Las vacaciones han sido una maravilla. Jornadas bajo el sol en un paraíso tropical, lecturas apasionantes, móvil olvidado al fondo del cajón, deliciosas conversaciones frente al mar o notar la sal en nuestra piel nos ha cambiado la vida durante algunas semanas. Todos estos son los ingredientes de un verano perfecto (aunque un tanto edulcorado) y el choque aparece cuando, de repente, este sueño desaparece y volvemos a la rutina. Sí, querida lectora, todo lo bueno se acaba (o eso dicen) y las vacaciones no se quedan a un lado.
Regresar a madrugar para ir a la oficina y lidiar con las tareas del hogar se hacen una verdadera montaña cuando nuestro cerebro ha estado apagado durante días y días. Este fenómeno es conocido como el "síndrome posvacacional" y seguramente todas lo hayamos experimentado en algún momento de nuestras vidas. Aunque los milagros no existen, es cierto que existen pautas que podemos aplicar en nuestra nueva rutina para intentar paliar, al máximo, los efectos de este síndrome.

Rebecca Knight es una de las expertas que comparte su conocimiento en Harvard Business Review, revista publicada desde 1922 por Harvard Business School Publishing, empresa propiedad de Harvard Business School. En uno de sus artículos sobre la melancolía post-vacaciones, el término inglés para hablar sobre el síndrome post-vacacional, destaca varias fórmulas para sufrir lo mínimo posible y cuenta con la experiencia de figuras como Ayelet Fishbach, profesora en University of Chicago's Booth School of Business, o Tessa West, profesora de psicología en NYU. Si tu vuelta a la rutina es todo un desafío, te recomendamos que leas con atención.
Prepárate para la vuelta con tiempo y paciencia
"Volver de vacaciones es un shock gigantesco para el sistema", afirma West. La psicóloga destaca que es importante reconocer que los primeros días y semanas serán desafiantes y que no tenemos por qué ser almas felices las 24 horas del día. Establecer expectativas razonables y planificar el reingreso en consecuencia es el primer movimiento para lidiar con el come back. Fishbach subraya que llegar al trabajo el lunes resulta brutal, "pero el martes es un poco mejor y el miércoles es aún más tranquilo".

El ritmo, mejor lento
A veces, ocurre: queremos volver al trabajo y estar al 100%. "En el momento en que regresas, te sumerges en un factor estresante agudo", explica West. "Es difícil deshacerse de él y, a menudo, ese estrés se vuelve contagioso y también afecta a sus compañeros de trabajo". Por ende, es normal estar más agitada de lo normal. Fishbach aconseja ir poco a poco y empezar con tareas sencillas, con el fin de ir incorporando lo más complicado con el paso de los días. "De lo contrario, estarás constantemente intentando ponerte al día o respondiendo correos electrónicos durante todo el día", relata la experta.
Concéntrate en lo que te gusta de tu trabajo
Esto deberíamos hacerlo todos los días, pero más cuando volvemos de vacaciones. Lidiar con regresar al trabajo se hace más fácil si buscamos el impacto positivo que ejercemos. "Cuando sientas lo opuesto a estar ansioso por estar allí, piensa en primer lugar por qué eliges tu trabajo, qué ofrece y con quién puedes conectarte", dice Fishbach. Sabemos que no es fácil, pero merece la pena intentarlo.
Revalúa tu situación si la cosa no mejora
Finalmente, las expertas afirman que, si con el paso de las semanas, la situación no ha cambiado, quizá no estamos ante un síndrome posvacacional, sino ante una crisis más grave. "Si te sientes miserable, tal vez no sea el trabajo adecuado", recalca Fishbach. Las vacaciones ayudarnos a autorreflexionar, añade West. "Con tiempo para procesarlo, es posible que te encuentres en un estado de mayor ambivalencia acerca de tu trabajo o tal vez te des cuenta de que todavía amas tu trabajo, pero él no te ama a ti". Por supuesto, no hay que tomar decisiones precipitadas, pero sí que deberíamos escuchar estos pensamientos en la medida de lo posible.