Cada año, el sol nos invita a disfrutar al aire libre, pero también es responsable de uno de los cánceres más comunes: el cáncer de piel. En este taller, organizado por Ruber Internacional y Marie Claire, el Dr. Pedro Rodríguez, dermatólogo en Clínica Dermatológica Internacional y jefe de Servicio Adjunto en el Hospital Ruber Internacional destacó que protegerse del sol es fundamental, pero aún más crucial es aprender a revisarse la piel con regularidad para detectar cualquier cambio a tiempo.
Más allá de los protectores solares y los consejos clásicos, esta charla nos abrió los ojos a una visión más completa y realista sobre cómo cuidar nuestra piel durante todo el año, no solo en verano.
Mitos y realidades del cáncer de piel
Uno de los grandes mitos que el Dr. Rodríguez desmontó durante la charla es la falsa creencia de que el cáncer de piel es raro. “No lo es”, advirtió el Doctor. “Hay dos grandes tipos: el melanoma, más grave aunque menos frecuente, y los carcinomas, mucho más comunes pero con mejor pronóstico”. La clave está en el tipo de célula que se vuelve maligna.
Mientras que el melanoma puede desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, los carcinomas suelen aparecer en zonas expuestas al sol —como el rostro— y se manifiestan como heridas que no cicatrizan o pequeños granitos persistentes. Lo preocupante es que los casos no dejan de aumentar. “A diferencia de otros tumores que están en descenso gracias a la prevención, los datos sobre cáncer de piel van en la dirección contraria”, explicó el doctor.
Diagnóstico precoz
El pronóstico del melanoma está directamente relacionado con la profundidad con la que penetra en la piel. No importa tanto el tamaño visible del lunar, sino cuántos milímetros ha crecido hacia dentro. “Si lo detectamos muy al principio, la tasa de curación puede rozar el 99%. Pero si ya ha alcanzado vasos sanguíneos o linfáticos, puede diseminarse a otros órganos”, señaló.
La buena noticia es que el cáncer de piel se ve. “No es como un cáncer de colon o de pulmón, que puede pasar desapercibido durante años. Lo tenemos delante”, recalcó Rodríguez. Por eso es tan importante vigilar los lunares que cambian, crecen o presentan colores irregulares, y acudir al dermatólogo ante la menor sospecha.

Bronceado: claves para cuidar tu piel
Nos encanta vernos morenas en verano. Ese tono dorado nos hace sentir más guapas, más sanas, incluso más felices. Pero como recordó el especialista durante la charla, hay formas más seguras de conseguirlo. "Nos puede gustar el bronceado, pero quizá podemos buscar alternativas como los autobronceadores en spray", sugirió.
¿Y las cabinas de rayos UVA? Mejor olvidarlas. De hecho, en países como Australia están directamente prohibidas por su altísima relación con el cáncer de piel. Y en lugares como Nueva York, algunas llevan incluso advertencias similares a las de los paquetes de tabaco.
¿Y la vitamina D?
Es la gran pregunta que muchas nos hacemos cuando hablamos de protegernos del sol: "¿Y cómo consigo la vitamina D si me cubro tanto?" La respuesta, según explicó el dermatólogo, no es tan sencilla. Aunque vivamos en un país con muchas horas de luz, como España, tenemos un déficit sorprendentemente alto.
Esta "paradoja de los países soleados" también se da en Italia o India, y aún no tiene una explicación clara. Puede deberse a cambios en la dieta, a factores metabólicos, o incluso a que los niveles de vitamina D que consideramos óptimos quizás no lo sean tanto.
Lo importante es saber que, aunque uses protector solar, no vas a bloquear por completo la producción de vitamina D. Sí, puede disminuir un poco, pero no lo suficiente como para causar un déficit grave. Y si lo hay, probablemente se deba a otros factores.

El mito del lunar que “se vuelve malo”
Muchas creemos que los melanomas aparecen cuando un lunar que ya teníamos se transforma. Pero lo cierto es que la mayoría de los melanomas no vienen de lunares previos, sino que aparecen como manchas nuevas que pasan desapercibidas. Y si están en lugares como la espalda o las piernas –zonas donde más melanomas se diagnostican, sobre todo tras quemaduras solares–, es aún más difícil verlas a tiempo.
Por eso, los especialistas se apoyan en herramientas como la dermatoscopia, una especie de lupa con luz que permite ver estructuras invisibles al ojo humano. Y aún más útil es la dermatoscopia digital o “mapa de lunares”, que permite comparar imágenes de la piel tomadas en diferentes momentos.
Así se detectan cambios sutiles, como una manchita que no estaba el año anterior. "Cuando vemos que algo ha cambiado, ahí está la clave", señaló el Dr. Rodríguez. Y muchas veces, ese pequeño punto nuevo termina siendo un melanoma.
Luz azul, maquillaje con SPF... ¿vale todo?
En el mundo beauty, no todos los cosméticos con SPF son iguales. No es lo mismo una base de maquillaje con un factor 15 que una crema solar con protección 50 bien formulada.
Otro mito a derribar: las camisetas no protegen indefinidamente. Al contacto con el sol, el agua o simplemente por el roce del cuerpo en movimiento, esa barrera se vuelve cada vez menos eficaz. De hecho, pasado cierto tiempo, puede equivaler a no llevar nada. La única protección textil real es la que especifica “UPF” (protección ultravioleta certificada).
Igualmente, las cápsulas antioxidantes que se comercializan como “protectores solares orales” pueden ser una ayuda extra para personas con alergia solar o que se queman con mucha facilidad, pero en ningún caso sustituyen a la crema solar. Lo ideal, si se van a tomar, es empezar entre uno y dos meses antes de la exposición intensa. Y siempre, siempre, acompañarlas de protección.

La revisión dermatológica, ¿cuándo es realmente necesaria?
Una piel con muchos lunares o muy expuesta al sol debería revisarse al menos una vez al año. Y aunque un lunar parezca “normal”, si cambia de forma, color o relieve, debe valorarlo un dermatólogo. Hoy en día, gracias a la dermatoscopia digital, se pueden detectar lesiones sospechosas mucho antes que con el ojo humano, evitando así tratamientos más agresivos o diagnósticos tardíos.
De hecho, muchas lesiones que se tratan de forma estética como si fueran “manchas solares” pueden ser tumores malignos. Por eso, antes de someterte a cualquier tratamiento láser o peeling, asegúrate de contar con el visto bueno de un profesional especializado.
Revisarte la piel también es autocuidado
La piel no solo es el órgano más grande del cuerpo, también es nuestra primera barrera de protección. Nos conecta con el exterior, refleja nuestras emociones y cuenta historias: de sol, de juventud, de rutinas, de descuidos... Por eso, cuidar de ella va mucho más allá de la estética.
Ponerte protector solar cada mañana, hacerte una autoexploración de lunares al mes o acudir al dermatólogo una vez al año no deberían ser gestos excepcionales, sino parte de tu ritual de autocuidado. Igual que te haces una analítica, acudes al ginecólogo o eliges una base de maquillaje con mimo, revisar tu piel es un acto de amor propio. Porque detectar un melanoma a tiempo puede salvarte la vida.