Kate Winslet da vida a la fotógrafa Lee Miller en una película que llegará a España el 7 de marzo

Kate Winslet protagoniza el biopic de la modelo y fotoperiodista norteamericana Lee Miller que cubrió la Segunda Guerra Mundial y se bañó en la residencia muniquesa de Hitler el mismo día en el que el dictador se suicidó.
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Frame de la película Lee, protagonizada por Kate Winslet y dirigida por Ellen Kuras.

Delante del objetivo triunfó. Detrás, también. Fue modelo antes que fotoperiodista. Desde pequeña quería ser ella misma. Y tuvo que ocurrir algo brutal para que pudiera conseguirlo. Una guerra mundial. La Segunda Guerra Mundial fue su oportunidad para dejar de ser la musa de Picasso y Jean Cocteau, la amante de Man Ray, la maniquí de éxito. Miller, embedded con el ejército americano, retrató con sus cámaras Rolleiflex desde las avenidas cubiertas de nieve de un París chic, pese a la invasión alemana, hasta el horror de los campos nazis de Dachau y de Buchenwald. Fue la única reportera gráfica que cubrió el avance de las tropas aliadas desde el desembarco de Normandía. Lo hizo para la casa donde antes era modelo, para la edición estadounidense de Vogue.

Lee Miller, la modelo que pasó a ser fotoperiodista en la Segunda Guerra Mundial

Si quisiéramos reflejar la vida de Elizabeth Miller (1907-1977) en fotografías podríamos comenzar con una de su infancia vestida con un peto, pelo corto, mirando desafiante a la cámara —su padre era un loco de la fotografía—, feliz de ser un tomboy en la pequeña ciudad norteamericana provinciana de Poughkeepsie donde nació. No le gustaban las muñecas, le divertía jugar con trenes. Una infancia que arrasó un conocido de la familia al violarla a los siete años. Nunca habló públicamente de ello. La siguiente imagen nos lleva a Nueva York. Cuenta la leyenda, no se sabe si completamente cierta, que con 19 años cruza despistada una calle y casi la atropellan. El susto llamó la atención de Condé Montrose Nast —el editor de Vanity Fair, The New Yorker y el fundador de la revista Vogue— que casualmente pasaba a su lado y se fijó en su belleza.

Este encuentro fortuito acabó con Lee Miller protagonizando muchas de las portadas de la revista. Comenzaba su etapa como modelo. Edward Steichen, el fotógrafo mejor pagado de América, la moldeó. El éxito fue meteórico hasta que se aburrió. El cansancio ante el mundo de la moda y que fuese protagonista de un escándalo (otra vez de forma casual) al ser la primera mujer en protagonizar un anuncio de compresas –algo que no gustó a los conservadores pues veían la menstruación como un tema tabú y armaron un alboroto mayúsculo–, provocó que hiciese las maletas. A París. En Francia, Lee Miller comienza una relación con el pintor y fotógrafo precursor de los surrealistas, Man Ray. Tenía 22 años. Juntos inventaron la técnica de la solarización —procedimiento fotográfico por el cual se obtienen imágenes con el tono invertido total o parcialmente—, y juntos vivieron un romance.

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Lee Miller luciendo un vestido de terciopelo de rayón con chaqueta a juego y cuello ribeteado de zorro, de Jay-Thorpe, y un collar de diamantes con esmeralda, de Marcus - Getty Images

Algunas de las fotografías que fueron inicialmente atribuidas a Man Ray ahora llevan la firma de Lee Miller. La relación dura cerca de cuatro años. Man Ray –posesivo y celoso– no soportaba a los amantes de Miller. Ella su hipocresía. De esa relación queda una de las fotografías más icónicas del revolucionario artista: El objeto para ser destruido. Un metrónomo a cuyo péndulo le añade el ojo de Lee Miller con instrucciones de uso: coloca en el péndulo de un metrónomo el ojo de la persona amada a la que ya no volverás a ver. Pon en marcha el metrónomo hasta el límite de tu resistencia. Con un martillo, intenta destruirlo de un solo golpe.

«Prefiero tomar una foto que ser fotografiada»

Lee Miller

Tras la ruptura, la norteamericana vuela a Nueva York, funda su estudio y conoce a su primer marido, Aziz Eloui Bey. Con el millonario egipcio se instala en El Cairo. De esa etapa –liberada de los prejuicios de clase y de raza– quedan unas extraordinarias fotografías como Portrait of Space, Al-Bulwayeb, realizada cerca del oasis de Siwa en 1937. Un periodo que condicionará toda su obra fotográfica. Aunque de nuevo el hastío la persigue. "Paso las horas leyendo malas novelas policiacas. Tomo mucho popper también. Soy una pésima ama de casa; no me interesa serlo".

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La modelo Lee Miller lleva un suéter oscuro de punto y una falda envolvente plisada blanca, una bufanda tricolor, todo de Chanel, y un sombrero con cinta tricolor, de Reboux, de pie en un jardín con una fila de flores al fondo. (Foto de Edward Steichen/Condé Nast a través de Getty Images)

Vuelve a Francia para alejarse unos días de esa vida y nada aburrido le espera. En 1937 pasa un mes de agosto con –entre otros– Picasso, Dora Maar, el poeta Paul Éluard y el que se convertiría en su futuro marido, el coleccionista británico Roland Penrose. Decenas de fotografías documentan unos días felices del grupo surrealista en la playa de La Garoupe, en la costa azul francesa. Tampoco le llena. "Francamente no sé realmente lo que quiero. Deseo la combinación utópica de la seguridad y de la libertad. Creo que lo que más necesito es libertad. Si la tengo me podré concentrar y la seguridad creo que llegará", escribe Miller a Aziz en una de sus últimas cartas antes de separarse.

