En palabras de la RAE, procrastinar significa "diferir, aplazar", que al mismo tiempo hace referencia a "retrasar el momento de realizar algo". En resumen, dejar para más tarde algo que podemos realizar ahora mismo. Sin lugar a dudas, estamos ante una conducta que muchas de nosotras seguimos y que, en algunos casos, puede lograr que se nos acumule el trabajo en exceso, tanto en casa como en la oficina. De esta forma podremos ser más organizadas y productivas.
Pese a que es esencial ser conscientes de que no debemos ser productivas en todo momento, cuando procrastinamos demasiado pueden aparecer problemas. Según el psicólogo Tim Pychlyl, de la Universidad de Carleton en Canadá, la procrastinación es "el problema más grave en la educación" en la actualidad, como destacan en un artículo de la BBC. Al igual que es un impedimento en educación, también lo es en el trabajo o en las labores del hogar.

Los expertos en salud mental están estudiando a fondo diferentes técnicas para plantar cara al hecho de aplazar nuestras tareas. El mindfulness o la meditación son algunas de las prácticas que recomiendan los profesionales para ser más felices. A esto, sumamos la regla de los dos minutos, una curiosa fórmula con la que adoptar nuestros hábitos de forma relativamente sencilla y con la que aprender que defiende la idea de "no dejes para mañana la ayuda que puedas dar hoy".
Los psicológicos de PsicoAbreu señalan que la regla de los minutos basa en lo siguiente: "Si existe algo que puedas hacer en los próximos dos, cinco o diez minutos, es preferible que la hagas en lugar de planificarla. Esto se debe a que se tarda más en planificar que en realizarla y, además, disminuiremos la cantidad de pequeñas tareas pendientes". En realidad, es una técnica que podemos ir adoptando poco a poco en nuestra rutina y que puede regalarlos una mejora en nuestra optimización del tiempo.

Por otro lado, la psicóloga Saray Valle explica en su canal de Instagram que esta herramienta también se puede emplear para crear y fortalecer un nuevo hábito. La experta detalla que cuando deseamos incluir un nuevo hábito en nuestra rutina este debe de ser tan fácil de iniciar como sea posible, "los dos primeros minutos deben de ser sencillos".
Es recomendable ir poco a poco para no abandonar el reto en apenas un par de días. Por ejemplo, si tu objeto es dejar la casa ordenada antes de ir a la oficina por la mañana, empieza por hacer la cama. Cuando tengas este hábito adoptado (lo que significa que no sea un esfuerzo para ti, que salga de forma natural), añade fregar los platos de la noche anterior (o meterlos en el lavavajillas). Y así, hasta completar todos los pasos que consideres necesarios.
Otro objetivo factible en lo laboral es dejar el mínimo trabajo posible para el viernes. Hay empleados que procrastinan de lunes a jueves y que se encuentran con una montaña gigantesca el último día de la semana antes de abandonar la oficina. En estos casos, te recomendamos que empieces por tener en orden la bandeja de mails. Ábrelos conforme vayan llegando e intenta gestionar la información cuanto antes. De este modo, podrás evitar la acumulación de tareas pendientes a última hora.
Con el fin de lograr mayor éxito con la adopción de una nueva conducta, la psicóloga Lorena de Diego subraya que "cuando quieres implementar hábitos saludables, productivos o relacionados con tu bienestar, es necesario asociar de manera artificial una recompensa. Con el tiempo, es posible que puedas eliminarla, siempre que el hábito ya esté implantado". Tómate el café después de hacer la cama o comparte unos minutos de charla con tus compañeras de oficina cuando todos tus mails estén al día. Este sistema de recompensas puede ayudarte a afianzar tus objetivos.