismo hospital, subraya su alcance: “Es una enfermedad que afecta a una de cada diez mujeres en edad fértil. El síntoma más característico es el dolor”. Puede aparecer con la menstruación, en las relaciones sexuales, al orinar, al defecar o mantenerse de forma crónica durante todo el mes.
Dolor con muchos rostros

La endometriosis no se presenta igual en todas las mujeres. Puede manifestarse como pequeñas lesiones superficiales, quistes ováricos llamados endometriomas, adenomiosis (cuando infiltra el músculo uterino) o formas profundas que afectan a la vejiga o el intestino. El dolor físico es evidente, pero el desgaste emocional también deja huella.
Ariadna lo expresa con claridad: “Para mí, la endometriosis es dolor diario. Me levanto con la barriga inflamada, con náuseas, dolores en los huesos, en la cabeza. Siempre estoy cansada. Incluso ducharme o preparar el desayuno supone un esfuerzo enorme”. Estos síntomas invisibles impactan en cada aspecto de la vida. Comprender su complejidad es clave para generar empatía y garantizar recursos adecuados.
La urgencia del diagnóstico precoz

“El tiempo medio de diagnóstico en Europa es de diez a doce años”, alerta el doctor Juan Luis Alcázar, coordinador de la Unidad de Ecografía Ginecológica de Alta Resolución del hospital. Detectarla cuanto antes es vital, y la ecografía transvaginal puede ser una herramienta muy eficaz. “Permite evaluar la pelvis con mucha precisión”, afirma.
Aunque el diagnóstico no cura, transforma. “Poner nombre a la enfermedad, aunque hayan pasado años, ya supone un alivio”, añade el doctor Orozco.
Fertilidad y endometriosis: romper mitos

Uno de los grandes temores que despierta la endometriosis es la infertilidad. La inflamación pélvica que produce puede dificultar la fecundación o la implantación embrionaria. “Afecta al útero, al endometrio, a las trompas, y puede alterar la movilidad espermática”, explica el doctor Enrique Pérez de la Blanca, coordinador de Reproducción Asistida del centro. Pero insiste en que “un diagnóstico de endometriosis no equivale a esterilidad”.
María Villalobos, también paciente del Hospital Quirónsalud Málaga, vivió esa incertidumbre. “Me dijeron que nunca sería madre. Fue durísimo. Siempre soñé con tener hijos. Pero no me rendí. Y hace tres meses nació mi hijo, Miguel Ángel. Me ha cambiado la vida”. Gracias a los avances en reproducción asistida, muchas mujeres con endometriosis logran ser madres. Diagnóstico temprano, planificación reproductiva y acompañamiento profesional son claves.
Opciones de tratamiento: personalización y evidencia

El tratamiento debe adaptarse a cada paciente. No todas requieren cirugía. “Si bloqueamos los estrógenos con medicación hormonal, se pueden mejorar los síntomas y frenar la progresión”, explica el doctor Orozco. También se estudian enfoques no hormonales. El doctor Ignacio Brunel García, coordinador de la Unidad de Endometriosis y Dolor Pélvico del mismo hospital, destaca el papel de la nutrición: “Las dietas antioxidantes bien pautadas y ciertos complementos pueden ser eficaces, incluso como apoyo al tratamiento principal”.
En casos severos, la cirugía puede ser necesaria. El doctor Manuel Lozano Sánchez, coordinador de Cirugía Ginecológica y de la misma unidad, señala que “se interviene solo si hay un beneficio claro. Puede ir desde liberar adherencias a extirpar el útero”. María fue una de esas pacientes: “La operación duró cinco horas. Los médicos estaban contentos porque lograron conservarme el útero, que era lo que más me preocupaba. Si lo llego a saber, me habría operado antes”.
Investigación e innovación

El doctor Vilches destaca el momento actual como especialmente prometedor. “Se investiga en tratamientos hormonales, inmunológicos, sobre la microbiota… no todo avanza tan rápido como quisiéramos, pero se progresa”.
El doctor Orozco lo resume así: “Descubrir moléculas que actúen directamente sobre los receptores del dolor cambiará el tratamiento de la endometriosis en los próximos años”.
Vivir con endometriosis

“Quiero dejar de vivir con dolor”, desea Ariadna. “Tampoco tengo libertad. Nadie entiende lo que implica. Lo reducen a un simple dolor de regla, pero es mucho más. Vivir sin dolor sería tener vida”.
María también mira hacia adelante: “Siento miedo de que vuelva. Pero quiero darle un hermano a mi hijo. Y seguir fuerte. Si vuelve, lucharé otra vez”.
Escuchar, diagnosticar, acompañar

Hablar de endometriosis es hablar de salud pública, de justicia y de calidad de vida. “El mejor tratamiento es diagnosticar a tiempo”, recuerda el doctor Vilches. Cuanto antes se identifique, mejor será la evolución. Escuchar a las pacientes es el primer paso. Acompañarlas con ciencia y humanidad, el compromiso pendiente.