Cuántas veces te has preguntado por qué tu hermana mayor parece más joven que tú o por qué una amiga de la misma edad tiene la mitad de arrugas? Muchas, seguramente. Y, es posible, que para responderte hayas recurrido a la socorrida frase de "será cuestión de genética". Pues nada más lejos de la realidad. Los últimos estudios científicos demuestran que lo que viene escrito en tu ADN tiene un peso infinitamente menor en el estado de tu piel que el modo de vida que lleves, el entorno en el que vivas o tu alimentación. Y lo que es tan importante o más aún, de lo feliz que seas o el estrés al que estés sometida. ¿Significa esto que podemos ser 'culpables' de la edad que aparentamos y que con las herramientas adecuadas podríamos retrasar el envejecimiento? Los expertos dicen que sí. Y no es ciencia ficción.
Solo un 10 % de tus arrugas, flacidez, manchas y otros signos de la edad se deben a tu herencia genética. El 90 % restante, al entorno, hábitos y estado anímico y mental. Revertir o parar el envejecimiento depende de ti.
La importancia de la epigenética
Nuestras células, tejidos y órganos, entre ellos la piel, que es el órgano más grande que tenemos, están programados para envejecer. El ritmo al que lo hacen, que varía de una persona a otra, es lo que se conoce como edad biológica, frente a la cronológica, determinada por el tiempo transcurrido desde el nacimiento. Es decir, los años que aparentamos y los que aparecen en nuestro DNI. A lo largo de la vida, la cadena de ADN no cambia, pero la forma en la que se expresan los genes que la componen sí. Y la disciplina que estudia cómo el estilo de vida y el entorno influyen en la manera en la que se comportan tus genes para que parezcas más o menos joven, sin alterar la secuencia de ADN, se llama epigenética.
Quédate con este nombre porque cada vez está más presente en investigaciones médicas en busca de tratamientos para combatir al alzhéimer o la diabetes, en la generación de nuevos tejidos para tratar a los quemados, y en formulaciones cosmetológicas para devolver hidratación, firmeza y volumen a la piel. El doctor Manel Esteller, jefe del grupo de investigación en Epigenética del Cáncer en la Fundación Josep Carreras, de la que también fue director, es uno de los científicos más prestigiosos en este campo. Y también de los más 'atrevidos' al situar la influencia de la predisposición hereditaria en relación con el envejecimiento en tan solo un 10 %, mientras que otros investigadores le adjudican un 20 %. "Sé que es un porcentaje discutible, pero yo creo que es real", puntualiza el experto.
De esta manera, a través de la epigenética, que sería como el director de una orquesta en la que los genes son los instrumentos que van tocando según este les indica, se puede actuar sobre ese 90 % de agentes externos que provocan el deterioro de nuestro organismo. "Como la epigenética regula la forma en la que se expresan los genes y sabemos cuáles son los factores que pueden activar marcadores moleculares específicos que dan lugar a la aparición, en algunos casos, de signos del envejecimiento prematuros, como en las personas que padecen progeria (niños con aspecto de ancianos), podemos utilizar esos conocimientos para bien. Es decir, si sabemos cómo cambia la epigenética según envejecemos y podemos actuar para que no cambie, podemos revertir ese envejecimiento y devolver juventud a la piel. Es importante porque no estamos hablando solo de ralentizar el proceso, hacer que aparezcan más tarde los signos de la edad, sino que podemos revertirlo, rejuvenecer", explica el doctor Esteller. "¿Cuántos años? ¿Hasta cuándo? No lo sabemos, pero sí podemos hablar de cinco e incluso diez años", explica el genetista.

Los enemigos a combatir
Entendida la forma en la que se comportan los genes según vamos cumpliendo años, hay que identificar esos factores que se ha demostrado que aceleran el envejecimiento para poder actuar contra ellos. La buena noticia es que casi todos dependen de ti. Son siete y hay quorum en la comunidad científica: el entorno en el que vivimos (contaminación), las radiaciones solares, el tabaco, el sedentarismo, el estrés, una alimentación inadecuada y las emociones negativas. No está claro si uno influye más que otro, eso va a depender de cada persona. Pero todos son relevantes y hay que atacarlos en su conjunto. No vale con alimentarse bien o moverse un poco, los verdaderos resultados se obtienen cuando se trabaja sobre esos siete factores a la vez. Es como jugar al Trivial, puedes quedar finalista si tienes rellenas muchas casillas, pero solo ganas cuando alcanzas todos los quesitos.
Los expertos coinciden precisamente en eso, en la importancia de trabajar sobre los siete enemigos a combatir, aunque dependiendo del caso habrá personas más afectadas por uno u otro. Por ejemplo, el Dr. Olivier Courtin, hijo del fundador de Clarins, en su libro Adivina mi edad si puedes, sin menospreciar los demás factores, ve fundamental para preservar la juventud "lograr el equilibrio mental, controlar el estrés y buscar la felicidad". Dice que "hay que mantener unas elecciones humanas ricas y armoniosas y una vida placentera que promueva emociones positivas. Hay que saborear los buenos momentos de manera consciente". Ese antiguo dicho de si eres feliz, te sientes y te ven más guapa, tiene todo el sentido.
Para la doctora Marta Garay, del Grupo Dermatológico Pedro Jaén, "de este conjunto de factores biológicos, genéticos y ambientales que afectan a la forma y velocidad con la que envejecen nuestras células, son precisamente estos últimos, los del entorno, los que mayor deterioro celular provocan. El daño que puede llegar a generar la radiación solar debido a su poder como agente oxidativo estaría en el 'top tres' de los nocivos. Porque aunque el sol es necesario, tomado en exceso genera los radicales libres que van a provocar la muerte acelerada de las células, en consecuencia, envejecimiento y enfermedades". También se sabe que un nivel de estrés muy alto libera hormonas y neurotransmisores de forma incorrecta, lo que afecta negativamente a la piel. Y que el tabaco produce tanta oxidación interna como las radiaciones.

