29 de marzo de 1956. Esta fecha jalona por completo la biografía del Rey Juan Carlos. La muerte de su hermano Alfonso de Borbón marcó para siempre la vida del monarca convirtiéndose en el episodios más negro de toda su trayectoria. Una muerte que durante años ha estado bajo los efectos de la leyenda envuelta en misterios y sospechas. Este domingo se han cumplido exactamente 64 años de la tragedia que aún está en las capas más superficiales de la piel del rey emérito.

Era un sábado lluvioso en Villa Giralda, Estoril, el municipio portugués donde estaba instalado el hogar familiar de los Condes de Barcelona junto a sus dos hijos: Juan Carlos de 18 años y Alfonsito de 15. Solos en la sala de juegos, se oyó un disparo. Inmediatamente, doña María de Borbón entró corriendo sobresaltada para encontrarse a su hijo Alfonso en el suelo sobre un manto de sangre. Su padre, don Juan de Borbón hiz un intento frustrado en reanimarle para más tarde terminar cubriendo su cuerpo con una bandera de España. Acto seguido se giró a don Juan Carlos pidiéndole que le jurara que había sido un accidente.

La secretaría de los condes de Barcelona facilitó una nota informativa sobre la tragedia:
«Estando el infante don Alfonso de Borbón limpiando una pistola de salón con su hermano, la pistola se disparó, alcanzándole en la región frontal, falleciendo a los pocos minutos. El accidente sucedió a las veinte horas y treinta minutos al regresar de los oficios del Jueves Santo, donde había recibido la sagrada comunión»

El rey Juan Carlos se convirtió en el único testigo vivo de la desgracia que, si bien no ha empañado la dinastía de los Borbones sí que ha definido la vida del monarca. Sin embargo, como toda catástrofe se ha intentado que fuera sinónimo de silencio. Son muy pocas las ocasiones en las que el rey Juan Carlos ha hablado sobre la vida y la muerte de su hermano. Tan solo en el documental Yo, Juan Carlos, rey de España, un cinta emitida en Francia . Lo sigo echando mucho de menos”, señala.