Según datos ofrecidos por Sinews Multilingual Therapy Institute en un artículo dedicado a las autolesiones en adolescentes, "el 17% de los adolescentes (10-17 años), 13% de adultos jóvenes (18-24%) y 6% de los adultos (edad ≥ 25 años) se han autolesionado alguna vez. En población clínica (pacientes psiquiátricos adolescentes) las cifras escalan a un 50-75%". Asimismo, la Asociación Española de Pediatría ha estimado que el 18% de los menores se provocan lesiones antes de los 18 años, unos números que se vieron incrementados durante los años marcados por la pandemia. De este modo, es sencillo comprobar que no estamos ante casos aislados, sino ante un fenómeno que golpea a numerosos menores en nuestro país.
La fragilidad mental y física de los menores es un hecho y la vida en sociedad no es siempre fácil. En el caso de percibir una conducta sospechosa es un menor, es clave acudir a la consulta de un experto en la materia lo antes posible. El teléfono 116 111 es el número de la Atención a la Infancia y Adolescencia, un servicio gratuito y disponible 24 horas los 365 días del año.

Más allá de visitar a un especialista, es interesante conocer más acerca de este tipo de lesiones. ¿Qué las suele provocar? ¿Cuáles son los principales síntomas? ¿Existe una relación entre las autolesiones y las redes sociales? Entrevistamos a la Dra. Teresa Aparicio Reinoso, Directora Médica de la Clínica Dra. Teresa Aparicio, Psiquiatra de la infancia y adolescencia y Psiquiatra de adultos, con el fin de dar respuesta a estas complejas preguntas, que nos ayuda a acercarnos a una problemática tabú en muchos círculos.
¿Cuáles son las causas más comunes de las autolesiones en menores?
La baja tolerancia a la frustración y necesidad de gratificación inmediata son las razones más contrastadas en este tipo de comportamiento. Los jóvenes, a menudo se enfrentan a dificultades para manejar ciertas situaciones:
- Establecer límites en el uso de tecnologías.
- Problemas con amigos.
- Rupturas sentimentales.
- Decepciones académicas.
- Interacciones desfavorables con figuras de autoridad.
Estas situaciones pueden provocar reacciones extremas, impulsivas y repetitivas, en aquellos que no han desarrollado su capacidad para manejar el estrés y las situaciones difíciles. Además, tras la pandemia, estamos observando un aumento alarmante de autolesiones en menores. En ocasiones fruto de una inadecuada gestión de emociones negativas como la rabia, ira, tristeza, sentimientos de desesperanza, incapacidad y soledad.
Cuando estas emociones no se identifican ni se gestionan adecuadamente, pueden causar una angustia y malestar emocional muy profundo en las personas, especialmente en los jóvenes. Por ese motivo, muchos recurren a las autolesiones como un método desesperado para aliviar su sufrimiento psicológico, expresando el dolor interno a través de daños físicos como cortes, quemaduras, golpes, atracones alimenticios, sobreingestas de medicamentos o consumo de drogas. Con lo cual, es crucial enseñar a los menores que las emociones negativas son naturales y forman parte de la vida. Esto es algo que siempre fomentamos todos los profesionales que brindamos ayuda en la Clínica Dra. Teresa Aparicio.

¿Qué señales de alerta deben buscar los padres y profesores para identificar posibles autolesiones en menores?
Tanto padres como profesores y tutores, deberían aprender a detectar ciertas señales de alerta que identifican posibles causas que inducen a autolesionarse a los menores. Algunos síntomas o señales emocionales a las que se debe prestar atención son:
- Irritabilidad y aislamiento: Un menor que está más irritable de lo habitual y se aísla en su habitación puede estar sufriendo problemas emocionales.
- Abandono de intereses: Si deja de hacer actividades que antes disfrutaba es una señal de que algo podría estar mal.
- Disminución del rendimiento académico: esto se traduce en dificultad para organizarse, atender y concentrarse en las tareas académicas por bloqueos emocionales.
- Alteración en sus relaciones sociales: cuando un menor pierde interés en estar con su grupo de amigos y actividades propias de la edad.
- Elevada angustia: si un menor está estresado y observamos un comportamiento nervioso que le hace diferente, puede no saber resolver sus dificultades.
- Variación del sueño y apetito: la alteración de sus ritmos biológicos puede indicar un conflicto emocional.
Con respecto a los signos o señales físicas que nos pueden indicar presencia de autolesiones, cabe destacar:
- Cambios en su apariencia: Presta atención a los cambios en su forma de vestir, como el uso excesivo de pulseras para cubrir cortes en las muñecas o mangas largas en verano.
