La historia del arte sin hombres: entrevistamos a Katy Hessel, autora feminista

Katy Hessel reescribe la historia del arte y asegura que "Las mujeres artistas han sido muy infravaloradas por la sociedad".
Katy Hessel, autora feminista de La historia del arte sin hombres

La historiadora de arte británica Katy Hessel nos recibe durante una mañana fría en su parque favorito del centro de Londres, St. Jame's Park. Nacida y criada en esta ciudad, fue durante una visita a una feria de arte en 2015 cuando se dio cuenta de que no había obras de mujeres artistas.

Y se prendió la llama. 'Me pregunté: ¿Puedo pensar en hasta 20 nombres de mujeres artistas? La respuesta fue no. ¿He estado aprendiendo historia del arte desde una mirada masculina? La respuesta fue sí'.

Esa misma noche, Katy Hessel creó un perfil en Instagram para recordarlas a todas: las pasadas y las contemporáneas –que necesitan de un foco más grande para ser conocidas–. Todas tienen cabida en @thegreatwomenartists.

Ahora Hessel publica cada día a artistas de cualquier disciplina: pintura, fotografía, escultura, performance. Después de eso vino el podcast bajo el mismo nombre. Y en 2023 su libro, La historia del arte sin hombres, que funciona como un foco de luz en esa oscuridad que se ha proyectado en la historia del arte femenina.

La historia del arte sin hombres de Katy Hessel

La gran pregunta es por qué no aparecen en la mayor parte de los libros de historia del arte y, sobre todo, por qué no vemos sus obras en los museos. ¿Quién ha relegado a esas artistas históricas al olvido?

Entrevista a la autora feminista Katy Hessel

Katy Hessel, autora feminista de La historia del arte sin hombres

Un estudio publicado por Artnet en septiembre del año pasado comentaba que el público prefiere el arte creado por mujeres, pero considera que el creado por hombres tiene más valor. ¿A qué se debe?

Tristemente es un hecho. El mercado muestra que damos más valor a los hombres que a las mujeres. Si nos fijamos en las artistas fallecidas es Georgia O’Keeffe la que mantiene el récord en subastas con 44,4 millones de dólares; pero es el Salvator Mundi de Leonardo da Vinci el más caro hasta la fecha, vendido por 450,3 millones en Nueva York.

Y, por otro lado, entre los artistas vivos que más ganan, la pintora Jenny Saville con 11 millones es la que mantiene el récord en subasta, muy por detrás de Jeff Koons, que es líder con 91 millones. Pero me gustaría pensar que las cosas están cambiando.

¿Tiene sentido que la sociedad haya dictado este tipo de narrativa en la historia del arte? ¿Y que siempre se haya centrado en los artistas masculinos de una determinada clase social?

Internet ha cambiado un poco eso porque la gente ha podido sacar sus propias conclusiones. La razón por la que celebro a las mujeres artistas es porque han sido muy infravaloradas por la sociedad; para que todo el mundo conozca más sobre ellas y también para que las de ahora se vean representadas.

¿Cuál es el target de seguidores en @thegreatwomenartists? ¿Historiadores del arte, jóvenes o un público más diverso?

Siempre digo que, con mi libro, con mi podcast o con mi Instagram no tienes necesariamente que haber pisado un museo en tu vida para poder echar un vistazo. Puedes tener noventa y pico años o estar en plena adolescencia, ser hombre o mujer.

El primer objetivo de este proyecto es celebrar la infrarrepresentación de las mujeres en el arte por parte de las galerías, los museos y los libros de historia. El segundo es una especie de renuncia a la jerarquía entre las disciplinas artísticas (pintura, textil, cerámica, etc.) para que sean representadas por igual. Y el tercero es dar la bienvenida a todos a este tema.

¿A qué crees que se debe el éxito de este formato? Queda mucho para que la historia del arte feminista se enseñe en las universidades. Casi que podemos decir que @thegreatwomenartists ofrece un máster gratuito.

En Inglaterra es muy difícil estudiar Historia del Arte. Sólo las escuelas privadas lo ofrecen. Y por eso es tan importante para mí hacer que mis recursos sean accesibles y gratuitos. Es tanto para la gente que está en el nivel de doctorado, aprendiendo algo nuevo y también para los que acaban de llegar.