En cuanto a la alimentación, es conocido que el azúcar, los ultraprocesados, los fritos... pueden alterar el microbioma intestinal, lo que se traduce en inflamación y la modificación de los genes relacionados con el metabolismo y la longevidad. Para evitarlo, la doctora Paula Landi, de la Clínica Lotus, recomienda "tomar probióticos y prebióticos, apuntarse a la restricción calórica (reducir la ingesta de calorías sin malnutrición) o a dietas que imiten sus efectos, como la cetogénica y el ayuno intermitente. De este modo, se puede promover la renovación celular y la reducción de la inflamación".
Respecto al ejercicio, no llevar una vida sedentaria no significa machacarse en el gimnasio o correr una media maratón. "El deporte es bueno, pero sin pasarse. Podemos verlo en deportistas de élite que con 18 años parece que tienen 25, porque los radicales libres les envejecen mucho. Por el contrario, una vida sedentaria lleva al envejecimiento prematuro, no solo de la piel sino de músculos, órganos... Si no te levantas de la cama, puedes morir en seis meses. Aquí, como en todo, yo recomiendo ejercicio moderado. Caminar una hora al día es lo aconsejable", aclara Esteller.
El papel de las cremas
En esta tarea de prevenir o devolver la juventud a tu piel también entra en juego la nueva cosmética, que se nutre de los conocimientos de la epigenética para saber cómo se expresa el ADN y qué reacciones químicas se producen en la piel cuando se ve sometida a agentes dañinos. Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD, explica que "nos centramos cada vez más en lograr un envejecimiento saludable. Nuestra tarea es combatir con cosméticos esos aspectos que influyen drásticamente y sobre los que sí podemos luchar con cremas, como la contaminación, la exposición a la radiación solar o el estrés".
Para lograrlo, cuentan con herramientas como "incluir ingredientes capaces de generar algún tipo de actividad en la piel y que, de una forma u otra, protegen el ADN celular del tejido, como ocurre con los antioxidantes, que son donantes de electrones a las células para evitar que estas entren en batalla entre sí. De este modo, evitamos los radicales libres, que son los principales agentes del envejecimiento. También trabajamos con activos que propulsan la renovación celular de la piel para que produzca proteínas que con los años dejamos de generar naturalmente como el colágeno o la elastina. Hablamos de los factores de crecimiento, los retinoides, los hidroxiácidos o determinados tipos de péptidos", especifica Lara González, cosmetóloga de Byoode.

Cosmética epigenética, ¿qué es y cómo actúa?
Envejecemos porque los agentes dañinos provocan reacciones químicas en las células, como la oxidación ocasionada por los radicales libres. O la glicación, cuando la glucosa interactúa con las proteínas de la piel. Para evitarlo, las formulaciones cosméticas que contienen ingredientes epigenéticos "activan el 'interruptor' que permite normalizar la síntesis de proteínas encargadas de conferir la turgencia y la elasticidad a la piel que se van perdiendo con la edad y las agresiones. De esta forma se recupera parte de su juventud", explica Elisa Suñer Ollé, Scientific Corporate Advisor, de Martiderm.

Sisleÿa L’Intégral Anti-Âge Fresh Gel Cream, de Sisley (487 euros).

Hyaluron-Filler Epigenetic Serum, de Eucerin (59,90 euros).

Age Element Brightening Cream, de Mesoestic (69,60 euros).

Growth Factor Serum, de Perricone MD (47 euros).

Double Serum, de Clarins (103 euros).

Brightening Sprouts Ecstasy, de Byoode (55 euros).

Radiance Essence-in-Lotion, de la línea Orquídea White, de Guerlain (490 euros).

Epigence 145 Crema de noche, de Martiderm (78,35 euros).
* Este artículo se publicó originalmente en el número 445 de Marie Claire y fue escrito por Esperanza Jimenez Castro. Adaptación: Anna Pardo.