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Cartel de lal película Lee, protagonizada por Kate Winslet y dirigida por Ellen Kuras.

Comienza la guerra

En 1939 Lee se convierte en una de las cuatro mujeres norteamericanas acreditadas para cubrir el conflicto. Con David E. Scherman, corresponsal de Life, recorre kilómetros y kilómetros de horror con un arrojo casi suicida. Bebiendo mucho. Drogándose. Intentando sobrevivir a la barbarie. "Les suplico que crean que es verdad", fue el texto del telegrama que acompaña a las primeras imágenes que manda de los campos de concentración. Al final de la guerra protagoniza una de las fotografías más sorprendentes. Se la hace David: "Nadie se había dado cuenta de que en el número 27 de Prinzregentenplatz estaba la antigua residencia muniquesa de Hitler. Lee soltó una carcajada como la expresión de lo imposible y lo absurdo de aquella guerra. Luego hizo algo inaudito. Se desnudó, se metió en la bañera. Saqué del estuche una de las Rollei y fotografié a la señora Lee Miller en el bathtub de Adolf Hitler", cuenta el novelista francés Marc Lambron en el libro El ojo del silencio.

"Si tuviera que volver a vivir sería aún más libre con mis ideas, con mi cuerpo y con mis afectos"

Lee Miller

Después de la guerra la depresión persigue a la norteamericana que se refugia con su marido Roland Penrose en Sussex. Allí, su único hijo, Antony Penrose, descubre más de 60 000 negativos, fotografías, cartas y manuscritos almacenados en el desván. Un descubrimiento que sirve para entender mejor a Lee. Una artista, radical, bella, independiente, rebelde e inconformista.

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Más que una simple colección de recetas, este libro de cocina de Ami Bouhassane, nieta de Lee Miller, explora la vida de Miller a través de la influencia de la comida y nos muestra cómo esta se convirtió en otro de sus vehículos creativos.

La cara más desconocida de Lee Miller

La norteamericana comenzó a escribir un libro de cocina, The Entertaining Freezer (el congelador que entretiene) con 20 menús en tres tiempos diseñados para impresionar a los comensales. Unas comidas en las que Miller no se quería sacrificar estando miles de horas en la cocina pues prefería guardar fuerzas para seguir cautivando a sus invitados. Esta etapa de su fascinación por la cocina la vivió de la misma forma que con la fotografía: con pasión y perfeccionamiento. Atesoró más de 2000 libros de cocina en su casa de Farleys House (Sussex). "Los libros de cocina son mi lectura nocturna favorita antes de cerrar los ojos. A veces consulto hasta 50 libros para una sola receta. Aunque al final desecho muchas de las ideas y hago lo que quiero". Su nieta Ami Bouhassane recoge en un libro maravilloso la etapa gastronómica de Miller y sus recetas: A Life with Food, Friends & Recipes.

"Cocinar es pura terapia"

Lee Miller

Cocinar, como cuenta su nieta en el libro, fue la última reinvención de sí misma. El campo de batalla era su cocina en Farleys House en donde luchaba contra los demonios, el trauma de su infancia, la relación rota con su madre, los horrores que escondió en el ático que la atormentaban por lo que presenció en la Segunda Guerra Mundial, su necesidad de escapar a través de la bebida y la depresión posparto. Cambio su cámara fotográfica por un bolígrafo en el que apuntar su creaciones culinarias y un cuchillo Sabatier afilado.

El primer plato que inventó fue por accidente al equivocarse siguiendo una receta de un amigo y se convirtió en una de sus creaciones favoritas: el Pollo Verde de Muddles Green ('Muddles Green' Green Chicken). Receta para 8 personas:

Ingredientes

  • 2x 1,8 k pollos enteros, preferiblemente orgánicos
  • 1 manojo grande de perejil francés picado (no muy fino)
  • 2 manojos enteros de apio cortados en trozos grandes
  • 4 puerros grandes, incluyendo la parte verde, cortados en trozos grandes
  • 3 rebanadas de pan de molde artesanal, tostadas
  • Sal y pimienta al gusto
  • 600 ml de nata para cocinar
  • 400 g de guisantes, cocinados y calientes

Preparación

Colocar las verduras bien lavadas y cortadas en trozos grandes junto a las rebanadas de pan tostado en una olla grande junto con el pollo. Añadir agua fría suficiente para cubrirlo (o caldo de pollo hecho con los lomos, patas, cuellos, etc. con zanahoria, cebolla y cosas "normales") y sazonar ligeramente al gusto. Llevar a ebullición y dejar cocer a fuego lento durante una hora o hasta que los pollos estén tiernos. Sacar los pollos de la olla y retirar la piel y las carcasas de la carne. Reservar la carne hasta el momento de servir.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 443 de Marie Claire y fue escrito por Arantza Coullaut. Adaptación: Anna Pardo.

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