Cuando Patricia Eguidazu decidió dejar de comprar ropa, no lo hizo por una moda pasajera, ni por seguir una tendencia sostenible de TikTok. Lo hizo porque algo en ella se rompía cada vez que abría su armario. Porque estaba lleno de prendas que no usaba, que no hablaban de ella, que no abrazaban su cuerpo, pero sí ocupaban espacio en sus días, en su mente y en su autoestima. Así nace El día que dejé de comprar ropa, un libro valiente, revelador y profundamente necesario, en el que la autora —también diseñadora y creadora del método TriziaZu— lanza una pregunta tan incómoda como transformadora: ¿te estás vistiendo o solo estás acumulando?
El libro no busca culpables. No señala al fast fashion con el dedo sin antes invitarnos a mirar hacia dentro. “Consumimos por ansiedad, no controlamos lo que hacemos”, dice Patricia. Esa frase, tan sencilla como brutal, resume lo que muchas mujeres sienten pero no siempre saben nombrar: la compra de ropa no es una decisión racional, sino emocional. En sus palabras: "Nos frustramos y seguimos acumulando."
Una industria desbocada… y una mujer frente al espejo
En 2021, la industria de la moda estaba valorada en 3 billones de euros a nivel mundial, representando el 2% del PIB global. Cada año se producen más de 100.000 millones de prendas, de las cuales más de la mitad se desechan antes de cumplir siquiera un año desde su compra. Detrás de estas cifras descomunales, hay decisiones individuales que se repiten a diario: añadir una camiseta más al carrito online, entrar a Zara “solo para mirar”, comprar un vestido para una ocasión puntual que termina olvidado en el fondo del armario.
Pero Patricia le da la vuelta a este sistema desde un lugar inesperado: su propia experiencia. “Las marcas y las tendencias desdibujaron nuestras siluetas y, por ende, nuestros armarios”, escribe. Y en esa frase está también el germen del método TriziaZu: volver a definirnos desde el cuerpo real que habitamos, no desde las tallas que nos exigen entrar.
El día que dejé de comprar ropa no es un ensayo sobre sostenibilidad ni una guía de cápsula armario. Es una confesión en voz alta de lo que muchas mujeres callan cuando se miran al espejo: rechazo, frustración, presión. “No somos dueñas de nuestra imagen, nos dejamos llevar”, sentencia Eguidazu. Y no hay juicio, solo comprensión.
"No visualizamos nuestro armario. No valoramos lo que hay dentro de él. Ni siquiera sabemos si las prendas que hemos adquirido nos quedan bien."

Un armario lleno de emociones (y poca intención)
Patricia propone un enfoque diferente, y profundamente liberador: mirar el armario como una biblioteca emocional. No como un lugar que acumula ropa por temporadas, sino como un espacio íntimo, donde cada prenda debería tener un motivo, un recuerdo o una función alineada con tu cuerpo y tu forma de estar en el mundo.
En ese proceso, el método TriziaZu no parte de la estética, sino de la introspección. “Nos vestimos sin intención, compramos sin pensar, nos frustramos al vestirnos”, resume. La autora insiste en que el desorden en el armario no es solo visual, es también emocional: refleja cómo estamos, cómo nos sentimos con nosotras mismas y cuánta presencia tenemos en nuestras decisiones cotidianas.
"¿Te sientes en paz con lo que ves en el espejo?", se pregunta. Y con esa frase, coloca el foco en lo que de verdad importa: la conexión entre cuerpo, mente y ropa.
Ese despertar fue para ella doloroso, pero también decisivo. En uno de los pasajes más reveladores admite: "No sabía que ese rechazo me llevaría a dejar Zara."

Reaprender a vestirse, reconciliarse con el cuerpo
Más allá de las etiquetas sostenibles y las modas del minimalismo, lo que propone Patricia Eguidazu es una revolución íntima. Una forma de volver a vestirse desde la calma, desde el cuerpo real, desde el respeto. El método TriziaZu enseña a elegir la ropa según tu silueta, tu energía y el mensaje que quieres transmitir. Y, sobre todo, según cómo te hace sentir.
Este libro es una llamada a la acción emocional. Un acto de resistencia íntima. Una guía para vestirse de adentro hacia afuera.
"¿Sabes por qué no consigues ser sostenible? Porque la ropa está ligada a la gestión de las emociones."
Y nadie nos enseñó a gestionarlas cuando se trata de moda. Patricia no ofrece recetas mágicas ni promete armarios perfectos. Pero sí herramientas reales para reconciliarte con tu cuerpo y transformar tu forma de consumir. Una fórmula sencilla, pero poderosa: conocerte primero, para después decidir qué ropa merece acompañarte.

El comienzo de algo nuevo
Su mensaje final es claro y conmovedor: dejar de comprar no es una pérdida. Es un comienzo.
"Cuando dejas de comprar por impulso, empiezas a vestirte de verdad. Te escuchas. Y ahí empieza todo."
En tiempos en los que el armario se llena más rápido de lo que se vacía, El día que dejé de comprar ropa no es solo un título sugerente. Es un manifiesto para recuperar el control, la autoestima y el disfrute de vestirse. Porque como recuerda Patricia Eguidazu: "Vestirse con intención puede ser el gesto más íntimo de amor propio."
Este cambio de mirada hacia el consumo no ocurre en solitario. En TikTok arrasa el fenómeno del "deinfluencing", una tendencia anticonsumista que invita a cuestionar las compras por impulso y a rechazar productos virales que no aportan valor real. Incluso algunas influencers de moda han decidido dejar de comprar en grandes cadenas como Zara, como aquella que compartió su decepción al verse obligada a escoger una talla más grande de la 40, revelando hasta qué punto la moda puede afectar a la autoestima. El libro de Patricia Eguidazu y su método TriziaZu no solo se alinean con esta ola crítica: la preceden con profundidad, reflexión y una propuesta real para dejar de comprar sin dejar de vestirse.