Es una herramienta educativa, aunque todavía es muy personal para mí porque supongo que no pienso en el hecho de que tanta gente lo ve. Y creo que, en nuestra época de redes sociales, donde gran parte de ellas no son educativas, y gran parte de ellas están centradas en uno mismo, espero que la mía pueda ofrecer algo más.

¿Está relacionado el elitismo con la falta de representación en el mundo del arte?

Yo creo que sí. Porque si pensamos en los responsables de los museos, siempre han sido el mismo tipo de personas (hombres con dinero, blancos y heterosexuales). Una de las mejores obras de arte jamás realizadas fue la de Zoe Leonard en 1992.

La hizo a raíz de las elecciones, después de un largo período de conservadurismo y fue traído de vuelta en 2016, a raíz de la victoria de Trump, –abominable victoria–.

Se llama Quiero un presidente: 'Quiero a una persona con sida para presidente y quiero a un maricón para vicepresidente y quiero a alguien sin seguro médico y quiero a alguien que creció en un lugar donde la tierra está tan saturada de residuos tóxicos que no tuvo opción de contraer leucemia.'

Y en realidad, eso es también como una especie de microcosmos de cómo el mundo del arte y cómo el museo está estructurado. Ya sabes, América: ¿Alguna vez han tenido una mujer presidente? ¿Seguimos viviendo en una cultura patriarcal? Sí. Si nos fijamos en los museos, ¿están las mujeres en el poder?

Maria Balshaw es ahora la primera directora del museo Tate de Londres; también en la National Gallery of Art en D.C.; tienes gente en el Louvre por primera vez en la historia… Pero son las primeras personas que ocupan estos puestos. Creo que tiene mucho que ver con el elitismo en términos de clase, pero también de género.

El Museo Thyssen de Madrid recién estrenó la exposición Maestras. ¿Venden hoy en día las exposiciones de arte dedicadas exclusivamente a mujeres artistas? ¿A quién beneficia más: a las instituciones o a las artistas?

Creo que se puede ver desde varios puntos de vista. En primer lugar, está muy bien que se organice una exposición, y depende de lo exhaustiva que sea la investigación, si se organiza por el hecho de que sean mujeres artistas y no hay coherencia en ella, entonces no es beneficiosa, caerá en el olvido.

En cambio, si tienes una exposición importante y completa y has hecho un buen catálogo, entonces es un comienzo. Y tal vez el propio museo pueda verlo desde dentro y decir 'En realidad, tenemos que cambiar esto.

Podemos empezar haciendo esto, pero tal vez adquiramos algunas de estas obras de la exposición'. Por ejemplo, en Londres, con la exposición de Artemisia Gentileschi, ya sabes, lo hicieron tan sólo porque compraron una obra de Artemisia Gentileschi.

Montaron un gran alboroto, y pusieron esa obra en la sala principal de la National Gallery. Y la realidad es que puede que haya sólo un 1% de mujeres artistas en la colección. Pero si ponemos ese 1% en la mente de todos, y nos comprometemos a mejorarlo, entonces está bien. Pero tienes que comprometerte. No puedes hacerlo porque sí.

El Museo del Prado hizo un buen trabajo con la exposición de Clara Peeters. Fue como el comienzo de (algunas) grandes exposiciones sobre mujeres artistas en varios museos del país. Sin embargo, todavía muchas artistas, también contemporáneas, se enfrentan al reto del reconocimiento y la igualdad. ¿Cuál podría ser el mejor escenario para las artistas en estos momentos?

Creo que es lo mismo que ocurre en muchos sectores con el hecho de ser madre y artista, en el sentido de que debería haber subvenciones para el cuidado de sus hijos para que puedan seguir trabajando.

Esa es la lucha en la que más pienso. Si la gente quiere marcar de verdad la diferencia, puede apoyar a las artistas que tienen hijos pequeños y ayudarles a que vayan a la guardería y ese tipo de cosas tan mundanas como necesarias.

Porque cuando hablo con artistas ese parece ser el mayor obstáculo al que todavía se enfrentan. El mundo en el que vivimos, por desgracia, todavía es muy patriarcal.

Si tuvieras que elegir una sola obra de arte de una mujer artista, ¿cuál sería la que salvarías de una catástrofe?

Tienes que salvar a Judith decapitando a Holofernes por Artemisia Gentileschi, porque es como que… esto se hizo hace 400 años. Y una piensa, ¿cómo pudo esta mujer salirse con la suya? Esa obra muestra el verdadero valor y la resistencia y la confianza y la determinación impecable de querer contar su propia historia.

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