Sarah Jessica Parker reabre el debate: ¿va a terminar de morir el género en la moda?

La artista más girly de la televisión nos confirma con su última aparición que los límites entre el armario masculino y el femenino están cada vez más desdibujados.  
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Hay decisiones de las que te puedes arrepentir en un futuro. Por ejemplo aquella vez que decides quedarte con el más tóxico en vez de con el bueno. Quizás eso mismo estará pensando Carrie Bradshaw  en los nuevos episodios de la segunda temporada de And Just Like That gracias al regreso del famoso y amado, Aidan. 

Quien además de ser emocionalmente estable y excelente pareja para Carrie - a diferencia de Big -, le permite a la protagonista mostrar sin tapujos y con total libertad su amor por la moda. Incluso le entrega su armario como prueba de amor, para crear los mejores looks a base de "piezas masculinas". 

Sarah Jessica Parker y John Corbett. - GC Images

 Vaqueros, camisas con estampado escocés, sudaderas y hasta sus calzoncillos favoritos son algunas de las prendas que Bradshaw ha tomado prestado del armario de su amado para unirlas con clase a otras prendas y convertirlas en atuendos originales y vanguardistas, completamente replicables. Por quién sea. 

John Corbett y Sarah Jessica Parker en el set de "And Just Like That..." - GC Images

Hoy sigue siendo posible ver a Carrie bajarse de sus Manolo Blahnik, para optar por un par de zapatillas Converse All Star Chuck 70 y hacer match con su exnovio (o actual, aún no lo sabemos) Aidan. De hecho, en la reciente imagen de Sarah Jessica Parker en el plató de la segunda temporada de And Just Like That, aparece luciendo una camisa de cuadros, una chaqueta de pana y una falda de jacquard, para confirmar que nuestras predicciones son ciertas y que sigue tomando prestado el vestuario de su otro gran amor. 

Sarah Jessica Parker en el set de "And Just Like That..." - GC Images

La protagonista de Sex and the City es parte de este nuevo escenario, en el que las fuerzas de lo femenino y lo masculino no se oponen ni se unifican, sino que cesan de existir. Ya no se trata de catalogar la vestimenta por ser “de hombre” o “de mujer” a partir de asociaciones obvias, sino de deslindar el género de su iconografía tradicional o incluso de jugar con los símbolos que esta reproduce. La elección de optar por una u otra etiqueta es opcional, oscilante, no hay ropa genderless, solo ropa.

En la moda, esta libertad sólo puede ser vista como un sinónimo de posibilidad, como una ampliación de la mirada. Las reglas para el vestir desaparecen y las alternativas se duplican. Tal vez, en el futuro, la separación entre Semana de la Moda de hombre y de mujer sea inexistente, la diversidad y la representación en la industria sean reales y las prendas con género se conviertan en un mero recuerdo. Hasta entonces, solo podemos esperar que el vestuario de artistas como SJP le siga abriendo el paso a diferentes y sorprendentes estilos. 

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