El orgullo y su dualidad como virtud y pecado según la psicología moderna

El neurobiólogo Jack Lewis ahonda en el concepto de orgullo a través de tres pilares clave: ciencia, filosofía y tradiciones religiosas.
"Orgullo y prejuicio"
"Orgullo y prejuicio"

"No seas tan orgullosa, que es malo", ¿quién no ha escuchado, en algún momento de su vida, esta frase? Nuestras abuelas eran muy dadas a este tipo de ideas, pero la psicología moderna no tiene tan claro que el orgullo sea un pecado como tal. Según la Real Academia Española (RAE), el orgullo puede describirse como la "satisfacción o sentimiento elevado de una persona hacia algo propio o cercano que considera meritorio". Es una emoción que nos conecta con nuestra capacidad de valorar los logros, tanto personales como colectivos. Sin embargo, también puede transformarse en soberbia, cuando se traduce en una opinión exagerada de uno mismo que desprecia a los demás. Esta dualidad ha generado debates y reflexiones desde tiempos antiguos.

El orgullo es una de las emociones humanas más complejas y debatidas a lo largo de la historia. Desde los tiempos de los antiguos griegos hasta la psicología moderna, este sentimiento ha sido visto tanto como una virtud que inspira logros y autoconfianza, como un pecado que fomenta la arrogancia y la desconexión social. El neurobiólogo y presentador de televisión Jack Lewis, doctor en Neurociencia por el University College de Londres, analiza el concepto filosófico del orgullo en su último libro, La ciencia del pecado ¿Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer? (28,95 euros en Almuzara Libros).

La ciencia del pecado ¿Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer?, John Lewis
La ciencia del pecado ¿Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer?, John Lewis

La ciencia del pecado

¿Por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer?

Aristóteles, por ejemplo, lo consideraba "la corona de las virtudes" al vincularlo con la motivación para alcanzar grandes cosas. En cambio, siglos después, el cristianismo lo marcó como la "reina de los pecados", capaz de engendrar todos los males. San Gregorio Magno, papa entre los años 590 y 604 d.C., incluyó al orgullo (o soberbia) como uno de los siete pecados capitales, señalando su capacidad para corromper al ser humano desde su interior. Pero, ¿cómo entendemos hoy esta emoción en un mundo que combina ciencia, filosofía y tradiciones religiosas? Este artículo explorará el orgullo desde una perspectiva psicológica y neurológica, apoyándose en las observaciones de Jack Lewis en La ciencia del pecado.

El orgullo desde una perspectiva psicológica

El origen evolutivo del orgullo

Según la psicología evolutiva, el orgullo cumple funciones esenciales para el desarrollo humano. Jack Lewis describe cómo las emociones autoconscientes, como el orgullo, emergen en la infancia para equilibrar el miedo al entorno desconocido y el impulso de explorarlo. Esta emoción, cuando es reconocida y alentada por los cuidadores, motiva a los niños a superar retos y reforzar su confianza. Por otro lado, la falta de orgullo puede generar apatía, mientras que un exceso puede llevar a comportamientos que alienan a los demás. La psicología moderna recalca la importancia de un equilibrio saludable para fomentar el bienestar personal y social.

"Revenge"
"Revenge"

Orgullo saludable vs. orgullo insano

Un orgullo saludable no solo fomenta la confianza en uno mismo, sino que también impulsa a las personas a buscar relaciones significativas y contribuir positivamente a sus comunidades. Esto genera un ciclo de refuerzo emocional, donde el reconocimiento de los logros propios alimenta el deseo de seguir aprendiendo y creciendo. En contraste, el orgullo insano puede derivar en comportamientos competitivos y un afán excesivo de superioridad, lo que tiende a alienar a quienes nos rodean. Encontrar el balance requiere una autorreflexión constante y un compromiso con la humildad, entendida no como la negación de los logros, sino como el reconocimiento de que siempre hay espacio para mejorar.