- Aparición de heridas: Presencia de cicatrices con un patrón, moratones o quemaduras, principalmente en brazos y piernas.
- Presencia de objetos con filo entre sus pertenencias, como: cuchillas de sacapuntas, compás, tijeras.
- Consumo de sustancias: El inicio o aumento en el consumo de sustancias, puede indicar que el menor está intentando manejar sus emociones de manera perjudicial.
Cualquiera de estos signos pueden indicar que el menor está lidiando con emociones difíciles y necesita apoyo adicional. Además, es conveniente no olvidar, que las autolesiones en la adolescencia son un factor muy importante para predecir el suicidio, por lo que, hay que abordar estas situaciones con sensibilidad y ofrecer el apoyo necesario, ya que supone un importante problema clínico y social a nivel mundial.

¿Existen ciertos grupos de edad más propensos a las autolesiones?
La adolescencia es una etapa especialmente delicada en el desarrollo humano, y la incidencia de inicio de autolesiones se encuentra entre los 13 y los 15 años, manteniéndose en ocasiones durante la edad adulta. Durante este periodo adolescente, los jóvenes se enfrentan a una etapa de confusión de identidad, deben asumir mayores responsabilidades y es necesario que desarrollen su autonomía e independencia en la toma de decisiones.
La presión que tienen por querer ajustarse a los estándares de sus amigos e ídolos puede ser muy intensa. Ante estos cambios, los adolescentes necesitan recibir el apoyo adecuado, para ser capaces de enfrentarse a desafíos emocionales significativos, a lidiar con expectativas que no se cumplen, aceptar los cambios en sus relaciones personales y otras transiciones propias de la edad.
Una crianza sobreprotectora puede exacerbar la falta de preparación emocional y de habilidades para gestionar situaciones complejas. Los jóvenes que no han aprendido a tolerar la frustración o comprender y respetar las normas, pueden encontrarse desprovistos de herramientas para navegar por los desafíos de la adolescencia.
Es crucial que los padres fomenten desde una edad temprana la capacidad de sus hijos para adaptarse y enfrentarse a las dificultades desarrollando su resiliencia.
¿Qué papel juegan las redes sociales en el comportamiento autolesivo de los menores?
Las redes sociales están profundamente integradas en la vida de los adolescentes, presentando un mundo idealizado y distorsionado. La constante comparación con estos patrones inalcanzables puede hacer que los adolescentes se sientan inadaptados y menos valiosos. En este entorno, es común encontrar contenido que promueve la búsqueda de soluciones inmediatas y gratificantes, lo cual genera incapacidad para tolerar la angustia e incluso fomenta la autolesión como una forma “de calmarse” o como “un mecanismo para transformar el dolor psicológico en físico”.
Estas influencias pueden ser peligrosas para los jóvenes más impulsivos y menos reflexivos que buscan soluciones rápidas a su malestar, dado que son perjudiciales y destructivas para sus problemas emocionales, y por lo que luego sienten una intensa culpabilidad que no saben reparar.

¿Cómo pueden los amigos y familiares apoyar a un menor que se autolesiona?
Descubrir que un menor se está autolesionando puede ser angustiante. Lo más importante es abordar la situación con comprensión y sin juzgar. Algunas pautas para brindar el apoyo adecuado incluyen:
- Acercarte con intención de escuchar activamente y sin juzgar: Muéstrale empatía y pregúntale qué es lo que le preocupa y cómo considera que le podemos ayudar.
- Evita el regaño y la culpa: No le regañes, ni te sientas culpable por no haber detectado su malestar antes.
- Genera confianza: Los adolescentes necesitan sentir que no van a ser juzgados para poder abrirse, expresar sus sentimientos y compartir sus dificultades.
- Muéstrale sentimientos positivos: Demuestra con tus gestos al menor que le quieres, y háblale de lo importante que es para ti.
- Comparte tus experiencias: Muéstrale que los adultos también nos enfrentamos a conflictos emocionales, para que comprenda cómo gestionarlos y porque puede ser útil para ellos.
- Acompáñale en los momentos difíciles: Ofrécele un apoyo constructivo que le permita aprender qué ha provocado la autolesión y ayúdale a encontrar actividades alternativas.
- Sobre todo, recuerda que apoyar a un menor que se autolesiona requiere paciencia, comprensión y una disposición constante para escuchar y estar presente.
¿Qué tipo de tratamientos son más efectivos para los menores que se autolesionan?
