Con 21 años, el entonces príncipe Felipe se hizo con el corazón de
Isabel Sartorius, de 24. La joven madrileña era la gran apuesta como sucesora de la reina Sofía, algo que nunca llegaría a ocurrir. Isabel estaba licenciada en Ciencias Políticas y formaba parte de la aristocracia española, un cóctel que la convertía en la novia perfecta para un príncipe. Sin embargo, doña Sofía no pensaba de esta manera. Al parecer, la que fuera su suegra hizo todo lo posible por evitar este romance juvenil, y el motivo no era otro que los padres de su nuera, Vicente Sartorius Cabeza de Vaca, marqués de Mariño, e Isabel Zorraquín, estaban divorciados. Los rumores señalaron que doña Sofía no podía pasar por alto la separación de los suegros de su hijo. La pareja estuvo saliendo durante dos años y rompieron en 1991, según confirmó el propio Felipe. Por su parte, su exnovia se mudó a Londres para estudiar Arte en la academia Sotheby’s, quizá en un intento por olvidar a su príncipe. El destino puso en su camino a Javier Fitz-Jame Stuart y Soto, conde de Montalvo, con el que contrajo matrimonio en 1997 y tuvieron una hija, Mencía, la única del matrimonio. Lo más curioso es que Isabel y doña Letizia se conocieron en Zarzuela, y la exnovia del rey habló así de la reina, “el carácter de la princesa me gustó desde el primer momento. En nada de tiempo hablábamos entre nosotras como si nos conociésemos de años”.