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La excéntrica rutina de belleza de la princesa Margarita, al descubierto

Pocas princesas han destacado por desafiar las rígidas normas del protocolo real británico. Sin duda, la más popular de todas fue Diana de Gales, pero muchos años antes, la hermana de Isabel II hizo de la rebeldía su seña de identidad.

Desde que el primer capítulo vio la luz el 4 de noviembre de 2016, el drama que rodea a la familia real británica se ha convertido en tema de interés general en todo el mundo gracias a Netflix. The Crown ha explorado muchas de las complejidades y secretos de la corona, dibujando un retrato emocionante de la historia de la monarquía británica.

El domingo 15 de noviembre, la empresa de suscripción estadounidense ha estrenado la cuarta temporada de la serie historia dirigida por Peter Morgan y Stephen Daldry y protagonizada, desde la pasada temporada, por Olivia Colman, Tobias Menzies y Helena Bonham Carter. Lo primero que habrán notado los espectadores en la cuarta temporada es la irrupción de un nuevo miembro de la realeza interpretado por Emma Corrin, quien asume el papel de la princesa Diana de Gales. "Es una responsabilidad enorme interpretar a alguien que fue tan icónico y querido por tanta gente", declaraba en una entrevista telefónica a Vogue España.

Gracias a la serie de Netflix hemos podido conocer más de cerca a uno de los personajes más destacados y, a mi juicio, más importantes de la familia real británica. Hablo de la hermana pequeña de Isabel II, la princesa Margarita. Paradójicamente, la vida de Margarita nada tiene que ver con la imagen estereotipada que vemos en los cuentos de hadas ya que, como relata la serie, ni fantasías ni vida palaciega, un verdadero infierno de infidelidades, sexo y alcohol.

La princesa Margarita en su visita el Royal Court Theatre después de ver la obra 'Evidencia inadmisible' | Getty Images

Rutina de belleza MargaritaLa princesa Margarita en su visita el Royal Court Theatre después de ver la obra 'Evidencia inadmisible' | Getty Images

De entre todas las princesas que han recorrido durante años los pasillos del Palacio de Buckingham, hay dos que torcieron los rígidos esquemas de la corona y que se atrevieron con (casi) todo: Diana de Gales y, muchos años antes, Margarita de Reino Unido. La hermana menor de Isabel II vivió su vida con desenfreno y rompió la burbuja que le protegía por nacimiento desde muy joven.

Como podemos ver en la primera temporada de The Crown, cuando Margarita era una joven de 20 años se enamoró de uno de los ayudantes de su padre, el héroe de guerra Peter Towsend. Un hombre casado que le llevaba 16 años a la princesa y que no consiguió entrar en el entramado de la familia real británica después de su divorcio, un hecho impensable para la época. Lo correcto se impuso y la reina Isabel se opuso, con el apoyo de la iglesia anglicana, a esta relación. Años más tarde, se casó con un plebeyo, el fotógrafo Antony Armstrong-Jones, de quién se divorció después de una relación llena de obstáculos. Después de todo, Margarita era princesa y sus deseos eran órdenes.

A fin de cuentas, Margarita era una estrella. Cada salida, modelito y movimiento de la princesa era un titular que se vendía solo. A pesar de que los gustos de la hermana de Isabel II giraron más hacia a ginebra y un cigarrillo, lo cierto es que durante años fue un icono de moda y de belleza admirado en todo el Reino Unido (y, por qué no decirlo, en todo el mundo).

Según cuenta el libro Ma’am Darling de Craig Brown, esta era la rutina de belleza que seguía la joven princesa de 25 años cuando vivía con su familia en Clarence House :

9:00- Le servían el desayuno en la cama y pasaba más de dos horas leyendo el periódico o escuchando música mientras fumaba un cigarrillo tras otro.

11:00- Se tomaba un baño de una hora preparado previamente por una de sus doncellas. Después del baño se maquillaba y se vestía para empezar el día. Según relata la biografía: "nunca usaba la ropa más de una vez sin haberla lavado antes".

12:30- Una copa de vodka para empezar el día con energía.

13:00- Se reúne con su madre, Isabel Bowles-Lyon, para un almuerzo de cuatro platos servidos con media botella de vino por persona y "fruta y 6 variedades diferentes de quesos nacionales o del continente".

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