Lo más importante es buscar ayuda profesional con un experto en Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia para identificar el conflicto principal, ya que no es de extrañar que sea el inicio de una enfermedad mental. Existen diversas formas psicoterapéuticas para abordar la autolesión en menores, siendo las más comunes la psicoterapia individual y grupal. La participación activa del menor y su entorno es esencial en cualquiera de estas terapias.
Las terapias grupales suelen ofrecer excelentes resultados, ya que permiten a los jóvenes darse cuenta de que no están solos en su experiencia, es una forma de modelar conductas y aprender juntos a gestionar dilemas cotidianos. En muchos casos, la autolesión puede ser un síntoma de conflictos mayores, como una familia disfuncional, lo que requiere una intervención familiar. Si la autolesión se origina en el ámbito escolar, es necesario trabajar en las dificultades específicas de ese entorno.
¿Hay diferencias significativas en la prevalencia de autolesiones entre niños y niñas?
Las niñas tienden a manifestar este comportamiento a través de cortes, sobredosis de medicamentos y alteraciones en el patrón de conducta alimentaria. En cambio, los varones suelen recurrir más frecuentemente a conductas más impulsivas y explosivas, como golpearse o consumir sustancias tóxicas como cannabis, alcohol y otros tipos de drogas. Este tipo de consumo, independientemente de su género, no solo representa un mecanismo de autolesión, sino también una forma de evasión ante el malestar emocional.
¿Qué relación existe entre las autolesiones y otros trastornos mentales como la depresión o la ansiedad?
La autolesión está a menudo vinculada con otros trastornos mentales como la depresión y la ansiedad. Puede considerarse como un síntoma en un trastorno mental subyacente, es decir como la punta del iceberg. Por ejemplo, en la depresión, un joven que se autolesiona puede estar experimentando sentimientos intensos y difíciles de manejar, como son la soledad, la desesperanza, el vacío o la incomprensión.
Otro ejemplo común es la ansiedad. La autolesión puede surgir como respuesta a la presión de exponerse a ciertas situaciones cotidianas, como ir a clase, o la frustración de no rendir al nivel esperado. Esto genera conductas evitativas. Es relevante destacar que, habitualmente detrás de una autolesión encontramos:
- Una personalidad frágil con dificultad para manejar la frustración.
- Miedo a asumir el fracaso y las responsabilidades propias de la edad.
- Fallo en la identificación y gestión emocional.
- Problemas para relacionarse con los demás.
La presencia de estas conductas y emociones, que cambian rápidamente y son impulsivas, intensas e inesperadas, generan sentimientos de impotencia, desesperanza, inutilidad, odio hacia ellos mismos, autodesprecio y sensación de vacío.
¿Cómo se puede prevenir que un menor que se ha autolesionado una vez vuelva a hacerlo?
Prevenir que un menor vuelva a autolesionarse después de un episodio requiere empatía, comunicación y apoyo constante. Algunas estrategias efectivas pueden ser:
- La escucha activa y empática: Para construir una relación de confianza y hacer que el menor se sienta comprendido.
- Ofrecer alternativas saludables: Sugerir actividades como hablar con un amigo, realizar actividades placenteras o practicar técnicas de relajación.
- Dotar de responsabilidades gradualmente y proporcionar opciones: Permitir que el menor tenga control sobre sus decisiones.
- Fomentar la participación activa: Involucrar al menor en la búsqueda de soluciones.
- Mantener una comunicación abierta: Crear un ambiente donde el menor se sienta seguro para hablar de sus problemas sin sentirse juzgado.
¿Qué recursos (libros, grupos de apoyo, terapia, etc.) recomendarías para padres y menores que están lidiando con este problema?
Que busquen ayuda profesional, porque es crucial. En la Clínica Dra. Teresa Aparicio, contamos con un equipo multidisciplinar de psicólogos clínicos, psiquiatras de la infancia y adolescencia, psiquiatras para adultos, psicoterapeutas de familia y pareja, psicoterapeutas grupales, psicopedagogos, nutricionistas, neuropsicólogos, logopedas, neurólogos y fisioterapeutas, que trabajan para abordar de forma integral cualquier conflicto.
Además, tenemos grupos de apoyo para padres y terapia individual y grupal para los menores, donde les ayudamos a identificar y gestionar sus emociones. También considero que los libros de autoayuda pueden ser útiles, sin embargo, es fundamental que estos recursos se utilicen tan solo como un complemento, y no como sustituto de una ayuda profesional experimentada.
* Este artículo se publicó originalmente en Marie Claire papel y fue escrito por Rosario Linares. Adaptación: Anna Pardo.