¿Sabías que la simple manipulación del dinero disminuye el temor a la muerte? ¿O que nuestro cerebro muestra una reacción única al dinero? Estas son algunas de las sorpresas que Claudia Hammond, profesora de Psicología en la sede londinense de la Universidad de Boston y autora del libro La psicología del dinero: por qué ejerce tal poder y cómo dominarlo, se llevó al examinar las últimas investigaciones en psicología, neurociencia, biología y economía conductual.
"El dinero afecta de manera crucial a nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos", afirma la divulgadora científica. Y aquí va la buena noticia: tú también puedes ejercer poder sobre él.
Piensa en verde
"Las mentes alineadas con tener dinero tienden a generar más ingresos y son más exitosas; y en situaciones de dificultad, disponen de más 'recursos' mentales para focalizarse en la generación de dinero", defiende Ana Fernández, fundadora y directora general de AFS Finance Advisors EAFI.
De este modo, "si asociamos tener dinero con un tipo de vida, de persona o de actitudes que nos gustan y de las que nos gustaría disfrutar, mostraremos predisposición hacia actividades profesionales y personales que nos enriquezcan", señala.
Experta en los mecanismos inconscientes de pensamiento y actuación, Fernández distingue dos tipos de creencias: las ideas o pensamientos que asumimos como verdaderos y que expresamos de manera afirmativa, frente al dinero. Internas, las que proceden de nuestros pensamientos y experiencias; y externas, las que vienen inculcadas por la cultura y el entorno familiar. "Todas determinan la toma de decisiones. Lo importante es no asumir como propias las colectivas", sostiene la asesora financiera.
"Lo más potente es pensar en prosperidad y en positivo: creer y sentir que siempre dispones del dinero necesario. Estos pensamientos atraen hacia ti la circunstancia que te proporciona dinero: un ascenso laboral, una herencia, un regalo, un premio con dotación económica...", expone Fernández. Y es que, según sus conocimientos, actuamos en función de nuestros pensamientos.

No es "el vil metal"
¡Pero cuidado! "Al igual que unas creencias provocan efectos positivos, otras nos limitan para alcanzar nuestros objetivos y plantearnos nuevos retos", apunta Fernández. Así, has de evitar pensamientos del estilo: "No puedo permitírmelo"; "el dinero vuela" o "el dinero es la causa de todos los problemas". Decía Voltaire que "el que tiene miedo a la pobreza no es digno de ser rico"; pero, en realidad, resulta improbable que llegue a serlo. ¿Te sientes identificada? No te preocupes. Fernández, como coach ejecutiva y financiera, nos confirma que, siempre que se desee, una creencia puede modificarse: "Solo depende de nosotros cambiar la historia que nos contamos".
Por su parte, Claudia Hammond insiste en que "una vez que adviertes el poder que el dinero ejerce sobre ti, puedes empezar a tomar mejores decisiones, detectar las tácticas de las tiendas para que compres productos más caros y, quizás lo más importante de todo, gastarte el dinero de forma que te haga más feliz", nos dice. ¿Un ejemplo? "La compra de experiencias, como los viajes de un día o de fin de semana, te proporciona mayor bienestar que la compra de bienes materiales. Pagar por adelantado, si puedes, te hace sentir aún mejor porque lo disocias del dolor de pagar por el placer del viaje".
¿Rica y feliz?
"El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida que solo un especialista muy avanzado puede verificar la diferencia", sostiene Woody Allen. Experta en la relación entre mente y dinero, Hammond nos da la respuesta: "Cuando sometes a alguien a un escáner cerebral y le viertes un poco de zumo de manzana en la boca, los centros de recompensa de su cerebro presentan actividad. Pero si le das algo de dinero, esos centros de recompensa se iluminan, aunque no pueda gastarlo de forma inmediata. Se trata de una promesa de gasto futura, "pero sostener en nuestras manos unas monedas o billetes ya nos hace sentir bien", declara.
Ya sabrás que el disgusto de perder dinero supera con creces la alegría de ganarlo, pero existen algunos datos sorprendentes. Gracias a diversos experimentos, la psicóloga Elizabeth Dunn descubrió que gastar tu dinero en otras personas te reportará mayor felicidad que invertirlo en ti misma y que, en términos generales, las personas más felices gastan la mayor parte de su salario en los demás.
Traza un plan
Desea la riqueza de forma obsesiva, planea las maniobras precisas para adquirirla y ejecútalas negándote a aceptar un fracaso eventual. Estas son, a grandes rasgos, las pautas que llevaron a Napoleon Hill a vender más de diez millones de copias del libro Piense y hágase rico (1937), considerado como la guía práctica de negocios más relevante del siglo XX. No parece tan complicado, ¿verdad?
Una vez que consigas una floreciente economía, es preciso que cuides otro tipo de planificación: qué hacer con el dinero. Fernández señala que "en caso de no tener apego emocional ni una necesidad de inversión importante, pensaremos en inversión a medio largo plazo, y perder no nos afectará de la misma manera, por ello nuestra mente nos capacitará para asumir inversiones de riesgo". Es importante que conozcas las tendencias de inversión, pero que no te influyan: "Invierte solo en lo que entiendas y consideres prudente", recomienda Fernández. "El riesgo está en no saber qué estás haciendo".

El hábito hace al rico
Por lo general, aquellas personas que han generado su propia fortuna y gozan de salud económica y prosperidad se caracterizan por una buena salud física y mental. "Son personas optimistas y vitales, que aprovechan las adversidades para aprender de ellas y encontrar el camino de la excelencia. Ante un 'fracaso', no se frustran, se crecen", revela Fernández.
El planificador financiero Thomas Corley pasó cinco años estudiando las costumbres de más de 200 millonarios para escribir Hábitos ricos: los hábitos diarios de la gente con poder.
¿Sus conclusiones? Los más ricos leen y hacen ejercicio a diario, llevan una dieta sana, nunca dejan una tarea a medias, crean nuevas metas con regularidad, son muy positivos (¡cómo no!) y, entre otras muchas cosas, procuran rodearse de las personas adecuadas. "Dinero llama al dinero", dice el refranero español, y es que nacer en un entorno de bonanza económica mejora el acceso a una buena escuela, vivienda y a relaciones sociales y profesionales favorables.
En último lugar, encontramos la hipótesis de Sapir-Whorf, dos pensadores que determinaron la influencia del idioma en la forma de pensar. Hammond expone que, por las expresiones y construcciones gramaticales que utilizan para referirse a la proximidad del futuro, muchos creen que razonar en alemán, mandarín, finés o estonio te predispone al ahorro. Ahora ya sabes en qué pensar y cómo.