La Costa Amalfitana es, posiblemente, el mejor regalo de San Valentín

Carreteras panorámicas, playas y pueblos escondidos, lugares cargados de historia, gastronomía top, hoteles de ensueño… La Costa Amalfitana (Italia) es, posiblemente, el mejor regalo de San Valentín.
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El tramo costero que domina el Golfo de Salerno desde Positano hasta Vietri Sul Mare constituye el idílico paisaje de la Costa Amalfitana y concentra la mayoría de los lugares que hay que visitar antes de que lleguen las hordas de turistas en la nueva temporada primavera-verano que ya está a la vuelta de la esquina.

Con sus escarpados y vertiginosos acantilados sobre el agua, pequeñas bahías y terrazas plantadas de viñedos, olivares y cítricos (sobre todo los famosos limones), parece lógico que esta área llena de personalidad paisajística, poblaciones con un rico pasado y estilo de vida mediterráneo sea Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Costa Amalfitana en coche, ideal para San Valentín

Arrancamos el coche (¿quizás un descapotable?) y comienza la aventura por carretera. Empieza el recorrido por Positano, con sus fotografiadas casitas de colores y las cúpulas de sus iglesias que son motivos de las mejores postales en las tiendas de turistas.

Dirígete después a Amalfi, antigua república marítima y actual joya de la costa que da nombre a toda una región. Visita obligada es su imponente Duomo o catedral. En sus calles, numerosas pizzerías, tratorías y shopping de todo tipo.

Por el camino, haz una parada para darte un chapuzón (recuerda que incluso en este mes puede haber hasta 25º de temperatura si el tiempo es bueno) en las aguas esmeraldas de la pequeña playa situada al fondo del Fiordo di Furore.

La típica postal de viaje no puede ser otra que la vista de Positano y el mar con sus escarpados acantilados y populares playas. - Unsplash

A solo 700 metros de Amalfi se encuentra Atrani, la ciudad más pequeña de Italia, con callejuelas estrechas y casitas que trepan sinuosamente por la colina. Un must es su colegiata de Santa María Magdalena.

No te pierdas una visita al conjunto histórico de la Villa Cimbrone de Ravello, con hermosos jardines y la Terraza del Infinito, que ofrece unas vistas increíbles. No muy lejos se encuentran Maiori y Minori, desde donde parte el Sentiero dei Limoni y donde se encuentran los restos de una villa romana.

Vietri sul Mare es conocida por su reconocible cerámica, mientras que Cetara es un pequeño pueblo pesquero que parece haber resistido el paso del tiempo. Recuerda que en los diferentes puertos puedes contratar servicios de transporte marítimo (catamaranes, ferris, zódiacs…) para descubrir la costa desde el agua o practicar deportes náuticos.

La Collegiata di Santa Maria Maddalena Penitente (Atrani) - Simone Antonazzo

Si te gusta caminar, da un paseo por el Sentiero degli Dei que une Agerola y Positano. Es una espectacular caminata a lo largo de los montes Lattari para disfrutar de unas impresionantes vistas de la península sorrentina y la isla de Capri a lo lejos. Una experiencia inolvidable con únicas y romantiquísimas puestas de sol.

La mar de típico

El limoncello es el licor tradicional de la península sorrentina. La fértil tierra volcánica y el microclima de la zona (con hasta cuatro cosechas al año) hacen que los limones de Sorrento sean únicos en el mundo. De hecho, los limones 'Oval' de Sorrento son Indicación Geográfica Protegida.

Se encuentran bajo la protección las pagliarelle, es decir, pérgolas artesanas de esterillas de paja y andamios de madera de castaño, que se instalan en las terrazas plagadas de limoneros. Su técnica de cultivo sigue siendo fiel a la tradición local, desarrollándose sin prisa y únicamente con abonos naturales.

Fundada en 1991 por los hermanos Stefano y Sergio Massa, Villa Massa, produce la marca de limoncello más famosa, internacional y galardonada en los certámenes gastro más reseñables.

Recolección de limones para elaborar el limoncello prémium de Villa Massa (Sorrento).

Ya a finales del siglo XIX, la familia Massa tenía por costumbre agasajar a sus invitados con un licor preparado a través de una receta familiar con los limones del huerto de Le Grottelle.

Esta receta tradicional elaborada en 1890 ha ido pasando de generación en generación y combinándose con técnicas modernas de producción. El valor del trabajo a mano y la calidad prémium está siempre presente.

Los limones se llevan en cestos de castaño después de una recolección hecha a mano, limón a limón, para que nunca toquen el terreno y siempre en el momento exacto de maduración, para después, seguir la receta tradicional sin saborizantes ni colorantes artificiales.

Todo el proceso es respetuoso con el medioambiente a través de un cultivo tradicional supervisado por cooperativas locales, lo que garantiza la trazabilidad del producto y la técnica artesana casi ancestral de la producción.

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