Los éxitos de Diego Armando Maradona en el terreno de juego son conocidos en todo el mundo, con el Fútbol Club Barcelona, con el Nápoles o con la selección de Argentina, entre otros, el ‘Pelusa’ era y es un dios al que aclamaban millones de admiradores que hoy lloran con gran tristeza su pérdida. El futbolista lo daba todo de si mismo corriendo detrás de la pelota, su fin era ganar y, en sus tiempos de gloria, siempre lo conseguía. Sin embargo, hubo algo que a Maradona se le atragantó, a pesar de ser una absoluta obsesión para él no logró hacerla realidad, ni por todo el oro del mundo. Al argentino se le puso entre ceja y ceja tener una aventura con una bella princesa de la que se había enamorado, o quizá no tanto, tal vez solo fuera el deseo de levantar otro trofeo, esta vez muy distinto a los del balompié. Esa bella princesa no era otra que Carolina de Mónaco, por la que estuvo totalmente encaprichado un largo tiempo. Aquí os lo contamos todo.

Corrían los años 80 y el astro del balón ya subía los escalones de dos en dos para convertirse en una estrella que llenaba los estadios hasta la bandera. Era un chaval limpio de drogas y alcohol al que muchos clubs deseaban tener en sus filas, por eso, su representante y amigo, Jorge Cyterszpiler, fue el artífice de un súper contrato millonario con el Barcelona que marcó un antes y un después en los fichajes futbolísticos. Pero en esta vida de ensueño, en la que se puede pensar que todos eran pros, había un contra: su pasión por el sexo, una debilidad que le costó, según se ha asegurado, su propia salud, ya que durante los primeros meses de ser alineado con el Barça se contagió de una hepatitis B que a todas luces llegó por esas numerosas relaciones sin control ninguno.

Tal era el afán de conquista de Maradona que comenzó a poner sus ojos en bellas mujeres en cierto modo inalcanzables, algunas cayeron en sus redes pero hubo una que se le resistió y debido a ello pasó a ser su obsesión prioritaria para lograr emparejarse con ella en ese submundo oscuro al que le llevaron los palmeros que le rodeaban, los cuales organizaban orgías y continuas fiestas en las que las mujeres sobraban por doquier.

Fue entonces cuando ese amor platónico de Diego Armando trascendió a los oídos de sus amigos y de algún que otro periodista. La fémina imposible en la que había puesto sus ojos el ‘Pelusa’ era la princesa Carolina de Mónaco. Casi nada…
El deportista intentó por todos los medios hacer realidad su sueño y se mostraba enamoradísimo de la hija de Raniero de Mónaco y Grace Kelly
. Incluso pidió a su manager que convenciera al presidente del Barcelona, que entonces era José Luis Núñez, para que organizara un partido amistoso en el Principado. Deseaba conocerla, quería que se la presentaran, era su gran obsesión.
El deportista intentó por todos los medios hacer realidad su sueño y se mostraba enamoradísimo de la hija de Raniero de Mónaco y Grace Kelly
. Incluso pidió a su manager que convenciera al presidente del Barcelona, que entonces era José Luis Núñez, para que organizara un partido amistoso en el Principado. Deseaba conocerla, quería que se la presentaran, era su gran obsesión.

Más eso no sucedió en aquellas fechas, aunque si entabló contacto con Carolina y su hermana Estefanía más adelante, también con su hermano Alberto, y fue en la famosa discoteca Jimmy’z, en Montecarlo , un compatriota, el campeón de tenis Guillermo Vilas, vivió una tórrida y romántica historia de amor con ella.