Cuando Christo Vermeulen y Nico Venter dieron con esta casa en el barrio de Parkhurst, en Johannesburgo (Sudáfrica), su estado era ruinoso y casi nada tenía un valor histórico que mereciese la pena preservar.
En su día, la zona se desarrolló para acoger a los militares que regresaban de la Segunda Guerra Mundial, y la formaban pequeñas construcciones de ladrillo con tejados de chapa ondulada y porches que daban a la calle.

Viviendas humildes, pero que imprimían a la zona un carácter propio y ahora son muy apreciadas. Nico es diseñador urbano; Christo, diseñador textil reconvertido en constructor. Juntos concibieron la renovación de su casa, y Christo la llevó a cabo. Su objetivo: modernizar la vivienda respetando sus orígenes.
Una casa con una línea imaginaria
La pareja descubrió que desde su casa tenían vistas –por encima de un pequeño valle– a la Torre Brixton, un emblemático edificio de la ciudad. Si alineaban la puerta con la torre, podrían contemplarla desde el fondo del jardín. “Planificamos toda la renovación basándonos en esa línea imaginaria”, cuenta Nico.

Para la entrada diseñaron un vestíbulo, una especie de cubo de vidrio casi invisible que uniría la casa principal al garaje (este lo reconvirtieron en un estudio). En la parte inferior del jardín construyeron una chimenea al aire libre, el centro neurálgico de la zona exterior de ocio. Su chimenea refleja la torre, conectando la ciudad con el corazón de la casa. Las diferentes secciones de la vivienda recibieron distintos tratamientos.

La parte antigua está envuelta en zinc, como para protegerla, pero las nuevas son de ladrillo visto. En el interior abrieron el laberinto de habitaciones y pasajes, respetando la planta original. Rescataron todo el suelo de parqué que pudieron, y lo colocaron en el estudio. El resto lo enrasaron y sellaron con una técnica especial de Vloer, la empresa de Nico.
Una casa abierta al exterior
Las habitaciones eran oscuras y frías, así que abrieron tragaluces y colocaron puertas dobles de cristal para iluminarlas. La cocina da a un pequeño patio donde hay un jardín de hierbas y un horno de pizza.

Christo plantó en la azotea un jardín de plantas frondosas para suavizar el borde y difuminar visualmente el edificio con los árboles que se ven por detrás. La simplicidad del esquema de colores –solo en blanco y negro– en toda la casa ayuda a que los espacios pequeños parezcan mayores.
Además, eligieron un tipo de mobiliario ligero, que parece flotar por encima del suelo.“No es minimalista, pero queríamos líneas y superficies limpias. También queríamos calidez, para equilibrar todo”, explica Christo.

En toda la casa se da un contraste entre materiales sin pulir, ásperos, y acabados más refinados. Al igual que la cocina tiene un patio, existen conexiones entre el interior y el exterior en todas las habitaciones, ya sean a patios o al jardín.
Las líneas rectas y las divisiones exactas del paisajismo aumentan la sensación de amplitud, y las plantas naturales proporcionan un gran contraste. La alineación con la torre refuerza el sentimiento de arraigo, de pertenencia. Se nota que la casa se encuentra a gusto en este lugar.