Pocos planes emocionan tanto a una amante de la perfumería como perderse en Grasse, la capital mundial del perfume. Este rincón del sur de Francia lleva siglos seduciendo narices expertas y curiosas con sus numerosas tiendas, originales talleres, jardines de flores y su historia olfativa. Entre todos los museos y espacios olfativos, dos me conquistaron por completo: el Museo Internacional del Perfume (donde pasé más de tres horas) y el Museo Fragonard, bastante más pequeño, pero no por ello menos interesante. En este último, además, descubrí una fragancia que ya imagino acompañándome todo el verano por varias razones de peso.
Fragonard, 99 años de pasión por los perfumes
Una casa cuyo nombre rinde homenaje al pintor Jean-Honoré Fragonard
Grasse y Fragonard forman una pareja inseparable. Fundada en 1926, esta perfumería familiar ha sabido preservar el arte y la tradición de los perfumes con mimo y autenticidad. Desde hace casi un siglo, su producción sigue en manos de la familia Fuchs, que ha conseguido que cada frasco cuente una pequeña historia ligada a esta ciudad. El nombre Fragonard no es casual: rinde tributo al pintor Jean-Honoré Fragonard, icono del rococó y nativo de Grasse. La conexión entre el arte del siglo XVIII y la perfumería se percibe en cada detalle, desde los envases hasta los aromas sofisticados y accesibles que la casa propone.
La historia de Fragonard comienza cuando Eugène Fuchs, fascinado por la herencia artística y floral de Grasse, decidió crear una marca que capturase ese espíritu en sus composiciones. Hoy, cuatro generaciones después, la familia mantiene vivo ese legado, expandiendo su universo hasta París, donde también gestiona el encantador Museo del Perfume. Este museo, uno de los secretos mejor guardados de París, ofrece un recorrido apasionante por un siglo de perfumes, un relevante legado familiar y frascos legendarios. Visitarlo es casi obligatorio para cualquier beauty lover.
Héliotrope Gingembre, una fragancia de vainilla apta para verano
Entre los perfumes frescos de verano que una editora de belleza tiene fichados, Héliotrope Gingembre merece mención especial. Se trata de una colonia floral oriental que sorprende desde el primer instante y que Fragonard lanzó dentro de su colección Le Jardin de Fragonard, creada para invitar a un viaje sensorial exótico y adictivo.

Su pirámide olfativa es todo un guiño a las amantes de los perfumes dulces y frescos, pero odias las fragancias muy empalagosas en verano. Abre con notas chispeantes de naranja y bergamota. Por otro lado, en el corazón brilla la mezcla de jengibre, canela, manzana y rosa despierta los sentidos, mientras que la base, con heliotropo, vainilla, haba tonka y caramelo, aporta calidez sin saturar.
Lo más tentador es su precio, 42 euros el frasco de 50 ml, un coste accesible para las que valoran los perfumes florales nada típicos que merece la pena probar cuando las temperaturas son muy altas. Eso sí, si te gustan los aromas suaves pero con carácter, esta fragancia puede convertirse en tu favorita para los días largos y calurosos.
Otro perfume con jengibre en su composición
Twilly Eau Ginger de Hermès

En esta misma línea de fragancias con un toque especiado y vibrante, Twilly Eau Ginger de Hermès es otro imprescindible en cualquier colección olfativa de verano. Firmado por la perfumista Christine Nagel, este eau de parfum, lanzado en 2021, combina notas ligeras y sofisticadas que resultan perfectas para las amantes de la perfumería con carácter. Su salida floral de peonía se mezcla con un corazón dulce y picante de jengibre confitado, mientras que el fondo de madera de cedro le aporta profundidad y elegancia. El frasco de 50 ml cuesta 113 euros.