La sexualidad es un aspecto central en la vida de cualquier individuo, y se manifiesta en un sinfín de circunstancias a lo largo del desarrollo de una persona. Por lo tanto, la pregunta de si existe una relación entre la salud mental y la sexualidad, se torna ineludible. Efectivamente, la salud mental es una faceta más en la que la sexualidad se manifiesta y con la que se encuentra estrechamente vinculada.

En los últimos años, la educación sexual ha conseguido que poco a poco el dilema sobre los distintos tipos de orgasmo (vaginal o clitorial) se vaya difuminando, situando el centro del placer donde le corresponde; en el cerebro. Cada vez es mayor la conciencia creada sobre la intrínseca relación entre los procesos mentales, emocionales y la sexualidad. "Es importante tener en cuenta que para que exista una relación significativa, no es necesaria la causalidad, es decir; salud sexual y mental se pueden influir mutuamente sin que necesariamente siempre una tenga que ser causa de la otra" destaca la sexóloga Lucía Jiménez.
Para la experta uno de los aspectos más importantes a la hora de entender la funcionalidad sexual es: "la presencia de un estado de calma, es decir, de un sistema nervioso regulado. El sistema nervioso autónomo es el encargado del control de las funciones involuntarias de nuestro cuerpo: como la frecuencia cardiaca, la digestión y la respiración entre otras. Y está directamente implicado en la respuesta sexual". A su vez, el sistema nervioso autónomo se subdivide en dos ramas; la rama simpática y la parasimpática, que para diferenciarlas, a Jiménez le gusta bromear con que "la rama simpática es la menos simpática, porque será la que se active cuando tu cuerpo detecte una amenaza (real o imaginaria) y pondrá en marcha una estrategia cuyas sensaciones te serán probablemente poco agradables".
En contraposición, "la rama parasimpática será la que se active cuando tu cuerpo se encuentre en un estado de calma y regulación, permitiendo una cadencia respiratoria, flujo sanguíneo y digestión normales. Como habrás podido intuir, estos dos sistemas son antagónicos, lo que significa que cuando uno se enciende, el otro tiene que apagarse. Como te anticipaba al inicio del párrafo, la calma es un ingrediente indispensable para la excitación, eso significa que queremos la rama parasimpática activada" nos cuenta.
Y sentencia con: "Cuando el organismo no detecta ninguna amenazada, es decir, se encuentra libre de estrés, la respuesta sexual se puede dar con normalidad, sin embargo, cuando el ritmo acelerado de vida, las circunstancias estresantes, las preocupaciones y la angustia te invaden, tu rama simpática se activa y el cuerpo se prepara para enfrentar una amenaza, lo cual evolutivamente no sería muy compatible con ponerse a mantener relaciones sexuales. Esto no quiere decir que hasta que te encuentres mejor no vayas a poder disfrutar del placer, solo pone el foco sobre la prioridad de regularte previamente para que puedas estar receptiva".
Al igual que un estado psicológico regulado permitirá un mayor disfrute durante las relaciones sexuales, un desequilibrio emocional puede dificultar una correcta excitación sexual, disipar el deseo sexual y por tanto alejarte mucho del orgasmo. La salud mental se puede ver truncada de muchas maneras, y cada persona tiene un mecanismo distinto para enfrentarse a las adversidades de la vida, Lucía Jiménez explica cómo esta puede jugar un papel fundamental en la sexualidad:
- La depresión se caracteriza por un apagón emocional y una pérdida de interés por muchas de las cosas que antes solían gustarte o motivarte. Si recordamos, la dopamina está implicada en estos procesos, por lo que es probable que un estado depresivo provoque una pérdida del interés sexual y dificulte las sensaciones de placer. Sim embargo, en unas condiciones adecuadas podemos darle la vuelta, favoreciendo estos estados mediante la masturbación y otras relaciones sexuales.
- La ansiedad se relaciona con sensaciones de intranquilidad y agitación, aparición de pensamientos intrusivos y la falta de claridad mental. La manifestación de la ansiedad (así como del resto de patologías) varía mucho de una persona a otra, pero tiene sentido pensar que un estado ansioso permanente dificultará la excitación sexual (recordemos cómo la rama simpática del sistema nervioso autónomo se activaba ante amenazas reales o imaginarias). Una manera de contraponer los efectos de la ansiedad es mediante el cultivo de vínculos cercanos que permitan la segregación de oxitocina favoreciendo estados de calma.
A su vez "algunos de los tratamientos farmacológicos utilizados en psiquiatría influyen directamente en la respuesta sexual. Por ejemplo, los Inhibidores de la Recaptación de Serotonina o IRS, utilizados para tratar estados ansiosos y obsesivos, favorecen el aumento de serotonina. Estos neurotransmisores regulan el apetito sexual; se liberan tras el orgasmo y le dicen a tu cuerpo que ya has tenido suficiente por el momento" narra Jiménez.
Es por ello que este tipo de tratamientos suelen ir directamente relacionados con una disminución del deseo sexual. "Es importante conocer los posibles efectos adversos de los medicamentos que tomes, y si tienes dudas sobre su interacción en tu sexualidad, lo mejor es que lo preguntes directamente a tu especialista.
Hay algunos casos en los que, durante un tratamiento, se ve reducido el apetito sexual o la capacidad para excitarse, y una vez que el tratamiento ha finalizado y la medicación ha sido retirada, la situación no mejora. El cuerpo tiene una gran capacidad de aprendizaje, y si algo así te ha sucedido, la ayuda de una sexóloga te permitirá recobrar tu normalidad" nos explica.
Es probable que una salud mental deficiente no acabe por completo con tu vida sexual, ni un orgasmo palíe todos tus problemas, pero el cuerpo cuenta con herramientas fisiológicas para regularse, y esas herramientas están al alcance de todas. La sexualidad puede ser un espacio de conexión con los demás y con una misma favoreciendo la atención plena, la focalización de la mente en los estímulos sensoriales y facilitando sensaciones de conexión emocional y calma.
Si necesitas un poco de inspiración, la experta aconseja que: "te hagas con aceites de masaje, lubricantes y algún juguete erótico como unos huevos vibradores o unas bolas chinas que te permitan centrarte en el efecto que te produce. Trata de cerrar los ojos y aumentar la percepción que tienes de tu cuerpo". A su vez, es normal que cuando estés pasando por un momento complicado, el placer se te antoje más esquivo de lo habitual. Pero, de nuevo, dispones de la posibilidad de compartir unas caricias, unos besos o unas miradas, y eso, seguro, tu sistema nervioso lo agradecerá.