Desde la infancia hasta la edad adulta, la autoestima juega un papel crucial en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y en cómo enfrentamos los desafíos de la vida. Es un concepto complejo que se forma a través de la interacción con nuestro entorno, especialmente en el seno familiar y educativo. La manera en que somos criados y el apoyo que recibimos moldean nuestra percepción de nosotros mismos y nuestra confianza en nuestras capacidades.

En mi propio camino hacia una autoestima más sólida y saludable, he descubierto que reconocer mis logros ha sido fundamental para darme cuenta de mi verdadero potencial y desarrollarlo. A lo largo de los años, he aprendido que la autoestima no es simplemente una cuestión de sentirse bien consigo mismo, sino también de reconocer y valorar nuestras fortalezas y logros.
Todo este camino empieza por los padres, maestros y figuras de autoridad en definitiva, éstos desempeñan un papel crucial en la construcción de la autoestima de los niños. Un ambiente familiar que fomente la aceptación incondicional, el apoyo emocional y el reconocimiento de las capacidades individuales es fundamental para cultivar una autoestima positiva desde una edad temprana.
Sentirse valorado y apoyado en casa sienta las bases para desarrollar una confianza en uno mismo que perdurará a lo largo de la vida. Así que si no ha sido tu caso, es probable que guardes heridas de la infancia que hayan mermado tu autoconcepto y amor propio.
Reconocer los logros no solo implica celebrar los grandes hitos, sino también valorar los pequeños triunfos que encontramos en el día a día. Cada paso hacia adelante, por pequeño que sea, merece ser reconocido y celebrado. Al apreciar nuestros logros, fortalecemos nuestra confianza en nuestras habilidades y nos damos cuenta del potencial que reside dentro de nosotros.
Una técnica que ha sido especialmente útil en mi viaje hacia una autoestima más sólida es el "Árbol de los Logros". Esta actividad no solo me ha permitido reflexionar sobre mis cualidades positivas y logros, sino que también me ha brindado una visualización tangible de mi crecimiento y desarrollo personal. Al ver cómo mis raíces se entrelazan con mis logros, he podido apreciar la conexión entre mis fortalezas internas y mis éxitos externos.
Aquí exponemos cómo llevarla a cabo por el equipo de Red Cenit, un centro especializado en desarrollo cognitivo:
"La actividad consiste en hacer una reflexión sobre capacidades, cualidades positivas y logros que hemos desarrollado desde la infancia a lo largo de nuestra vida. Hay que pensar todo con calma, sin prisa, e intentando no olvidar ninguna. Da igual el tiempo que nos lleve realizar el ejercicio.
1- Lo primero que se hace es realizar una lista de todas las virtudes que se poseen, ya sean éstas cualidades personales (bondad, paciencia), sociales (empatía), intelectuales (buena memoria), o físicas (atractivo). Y repito, es importante tomarse el tiempo que sea necesario.
2- Una vez realizada esta lista, se elaborará otra en la que añadiremos los logros que hemos conseguido. Da igual si son muy significativos o más insignificantes, lo importante es que tienen que ser logros de los que estemos orgullosos.
3- Cuando ya tenemos las 2 listas elaboradas, pasamos al dibujo. Se hará un árbol en un folio, ocupará toda la hoja, y se distribuirá de la siguiente manera:
- Raíces: se deben ir colocando todos los valores positivos que hemos escrito anteriormente. Si consideramos que es un valor que nos describe muy bien, haremos una raíz gruesa. Si por el contrario, nos caracteriza pero tampoco es demasiado representativo, dibujaremos una raíz más fina.
- Frutos: aquí colocaremos los logros de la segunda lista. Haremos frutos más grandes cuando el logro sea mayor, y más pequeños cuando sea menos relevante."
Y es que reconocer nuestros logros es esencial para cultivar una autoestima sólida y positiva. Al valorar nuestras fortalezas y celebrar nuestros éxitos, podemos liberar nuestro verdadero potencial y enfrentar los desafíos de la vida con confianza y determinación. Que cada logro sea un recordatorio de nuestro valor y nuestra capacidad para alcanzar nuestras metas, independientemente de los obstáculos que se interpongan en nuestro camino.