"Solo es virtud cuando se mantiene en secreto"

Lewis subraya que "solo es virtud cuando se mantiene en secreto". Este delicado equilibrio entre la expresión del orgullo y su recepción social refleja cómo esta emoción puede tanto construir como destruir relaciones humanas.

La neurociencia del orgullo

¿Qué ocurre en el cerebro?

La neurociencia ha comenzado a desentrañar los misterios detrás del orgullo. Estudios recientes destacan el papel del córtex prefrontal, la región del cerebro responsable de funciones como la autorreflexión y la regulación emocional. Como explica Lewis, el desarrollo del córtex prefrontal en la especie humana no solo permitió un pensamiento más complejo, sino también una colaboración social más sofisticada.

"El orgullo activa redes cerebrales similares a las del placer, lo que explica por qué experimentamos una sensación positiva al alcanzar metas"

El orgullo activa redes cerebrales similares a las del placer, lo que explica por qué experimentamos una sensación positiva al alcanzar metas. Sin embargo, cuando el orgullo se convierte en soberbia, estas mismas redes pueden sobreestimularse, reforzando conductas egocéntricas que dificultan la empatía y la cooperación.

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"Chicas malas"

Beneficios sociales y riesgos del orgullo

El orgullo también cumple una función social crucial. Según Lewis, las emociones autoconscientes como esta permitieron a nuestros ancestros establecer normas sociales y fomentar la cooperación en grupos grandes. No obstante, un exceso de orgullo puede socavar estos mismos vínculos, generando desconfianza y competencia dañina.

El orgullo en las tradiciones religiosas

Soberbia: pecado capital en el cristianismo

En el cristianismo, la soberbia ocupa un lugar central entre los pecados capitales. San Gregorio Magno la definió como "la raíz de todos los males", al ser capaz de engendrar otros pecados como la envidia, la codicia o la ira. Esta perspectiva refleja una preocupación por cómo el orgullo puede distorsionar las relaciones humanas y alejar a las personas de la humildad, valor esencial para la vida espiritual.

Enfoques de otras tradiciones

Otras tradiciones también advierten contra los peligros del orgullo. El budismo mahāyāna lo considera un "veneno mental" que obstaculiza la iluminación, mientras que el islam enseña que incluso un átomo de orgullo puede impedir el acceso al paraíso. Estos enfoques coinciden en destacar cómo el orgullo desmedido puede nublar el juicio y dificultar la conexión con los demás.

Lecciones para el presente

El orgullo en un mundo moderno

Hoy en día, la psicología moderna ofrece herramientas para reconciliar la visión tradicional del orgullo con un enfoque más "suave" (por llamarlo de alguna manera). En un entorno que premia la autoconfianza, es crucial diferenciar entre un orgullo saludable que fomenta el crecimiento personal y una soberbia que puede erosionar las relaciones sociales.

Estrategias para un equilibrio saludable

  1. Practicar la humildad consciente: Reconocer los propios logros sin menospreciar a los demás ayuda a mantener relaciones saludables.
  2. Buscar retroalimentación: Escuchar las perspectivas de otras personas puede equilibrar una visión distorsionada de sí mismo.
  3. Fomentar la empatía: Comprender cómo nuestras acciones afectan a otros nos protege de caer en la soberbia.
"Pequeñas mentirosas"
"Pequeñas mentirosas"

El orgullo, como tantas otras emociones humanas, es una espada de doble filo. Mientras que en dosis moderadas puede ser una fuente de motivación y bienestar, llevado al extremo puede convertirse en un obstáculo para nuestras relaciones y nuestro crecimiento personal. En la actualidad, contamos con la psicología y la neurociencia para entender cómo manejar esta emoción de manera constructiva. Como concluye Jack Lewis, "comprender mejor lo que ocurre en el cerebro cuando surgen estas tentaciones nos ayuda a encontrar estrategias para promover la armonía social y el bienestar personal".

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